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Pekín aprieta a su banca para desinflar la burbuja inmobiliaria

Si España está sufriendo las consecuencias de una burbuja inmobiliaria, imagínense lo que puede pasar en China, con más de 64 millones de pisos vacíos. El Gobierno del gigante asiático ha dado el primer paso para desinflar el globo: endurecerá las condiciones de préstamos de los bancos.

Después de lo ocurrido en EEUU, Irlanda o España, parecería como si el mundo ya debiera estar inmunizado ante otra burbuja inmobiliaria. La revalorización descontrolada de los precios de unos activos apoyada por la emisión de crédito por parte de los bancos centrales no es algo privativo de Occidente. El gigante asiático podría estar repitiendo los pasos que llevaron a una profunda recesión a estadounidenses o españoles.

Por eso, para detener este proceso, el Gobierno chino ha aprobado una serie de medidas destinadas a controlar el ritmo de concesión de créditos a sus ciudadanos. De esta manera, intenta rebajar el acceso a las hipotecas, enfriar algo el mercado residencial y fortalecer los balances de sus instituciones financieras para cuando vengan mal dadas.

Según informa Bloomberg, estas nuevas reglas endurecerán los requisitos de capital (reservas) para los bancos chinos, que pasarán de un 11% a un 15% antes de 2012. Con esta medida, pretende que los nuevos créditos crezcan "sólo" a un 12-16% anual, frente al 20% actual. Además, el borrador exige un Tier 1 de al menos el 8% (frente al 6% que marcan las normas de Basilea III aprobadas la semana pasada) y un mínimo de acciones ordinarias en poder del banco del 6,5% (4,5% en Basilea III).

En los últimos meses se han sucedido los avisos de los expertos acerca del crecimiento de la burbuja inmobiliaria china. El Gobierno asiático ha puesto en marcha medidas para controlar este mercado, como prohibir comprar más de un apartamento por familia en Pekín. Sin embargo, la creciente tasa de ahorro de los chinos y el limitado abanico para invertir a su disposición presionan al alza los precios. Esta dinámica ha provocado que se haya llegado a una situación en la que hay hasta 64 millones de pisos vacíos en todo el país.

Las raíces de esta situación habría que buscarlas en 1998, cuando el Ejecutivo chino recortó su programa de viviendas públicas. Desde entonces, el mercado ha crecido, la calidad de los inmuebles ha mejorado y muchos más ciudadanos han podido acceder a una vivienda en propiedad. Pero en los últimos años, la tendencia alcista en los precios se ha disparado. Además, existe un elemento cultural que favorece esta situación, puesto que los chinos son muy poco partidarios del alquiler y de las viviendas de segunda mano (además, la legislación sobre compraventas de casas usadas no favorece este mercado secundario).

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