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El Gobierno tendrá que ceder ante los sindicatos para evitar otra huelga

La negociación colectiva decidirá si hay huelga general. A los sindicatos no les conviene; pero Zapatero asegura que habrá reforma, con o sin consenso.

Las reformas se harán "con o sin consenso". Este es el mensaje que este martes dirigía el presidente Zapatero a los sindicatos, que no han querido asistir a la presentación de su Informe Económico 2010. En medio de las negociaciones sobre la reforma de las pensiones, tanto Zapatero como las centrales sindicales han dejado caer que se ha ampliado el objeto de las mismas. Dado que los 67 años no son negociables, ahora el caballo de batalla es la negociación colectiva.

La creación de empleo es el objetivo. Y el instrumento para lograrlo son las reformas. El presidente del Gobierno ha vinculado ambos conceptos para presionar a los sindicatos en la negociación con las pensiones: las reformas se harán, con o sin consenso: "Siempre he creído que las mejores reformas, las que antes surten efectos, son las reformas compartidas pero hay algo peor que la ausencia de consensos amplios para fraguar las reformas que es la ausencia de reformas. Y como esto sería lo peor, no va a ocurrir".

Eso no ocurrirá porque el Ejecutivo se muestra inflexible en su "flexible" propuesta de retrasar la edad de jubilación a los 67 años. "Abordando ahora la reforma, ésta podrá ser, como deseamos, gradual, progresiva y flexible, porque tendrá en cuenta el tiempo efectivamente trabajado para poder jubilarse con anterioridad a la nueva edad legal fijada", prometía el presidente Zapatero.

Esta decisión despierta el rechazo en los sindicatos. "Están en un punto de dureza importante, la distancia es muy grande", manifestaba este martes el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo en la cadena SER. De ahí que lo que hayan hecho ambas partes, según ha explicado el líder sindical, es ampliar el margen de las negociaciones para facilitar un acuerdo. Y aquí entra en juego la negociación colectiva.

La más importante de las reformas

Es "la más importante de las reformas que tenemos pendientes", decía el presidente Zapatero. "El Gobierno confía en que antes del 18 de marzo se alcance un acuerdo entre los agentes sociales, pero si las negociaciones concluyen sin acuerdo adoptará las medidas que correspondan para abordar dicha reforma", volvía a advertir.

El puzzle encaja si a las declaraciones del jefe del Ejecutivo se unen las de los portavoces sindicales. "En la situación económica en la que estamos se precisa de una gran concertación y, sobre todo, poner la vista más allá de mañana", coincidía Toxo. Horas más tarde, su compañero sindical, Fernando Lezcano aclaraba sus intenciones de concertación. "Vale la pena ensayar las posibilidades de un acuerdo global que, desde nuestro punto de vista, es lo que daría mayor tranquilidad a nuestro país".

Desde UGT, Toni Ferrer, secretario confederal de Acción Sindical, se mostraba el día anterior algo más contundente: "Apostamos por la negociación, pero si en este proceso no se obtienen resultados y no se pone esfuerzo, las organizaciones sindicales nos movilizaremos", recalcaba.

No habrá huelga general

Lo cierto es que más allá de las declaraciones políticas, a ambas partes les interesa el acuerdo. A los sindicatos, para hacer prevalecer sus postulados en la negociación colectiva. La clave de la fuerza de las organizaciones sindicales en el mercado laboral español está en la negociación colectiva. Este mecanismo permite a las grandes centrales imponer sus criterios a las empresas y los trabajadores. Si el Ejecutivo reforma la Ley y facilita el descuelgue de las compañías, podría verse una rápida creación de sindicatos más pequeños (casi uno en cada empresa) que negocien directamente con el empresario, sin tener que fijarse en lo que fijan UGT o CCOO. Por eso, pese a las grandes declaraciones en temas como las pensiones o la reforma del despido, éste será el tema que marque el acuerdo o el enfrentamiento con el Gobierno. Porque de su reforma depende también la supervivencia de las grandes centrales, y ellas lo saben.

A José Luis Rodríguez Zapatero también le conviene el acuerdo, para frenar una huelga general que complique sus resultados justo antes de las elecciones autonómicas. El problema es que prácticamente todos los analistas coinciden en que la negociación colectiva tiene que ser modificada, porque impone una gran rigidez en el mercado laboral español, incrementa los costes y reduce sustancialmente la competitividad de las empresas. Además, es un mecanismo que favorece a los trabajadores menos productivos (o más vagos) respecto a los más eficientes, puesto que hace más difícil las diferencias salariales dentro de una empresa o sector.

Ignacio Fernández Toxo lo decía sin tapujos esta mañana: "El momento es distinto al de la reforma laboral". Por su parte, Zapatero se ha servido hoy de todos los mensajes de acercamiento posibles: "mantenemos un diálogo franco e intenso con los interlocutores sociales". "El Ejecutivo sigue centrado en alcanzar el mayor grado posible de acuerdo político y con los interlocutores sociales", apuntaba. E insistía: "Intentaremos, hasta el límite de sus posibilidades, los acuerdos".

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