LD (EFE) La caída del Producto Interior Bruto (PIB) de los 30 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según este nuevo informe publicado con vistas a la cumbre del G20 de Londres, será mucho más severa que el 0,3% estimado en el último estudio semestral de Perspectivas en noviembre.
La cifra de la OCDE sobre el PIB mundial también contrasta con la que hasta hace unos días utilizaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), que hablaba de una horquilla de baja entre el 0,5 y el 1%.
El economista jefe de la organización, Klaus Schmidt-Hebbel, que reconoció que en el clima actual "cualquier previsión está rodeada de una incertidumbre excepcional", indicó que la contracción actual de la actividad "se acentuará este año, antes de que se instale progresivamente en 2010 una recuperación inducida por las políticas puestas en marcha".
En cualquier caso, en el próximo ejercicio los miembros del conocido como el "Club de los países desarrollados" vivirán una situación de estancamiento (-0,1%) y la economía mundial en su conjunto debería progresar un 1,25%.
Schmidt-Hebbel ha insistido en que aunque la actual sea "la recesión más profunda y más sincronizada" que ha habido desde hace décadas, "seguimos lejos de una nueva 'gran depresión'" como la de los años 1930 "gracias a la calidad y a la intensidad de las medidas que los gobiernos toman actualmente".
De acuerdo con el escenario de la OCDE, los mayores descensos de la actividad en términos relativos se concentran entre el último trimestre de 2008 y el primero de 2009, con desplomes para sus 30 Estados del 7,1% y del 7% respectivamente.
El país más gravemente afectado es Japón, con una reducción del PIB del 6,6% este año y del 0,5% en 2010, pero la situación también es muy delicada tanto en la zona euro (-4,1% y -0,3%) y en Estados Unidos (-4% y 0%). En noviembre, las expectativas de caída en 2009 se limitaban al 0,1% para Japón, al 0,5% para la zona euro y al 0,9% para Estados Unidos.
El economista jefe de la organización puntualizó que estas nuevas previsiones están condicionadas a que se atenuen a finales de año "las tensiones en los mercados de capitales", y por eso la cuestión crucial para "detener la hemorragia económica" es sanear el sistema bancario.
"Para eso se tiene que hacer toda la luz sobre las pérdidas y los activos dudosos, disociar las entidades viables de las que no lo son y, si es necesario, recapitalizar o, como última salida, nacionalizar las entidades financieras insolventes", argumentó. La OCDE también considera que son necesarias "medidas suplementarias" para detener la caída del consumo y relanzar la economía, y eso pasa por mantener o colocar los tipos de interés "en un nivel próximo a cero" y dejarlos allí durante "un cierto tiempo".
En cuanto a la polémica sobre si el volumen de los planes anticrisis son suficientes, la organización señaló que tiene que depender "de la situación de cada país, y en particular de la intensidad de los efectos negativos de la crisis, de la importancia de los estabilizadores económicos y del endeudamiento público".
La OCDE insistió en que, teniendo en cuenta esos criterios, "los gobiernos de ciertos países deberían contemplar nuevas medidas discrecionales de relanzamiento presupuestario".
No obstante, lanzó una advertencia sobre programas de ayuda que no van dirigidos al sector financiero ya que "algunas ayudas han privilegiado los préstamos a las empresas nacionales o han introducido restricciones (...) a las empresas extranjeras", lo que "falsea la competencia" y puede acarrear "medidas proteccionistas de represalia".
Además de abogar por una "coordinación internacional" para dosificar los planes anticrisis, en otro mensaje directamente dirigido al G20 la OCDE señala que más allá de las medidas de corto plazo "hay que reformar el sistema financiero" de forma que se preserve "el papel vital de los mercados financieros en la movilización de financiación".
Eso requerirá suprimir o modificar las incitaciones para aumentar la asunción de riesgos, corregir las disfunciones de los mercados y los fallos reglamentarios o acabar con la opacidad de los instrumentos financieros y de sus balances.