Estas críticas no sólo han provenido de los clásicos enemigos de la banca central, como los autores de la Escuela Austriaca, sino también de teóricos más favorables a ésta. Asimismo, en la prensa económica internacional no han faltado artículos muy críticos con esta política de la FED.
No obstante, los altos cargos de esta entidad defienden su gestión, aduciendo argumentos como el de que el exceso de ahorros asiáticos generó los bajos tipos de interés y, por ende, la burbuja inmobiliaria; o que la autoridad monetaria no controla los tipos de interés (a largo plazo) relevantes para el mercado inmobiliario. Argumentos éstos que están sujetos a crítica, cada vez más intensa, no sólo por economistas y analistas independientes, sino incluso también por parte de miembros de la misma FED.
Y es que la autoridad monetaria estadounidense no es un ente único y homogéneo sino que, en realidad, está formada por un conjunto de doce bancos que representan a cada uno de los distintos distritos, como el de Dallas, San Francisco, Nueva York, etc. Y cada uno de estos bancos tiene su respectivo presidente.
Pese a ello, en condiciones normales suele imponerse el juicio del chairman (presidente) de la FED, y las disensiones no tienen demasiada trascendencia en la práctica. Pero sí son un elemento notable, que subraya la controversia que ha generado la gestión de la política monetaria de los últimos tiempos, llevada a cabo tanto por el Maestro Alan Greenspan (1987-2006), como por el Helicóptero Ben Bernanke (2006-actualidad).
Una de las disensiones viene de la presidenta de la FED de San Francisco, Janet Yellen, tal y como recogía The Economist, en un artículo muy duro contra Greenspan. Yellen sostiene que “en el episodio actual, unos tipos de interés a corto plazo más altos probablemente hubieran restringido la demanda de vivienda al incrementar los tipos de interés hipotecarios[…] Además, una política monetaria más restrictiva puede estar asociada con un apalancamiento más reducido y un crecimiento del crédito más lento”. Unas afirmaciones que contradicen la defensa que el propio Greenspan ha hecho de su propia política.
En efecto, una de las críticas más notables es que la FED debería haber hecho algo para evitar que la burbuja inmobiliaria propiciada por una burbuja de crédito y dinero fácil no se hiciera tan grande. Bernanke y otros altos cargos del banco central norteamericano se han excusado en diversas ocasiones diciendo que es prácticamente imposible saber con certeza cuándo realmente existe una burbuja de activos (una escalada de precios que no está justificada por los fundamentos reales de esos activos, es decir, por la corriente de ingresos futura esperada actualizada al presente), por lo que una actuación precipitada podría tener más costes que beneficios.
Esta idea la expresó de forma clara Frederic Mishkin, antiguo alto cargo de la FED y economista especializado en temas de banca y finanzas, quien afirmaba hace unos meses que no todas las burbujas eran peligrosas, y no mencionaba la política de la FED como fuente de éstas.
No obstante, no todos siguen la línea dibujada por Bernanke y sus acólitos. William Dudley, presidente de la FED de Nueva York, sugería recientemente que la banca central estadounidense podría haberse equivocado en su gestión, tal y como recogía The Washington Post: “Los costes de esperar a responder a una burbuja de activos hasta después de que haya pinchazo pueden ser muy altos”, por lo que defendía un enfoque “proactivo”.
Pero las disensiones no acaban aquí. Como no podía ser de otra manera, la política actual de Bernanke, consistente en mantener los tipos de interés a niveles cercanos al 0% durante un periodo lo suficientemente prolongado, está levantando polémicas incluso entre sus colegas. Se está discutiendo la estrategia de salida óptima de las políticas ultraexpansivas de los últimos años. ¿Cómo desactivar la bomba de relojería monetaria que se ha creado?
Para algunos analistas la FED se encuentra en un dilema: o endurecer la política monetaria, con posibles efectos contractivos a corto plazo, o continuar como hasta ahora, con el riesgo de generar burbujas e inflación.
Este dilema se discute entre los miembros de la FED. Thomas Hoenig, presidente del Banco de la Reserva Federal de Kansas, es el mayor oponente a la estrategia más expansiva de Bernanke, como informa The Economist. Para Hoenig, lo más sensato sería subir los tipos de interés al 1% muy pronto, con el objetivo de evitar riesgos presentes y futuros, posibles burbujas especulativas, y poner fin al “subsidio del endeudamiento”.
Pero tampoco es el único. La presidenta de la FED de Minneapolis, Narayana Kocherlakota, expresó recientemente la preocupación de que la adquisición de los títulos respaldados por hipotecas (Mortgage-Backed Securities) por parte de la FED podía generar una elevada inflación. Así, defendió la venta gradual de estos títulos hasta venderlas todas en 5 años, en lugar de esperar los 30 años que requeriría hasta que maduraran esos bonos.
El debate sigue abierto, pero hasta el momento parece que son Bernanke y sus acólitos más inflacionistas, quienes llevan la batuta en el banco central estadounidense.
Los miembros de la FED se rebelan contra Bernanke
La política monetaria de la Reserva Federal norteamericana (FED) ha recibido numerosas críticas en los últimos años, por haber generado o exagerado el perverso ciclo económico, cuya fase de crisis estamos sufriendo todavía.
En Libre Mercado
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