LD (L. Ramírez) Nadie confía en las previsiones del Gobierno sobre la marcha de la economía y las estimaciones incluidas en los Presupuestos para 2009 (elaborados con una previsión de crecimiento del 1% y una tasa de paro del 12,4%).
Ni las cajas de ahorros, ni los organismos internacionales, ni la oposición, ni los institutos de estudios nacionales se creen estos Presupuestos, que serán aprobados por la mínima gracias al apoyo del PNV y del BNG, previo acuerdo de inyección de dinero para el País Vasco y Galicia.
A las críticas se suma ahora la efectuada por el Círculo de Empresarios, institución que denuncia que “los PGE-2009 se han elaborado a partir de unas previsiones macroeconómicas carentes de todo realismo, tal y como se deduce fácilmente de la comparación de las proyecciones oficiales del Gobierno con las que han presentado en las últimas semanas distintos organismos”.
“Si el proyecto de presupuestos nació hace unos días ya desvirtuado, al asumir un crecimiento del 1% del PIB real en 2009, los acontecimientos posteriores a su presentación se han encargado de desvirtuarlos aún más”, dice el Círculo.
El escenario que instituciones como el FMI dibujan para España en 2009, con recesión y una tasa de paro cercana al 15%, “plantea serias dudas acerca del realismo de las cuentas gubernamentales”, recuerdan los empresarios.
Son, además, “unos presupuestos alejados de la austeridad que reclama la economía española, inmersa en una crisis que no es sino un brusco ajuste ante los excesos de gasto en que incurrió en años precedentes”.
La vuelta a la España del gasto público
Unos presupuestos que, por su “insuficiente contención del gasto” y la “inadecuada composición” de éste, abren las puertas de par en par al retorno del sesgo al déficit que durante los años 80 y parte de los 90 caracterizó al sector público en España”.
Para los empresarios, caer en esa tentación supondría un error de graves consecuencias. Una menor solidez de las cuentas públicas “restaría credibilidad y confianza internacional en nuestra economía, elevando las primas de riesgo y los tipos de interés que deberíamos soportar”, precisamente “en el momento en que mayor es nuestra posición deudora frente al exterior y más difícil es la obtención de financiación internacional”.
En resumen, según el Círculo, “los PGE-2009 se ven invalidados por su falta de credibilidad y de austeridad. Es necesaria su reelaboración completa, con previsiones realistas y con un esfuerzo serio en la contención del gasto y en la mejora de su estructura”.
El organismo señala que “los PGE-09 han de diseñarse para hacer de ellos un factor de solidez macroeconómica, tanto a corto plazo –estabilidad presupuestaria- como a largo plazo –transformación del modelo competitivo-, sin olvidar, por supuesto la necesaria atención a quienes más desfavorecidos se encuentren ante los efectos de la crisis”.
En ese sentido, las dificultades económicas más inmediatas a que se enfrenta España no deben hacer perder de vista que el verdadero lastre de la economía española es su falta de competitividad. Es decir, no nos hallamos ante una cuestión meramente coyuntural, sino estructural, aunque agravada por circunstancias que sí son coyunturales.
Falta de análisis del Ejecutivo
De ahí que “debamos huir de cualquier enfoque corto de miras. Sin dejar de atender los problemas de hoy, hay que pensar en el medio y largo plazo, y determinar dónde queremos que se sitúe nuestra economía dentro de diez o veinte años”, indica el Círculo.
Para ello, y dado el marco de inestabilidad en que nos encontramos, la política económica debe adoptar como misión prioritaria la creación de confianza. Y el primer paso hacia ese objetivo es el diseño y posterior puesta en marcha de un programa económico “integral, coherente, sujeto a una evaluación continua que permita su mejora permanente”.
De momento, los empresarios explican que "la tardía respuesta por parte del Gobierno, muy lento a la hora de reconocer la gravedad de la situación, ha conducido de manera sistemática a diagnósticos erróneos que han ralentizado todavía más la puesta en marcha de soluciones", incluso "a pesar de encontrarnos ante problemas cuyas raíces se hunden hasta diez años atrás, y sobre cuyo advenimiento ya advirtieron muchos organismos y analistas".
Recordar esta realidad no soluciona nada en la actual crisis, pero es una reflexión relevante para futuras circunstancias adversas. Asimismo debería constituir un acicate para que el Gobierno acometa con decisión la difícil tarea planteada. Ese programa integral debe ser, fundamentalmente, un conjunto de medidas que actúen sobre el lado de la oferta agregada.
Ya no se puede hacer política monetaria
Dos razones poderosas apuntan en esa dirección. Por una parte, “nos topamos con la falta de instrumentos de política económica capaces de hacer frente a la crisis desde el lado de la demanda agregada”. En otras palabras, carecemos de política monetaria autónoma y no podemos modificar unilateralmente el tipo de cambio de nuestra moneda.
Además, “el margen de maniobra de la política fiscal es escaso si se pretende utilizarla en solitario como herramienta dinamizadora”.
En segundo lugar, las políticas de demanda agregada tampoco son las más adecuadas para reactivar la economía a corto plazo, puesto que los desequilibrios causantes del fuerte ajuste son el resultado de una demanda interna excesivamente acelerada. La “expansión económica habrá de venir por el lado de la oferta”.
Reformas estructurales y menos impuestos
Con esos condicionantes, para el Círculo, las líneas de acción deberían ser dos. En primer lugar, reformas estructurales que relancen la oferta y el producto potencial de nuestra economía. En segundo lugar, una política fiscal austera que contribuya a corregir los desequilibrios causados durante la larga fase de bonanza económica por una demanda interna desequilibrada en su composición y ritmo de crecimiento.
“Desgraciadamente, nada de eso se encuentra en el proyecto presentado por el Gobierno. Los presupuestos que el Ejecutivo ha llevado al Parlamento adolecen de un defecto imperdonable ante la magnitud de los problemas que aquejan a la economía española: su falta de credibilidad”, concluyen los empresarios..