El Mundo considera el anteproyecto como un "compendio de iniciativas ya anunciadas, buenos deseos y medidas banales que apenas tendrán efecto sobre la actividad económica". El modelo económico no puede cambiarse por decreto, menos con un mero "borrador que tendrá que ser consensuado por agentes sociales". Pero carece de objetivos de creación de empleo y crecimiento que Salgado no ha explicado suficientemente, "por lo que será muy difícil de evaluar". Remata el diario diciendo que "ninguna de sus iniciativas suponen reformas estructurales o incentivos para invertir o crear empleo", por lo que todo se reduce a un plan "propagandístico plagado de incógnitas y con muy escaso impacto".
El País asegura que el proyecto es claramente "mejorable", si bien "consideradas una a una", las diferentes medidas del proyecto estrella de Zapatero sí podrían ser "beneficiosas" y aportar "mejoras estructurales". No obstante, asegura el diario, renuncia a "frenar el hundimiento del mercado de trabajo" y anuncia medidas que en realidad "han sido anunciadas varias veces". Además, vaticina que algunos de sus puntos tienen un "incierto futuro" y que se corre el riesgo de basar el crecimiento en "nuevas burbujas".
ABC tacha la ley de "ocurrencia" elaborada a partir de una "retórica grandilocuente". "La realidad confirma las peores sospechas", y el resultado es "muy decepcionante". Tachan la iniciativa de "conjunto de ocurrencias" elaboradas a través de un concurso de ideas de varios ministerios en la que ni siquiera se aclara de forma rigurosa qué significa "sostenible". Pese a alguna medida razonable, algunas reformas están "basadas en el puro voluntarismo", y está muy lejos de ese anunciado "cambio económico". Así pues, un mero "cambio de imagen" muy poco creíble que, además, manifiesta el "fracaso" del Gobierno "en materia de vivienda y alquiler".
La Razón considera un ejercicio de "cosmética insostenible" de un texto producto de la "fabulosa maquinaria propagandística del Gobierno". La realidad es que el anteproyecto es "un catálogo de viejas medidas, retoques cosméticos, poca sostenibilidad, dosis de inquietante intervencionismo y alguna medida aislada positiva". Elaborada con "un cierto aire de improvisación", el cajon desastre resultante –pese a acertadas iniciativas contra la "morosidad pública y la agilización en la formación de empresas"- se inmiscuye aún más en las entidades financieras y revela un afán intervencionista "que no tiene nada que ver con un nuevo modelo". "Da la impresión de que el Gobierno ha aprovechado para allanarse el futuro", dice el editorial.
Por su parte, La Vanguardia también considera "un compendio de medidas inconexas" la ley, que "pese a que pueden ser útiles en algunos aspectos", no responde a las expectativas de su "pomposo" título. Para empezar, "el principal problema que hace insostenible la economía española es el elevado desempleo", y exige al Gobierno que "antes de aprobar nuevas medidas", cumpla con lo pactado en los PGE para no convertir el anteproyecto en algo "marginal" que "no toca los problemas de fondo". También reconoce alguna "medida interesante, aunque ya anunciada anteriormente". En suma, un conjunto de medidas que revelan que el "Gobierno debe trabajan más y mejor en ello".
Público se desmarca de la tendencia general y ni siquiera dedica su sección "Consejo Editorial" al tema. En ella, Antonio Izquierdo denuncia el "sentimiento anti inmigrante" de los españoles en época de crisis, que ha disminuído según las apariencias.