L D (EFE) Entre sorbo y sorbo de cabernet y chardonnay los líderes del G20 han abordado los sinsabores por los que atraviesa la economía mundial. El presidente estadounidense, George W. Bush, ofreció a sus invitados codorniz ahumada con risotto y cordero aderezado con tomillo en una cena que inaugura la "Cumbre de Mercados Financieros y la Economía Mundial" en Washington.
El presidente estadounidense recibió a sus colegas del G20 entre sonrisas, apretones de manos y palmadas de espalda, aunque la cordialidad fue especialmente notoria a la llegada del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, a quien Bush otorgó la bienvenida más efusiva.
Tras Berlusconi, uno de los primeros en llegar, aparecieron en sus respectivas limusinas negras otros rostros conocidos de la esfera política internacional, como el primer ministro británico Gordon Brown, que posó para las cámaras con la corbata un tanto desaliñada, y la canciller Angela Merkel, que lució un discreto traje de chaqueta y pantalón negro para la velada.
El apretón de Zapatero
La aparición más coreada en la sala de prensa instalada en el Departamento de Estado para los periodistas acreditados para la cobertura de la cumbre fue la del jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien visitó la Casa Blanca por primera vez desde que llegó al poder, en 2004. Su esperado apretón de manos con Bush fue motivo de efusivos comentarios entre los periodistas españoles, mayoría ruidosa entre los escasos representantes de la prensa internacional presentes esta noche en el Departamento de Estado.
Bush y Zapatero intercambiaron un largo apretón de manos y aunque no hubo palmada de espalda sí fueron profusas las sonrisas. Al igual que Holanda, España acude a la cumbre pese a no ser miembro del G20 gracias a la invitación del líder francés, Nicolas Sarkozy, presidente de turno de la Unión Europea.
La jornada contó también con la presencia de varios países en desarrollo, que se prodigan poco en conferencias de este calibre. Entre los representantes de un mundo emergente que reclama que su mayor protagonismo en la economía global se reconozca en los foros internacionales estuvieron el líder brasileño Luis Inácio Lula da Silva, presidente de turno del G20 y quien se sentó, en una especie de ironía, a la derecha de Bush durante la cena de trabajo.
Por la alfombra roja desfilaron también el presidente de México, Felipe Calderón, el líder chino Hu Jintao, el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono y el ruso, Dimitri Medvedev. El negro y el azul marino fueron los colores oficiales en una cena con escasos rostros femeninos a parte del de Merkel y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
La cena arrancó con unos breves comentarios por parte de Bush. "Estamos aquí porque compartimos la preocupación sobre el impacto de la crisis financiera global en la gente de nuestras naciones", dijo Bush durante unas breves palabras antes del brindis. "Compartimos la determinación de solucionar los problemas que condujeron a estas turbulencias", concluyó el mandatario, que dejará al país sumido en la peor crisis financiera de los últimos 80 años.
Tras esas palabras llegó el brindis de rigor, seguido de una cena en torno a una larga mesa rectangular engalanada con un mantel rojo y rosas del mism