Los trabajadores inmigrantes se agarran a la economía sumergida (mercado negro) ante el azote del paro. Pese a que no existen registros oficiales respecto al número de inmigrantes que trabajan a escondidas de Hacienda y del Ministerio de Trabajo, existe un dato que da cuenta del incremento real de este fenómeno.
La clave está en las remesas de inmigrantes, el dinero que los trabajadores extranjeros envían mes tras a mes a sus países de origen para ayudar a sus respectivas familias. Así, según los últimos datos del Banco de España, las remesas de inmigrantes aumentaron casi un 13% en el tercer trimestre de 2009 respecto a los tres meses precedentes, hasta alcanzar los 1.888 millones de euros.
El volumen de envíos se ha visto reducido progresivamente desde el cuarto trimestre de 2007, cuando alcanzó los 2.316 millones de euros. Sin embargo, las remesas se han ido recuperando poco a poco desde principios de 2009, señal inequívoca de que el creciente número de inmigrantes en paro acude en masa a la economía sumergida para mantener su ritmo de envíos, tal y como señala Rafael Pampillón, profesor del Instituto de Empresa (IE).
Y es que, las remesas aumentaron tras el verano, pese al aumento de la destrucción laboral registrado en el tercer trimestre: 20.000 ocupados inmigrantes menos, 52.000 activos inmigrantes menos, y reducción de la población inmigrante ubicada en España (10.000 personas), según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Además, el aumento relativo del paro es superior entre los inmigrantes que entre los españoles. En concreto, un 37,9% interanual el pasado diciembre frente al 25,4% de media, según los datos oficiales analizados por la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett).
"En ese contexto deberían haberse reducido las remesas enviadas y no aumentar", señala Pampillón. Entonces, "¿por qué aumentaron las remesas? Por el incremento de la economía sumergida. Los inmigrantes se están adaptando bastante bien a la crisis introduciéndose en la economía subterránea aunque para ello tengan que cambiar de ciudad y de empleo o trabajar más horas para seguir enviando dinero (remesas), a sus países de origen", concluye.