LD (L. Ramírez) Las entidades financieras están decididas a capear el temporal financiero cerrando el grifo del crédito. Una cuestión que, en principio, sólo afectaba a los créditos para la compra de vivienda y que ahora se ha trasladado al crédito al consumo.
Según un informe del Servicio de Estudios de BBVA, las nuevas operaciones se reducen desde finales de 2007, siendo el saldo acumulado entre enero y septiembre de 33.000 millones de euros, un 19,6% menos que en el mismo periodo de 2007.
Pero si se mira la letra pequeña de la estadística, la restricción financiera es aún mayor. Por tipo de crédito, la mayor caída corresponde a los préstamos personales, al registrar un derrumbe del 31%.
Capítulos que antes presentaban incrementos importantes se han moderado significativamente, como los de la financiación de bienes de consumo (que han pasado de crecer un 28% a caer un 2%) o los préstamos en tarjeta revolving (que bajan un 4% frente al incremento del 85% al cierre de 2007).
Mención aparte merece la rúbrica de financiación de automóviles, que han caído un 15%, para situarse en los 6.100 millones de euros. No obstante, las compras de vehículos por parte de empresas está salvando parcialmente al sector, al registrar un crecimiento del 12%. El préstamo medio para un turismo nuevo se mantiene en 15.200 euros, frente a los 11.300 euros de los vehículos de segunda mano.
“Esto puede ser indicativo de la mayor preferencia por coches usados procedentes del renting y de alta gama, lo que puede estar detrás de estas tendencias”, indica el informe de BBVA.
Así, en un entorno cíclico difícil, empeorado por la crisis financiera internacional, y con la confianza de los consumidores en niveles mínimos, el crédito consumo ha acelerado su caída. El consumo es la variable de la demanda agregada de la economía que está mostrando un perfil de desaceleración más intenso y superior a la senda que se preveía en el segundo trimestre por la entidad financiera.
Por su lado, los tipos de interés del crédito se han tensionado. Estos factores determinan que el crédito para el consumo haya aumentado su ritmo de desaceleración. De hecho, en España ya crece a ritmos similares a los de la eurozona, siendo el saldo acumulado a septiembre unos 110.000 millones de euros, apenas un 4,6% más que un año antes.
La morosidad se duplica
Durante los últimos meses, la morosidad de los créditos para compra de bienes de consumo duradero ha aumentado a ritmos elevados. Al cierre de septiembre se alcanzaron niveles superiores al 4%, muy por encima del 2% de principios de 2007. Aparte de que las tasas crecen a mayor ritmo que en crisis anteriores, debido a la nueva normativa contable, la situación financiera de las familias españolas, especialmente la de aquellas más endeudadas, se ha deteriorado fuertemente.
En los próximos meses, la elevación de la tasa de desempleo, la contención de los precios de las propiedades inmobiliarias (que constituyen el principal patrimonio de las familias) y las dificultades que atravesarán una parte de las entidades que financiaban a las familias “dificultarán que la morosidad se contenga”, señala el estudio de BBVA.
Los españoles se gastan el dinero que no tienen
Analizando estos factores se puede explicar cómo ha evolucionado España con respecto al resto de los países de su entorno en términos de crédito consumo per cápita. Como se ve en la tabla adjunta, España ha pasado del quinto puesto en 2003 hasta el tercer lugar del ranking al final del 2007, a pesar de ser el país donde las familias tienen menos renta disponible.
Los españoles prefieren solicitar créditos y seguir gastando un dinero que no tienen a ahorrar, lo que ha causado –en parte- la explosión crediticia en España y ha elevado el endeudamiento hasta niveles insostenibles.
Actualmente, EEUU y Reino Unido continúan siendo los países con mayor nivel de crédito consumo per cápita, reflejando el hecho de ser las economías con mayor tradición de endeudamiento. Por el contrario, Alemania ha pasado del tercer lugar del ranking al quinto, manteniéndose todavía por encima de Italia, a pesar de presentar un crecimiento promedio nulo del crédito consumo per cápita en el período analizado.
La convergencia con Francia y Alemania se ha producido gracias, en parte, al mayor crecimiento diferencial frente a ambos países de la renta disponible española, pero, principalmente, al aumento de la propensión a financiar. Así lo muestran las cifras donde, para los tres subperiodos, se observa cómo el diferencial en los crecimientos del crédito consumo viene explicado en más de un 60% por el incremento en la propensión a financiar, comparativamente mayor entre los hogares españoles.
Cabe destacar también que entre los años 2004 y 2007, a pesar de su estabilidad, la propensión a consumir de las familias españolas ha ganado protagonismo en el impulso del crédito consumo per cápita español, ya que la propensión a ahorrar de los españoles, partiendo de menores niveles, ha disminuido en mayor medida que la de los franceses o alemanes.
El futuro del crédito al consumo en España
Al igual que en el resto de países europeos, en España el crédito consumo per cápita se enfrenta a las incertidumbres relacionadas con la crisis financiera global y al propio proceso de ajuste que está sufriendo la economía española. Sin embargo, “se pueden vislumbrar factores de soporte en el medio y largo plazo”, según BBVA.
A medio plazo, unos tipos de interés moderados harán más fácil el acceso al crédito por parte de las familias españolas. Para el Servicio de Estudios de BBVA la reducción de la carga financiera –derivada de la bajada de los tipos de interés- liberará unos 6.000 millones de euros, el 0,8% de la renta disponible en 2009.
Este factor será además más importante que en el resto de países de la Unión Europea debido a la mayor importancia relativa de los plazos cortos en España y al mayor peso de los créditos a tipo variable.
En el largo plazo, el aumento de la renta disponible per cápita será el impulso necesario para que España converja en nivel con EEUU y el Reino Unido. De igual forma, apoyará la convergencia el aumento de la propensión a financiar el consumo de las familias españolas. “También, el hecho de que la deuda, en términos de riqueza, no sea tan alta potenciará el crecimiento de la propensión a consumir de los hogares”, concluye la entidad financiera.