Las grandes contradicciones del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero quedan de manifiesto en León. Desde que el presidente se definió como un minero en Rodiezmo, allí pasa por ser uno de sus ídolos. Sobre todo porque las subvenciones a la industria del carbón superan los 1.480 millones de euros.
Según cuenta El Mundo, la política de subvención del Gobierno provoca que cada minero cueste a los contribuyentes cada año 255.000 euros, a pesar de que su sueldo bruto no llega a los 40.000. Y es que estas ayudas contrastan con su apoyo obsesivo con las energías limpias, y caras, como la eólica y la solar. Sin embargo, para Zapatero el carbón sí tiene cabida.
Casi 1.500 millones para unas centrales que apenas están activas puesto que serían las últimas en utilizarse. Por ello, esta política afecta directamente al precio final de la factura y con mayor gravedad al subvencionar una energía que no ha sido utilizada.
En este sentido, el efecto de la subvención de energías como la eólica, la solar y el carbón han tenido un efecto económico que salta a la vista. En 2008, los hogares pagaban el recibo un 4,4 por ciento por debajo de la media europea y dos años más tarde está un 8,8 por ciento de la media.