El boletín oficial de la Generalidad Valenciana es hoy, con toda seguridad, objeto preferente de lectura en todas las instituciones que han hecho del paro un negocio boyante a través de la denominada "formación para el empleo". Centrales sindicales y empresariales de la comunidad valenciana, las principales beneficiarias de este caudal inagotable de fondos públicos con que el gobierno pretende luchar contra el paro, deben andar ya enloquecidas preparando los documentos necesarios para embolsarse la mayor cantidad de dinero posible a cuenta de la formación de los parados.
Hoy la Generalidad Valenciana tira la casa por la ventana con cursos para desempleados (63 millones), para trabajadores en activo (2,1 millones), que asombrosamente también hay que formar con dinero público para luchar contra el paro (¿?), para inmigrantes y personas con riesgo de exclusión social (12 millones), para los jóvenes ni-ni (1,3 millones), para las casas de oficios, que a pesar de su denominación son lugares muy decentes donde sólo se trincan subvenciones a cambio de enseñar trabajos legales (44 millones) y, en fin, para cualquier sector, grupo humano o actividad que pueda usted imaginar.
Es realmente difícil vivir en la comunidad valenciana y escapar a la larga mano subvencionadora de Francisco Camps, que con meticulosidad prusiana abarca un inmenso abanico de posibilidades de forma que no quede ni un solo valenciano sin su correspondiente subvención salvo casos heroicos que están por conocer.
Cómo será la insistencia, la tenacidad, el rigor subvencionante de la Generalidad , que ha conseguido llegar a alturas hasta ahora nunca alcanzadas por sus pares autonómicos. Vean si no esta convocatoria de subvenciones, destinada a financiar los avales que los beneficiarios deben depositar ante la Generalidad para trincar un adelanto de la subvención. Sí, como lo han leído. La comunidad valenciana exige que los agraciados con las subvenciones públicas depositen un aval bancario en el caso de que el dinero les sea adelantado.
Pero no deben preocuparse. Es la propia Generalidad la que entrega dinero a esos beneficiarios, a través de otra partida, para que puedan hacer frente al aval que la misma administración les exige, con lo cual ¡es la propia comunidad valenciana la que hace de avalista de sus propias subvenciones! Que es algo así como que el banco te conceda un préstamo y como garantía de devolución utilice el propio local de su entidad, una cosa muy rara que sólo ocurre en las alocadas autonomías del "Estado español".
Valencia, una vez más, y ya van unas cuantas, arrasa en el memorial diario del agravio financiero puliéndose 123 millones de euros que va a entregar a entidades públicas y privadas de todo pelaje y condición. Empleo no van a crear mucho, pero el consejero del ramo lucirá palmito ante los medios blasonando de que su departamento es uno de los que más luchan contra el desempleo de toda España.
Acabamos con dos notas que, si las comparamos con la hazaña derrochadora de Camps, resultan casi entrañables. En primer lugar Extremadura, que hoy convoca subvenciones para ONG’s dedicadas a la educación "a lo largo de la vida", que así es cómo se llama el programa agraciado con un millón de euros.
Y si es usted cántabro y tiene un panal de abejas, sepa que la comunidad autónoma que preside el ex falangista Miguel Angel Revilla tiene preparada una línea de subvenciones para que pueda usted trincar también una parte del dulce manjar presupuestario, que a poco que sea hábil en los procesos burocráticos le puede suponer unos diez mil eurazos sin hacer prácticamente nada. Y antes de que lo pregunte: No. Revilla no ha convocado subvenciones para los amantes de la anchoa del cantábrico... Aún.