Hablar sobre el futuro con cierta precisión siempre es tarea complicada, a pesar de que en muchas ocasiones no lo parece, y nos lanzamos a decir lo primero que se nos ocurre. En materia económica, si a veces ya es difícil hablar sobre lo que está sucediendo en el presente, prever el futuro lo es mucho más. La predicción en economía es un asunto complejo.
En España, gracias a las legislaturas de la Administración Zapatero, sabemos bien en qué consiste eso de tirar mil flechas y que ninguna roce la diana. En la olvidadiza mente de los españoles debería estar la promesa de nuestro presidente del pleno empleo, la atrevida afirmación de que superaríamos en 2010 a Alemania en renta per cápita, o la aseveración de que las turbulencias financieras de verano de 2007 en Estados Unidos no pasarían nuestras fronteras.
Como señala el economista de FEDEA Javier Andrés, en el blog Nada Es Gratis, “¿Quién no recuerda aquello de nuestra posición fiscal es sólida y no debemos temer a una recesión de 2007, o el brillante nuestro sistema financiero es el mejor del mundo de 2008? Pasamos casi sin solución de continuidad de esto no es una recesión porque no hemos tenido dos trimestres de crecimiento negativo a creer que seremos los primeros en salir de la recesión”.
Y como parece que tenemos cierta resistencia a aprender de los errores pasados, estos “mantras” se siguen repitiendo. En estos momentos parece gozar de cierta popularidad el “ya hemos salido de la crisis”, o el “España no es Grecia”.
Pero cometeríamos un grave error de omisión si pensáramos que el Gobierno español es el único que ha cometido semejantes fallos de previsión. Lo cierto es que estos fracasos en la previsión también han sido muy notables en otros ámbitos, como el de la banca central norteamericana, la Reserva Federal (FED).
Esta entidad monopolística y relativamente independiente del Gobierno federal tiene las siguientes responsabilidades en sus estatutos: gestionar la política monetaria en Estados Unidos (influyendo en los tipos de interés, la cantidad de dinero en la economía, etc.), supervisar y regular el sistema bancario, mantener la estabilidad del sistema financiero y proporcionar ciertos servicios financieros a diversos agentes, entre otros objetivos clave como contener la inflación e impulsar el crecimiento económico.
Para poder llevar a cabo sus funciones tienen a su disposición una cantidad ingente de recursos, tanto humanos (numerosos economistas brillantes trabajan para esta organización) como financieros. Emplean bases de datos y una cantidad de información y datos enormes (sobre el conjunto del sistema financiero; por ejemplo, vasta información financiera y contable de los bancos de inversión, comerciales…), así como los modelos más sofisticados para tratar de predecir las variables económicas y así aplicar de uno u otro modo su política.
Sin embargo, todo esto no ha evitado que hayan fallado estrepitosamente en sus previsiones. O, al menos, si conocían los graves problemas a los que nos veríamos abocados, no lo declararon públicamente.
En este sentido, no sólo fueron las torpes afirmaciones del presidente (chairman) de la Reserva Federal,Ben Bernanke, quien afirmó en 2005 y 2006 que no había burbuja inmobiliaria, y que aun si la hubiera no afectaría a la economía real; por si fuera poco, en verano de 2007 sostuvo que los problemas subprime no afectarían a la economía.
Resulta cuanto menos irónico que en una conferencia dada por Bernanke en enero de 2007, éste dijera lo siguiente: “En mi opinión, los mayores beneficios externos de las actividades de supervisión de la FED son aquellos relacionados con el papel de la institución de evitar y gestionar las crisis financieras”.
Como ha documentado el economista del Mises Institute Mark Thornton, otros como Frederic Mishkin -economista especializado en banca y finanzas, antiguo alto cargo de la FED-, Donald Kohn -vicepresidente de la FED- o Randall Kroszner -gobernador de la FED y encargado en asuntos de regulación y riesgo sistémico- también produjeron nefastas declaraciones públicas en 2007.
El pinchazo inmobiliario no afectará a la banca
Así, Mishkin afirmaba en enero 2007 que había razones sólidas para creer que había poca probabilidad de que un pinchazo de la burbuja en los precios de la vivienda condujera a la inestabilidad financiera. Entre otras cosas, afirmaba que “los bancos centrales no deberían poner un énfasis especial en los precios de las viviendas u otros activos a la hora de llevar a cabo la política monetaria”.
Kohn, en febrero 2007, se jactaba de los éxitos de su entidad en materia de fomento de control del riesgo en la toma de decisiones de los agentes y en la disciplina de mercado que sus actuaciones habían favorecido. “Los mercados financieros estadounidenses han demostrado ser notablemente robustos durante algunos recientes shocks significativos”, afirmaba.
En relación al problema del riesgo moral -la cuestión de que ayudando a las entidades en problemas puedas estar favoreciendo prácticas imprudentes e indeseables-, señalaba que “una importante reforma que surgió como consecuencia de crisis pasadas fue la necesidad de limitar el riesgo moral de la red de protección extendida a las instituciones depositarias aseguradas”. Sin embargo, la realidad no parece haber seguido a pies juntillas las palabras de Donald Kohn.
Por su parte, Kroszner, en marzo 2007, también se jactaba de la reciente evolución de los mercados crediticios y de todas las innovaciones financieras más punteras que, a su juicio, habían aumentado la “eficiencia”, “estabilidad” y “transparencia” del sistema en su conjunto. Así, manifestaba que los productos derivados fomentaron una mejor gestión y percepción del riesgo en el conjunto del sistema financiero al dispersar los riesgos de crédito más ampliamente.
"Estabilidad" financiera
Quizás lo más llamativo sea el optimismo que este mismo mandatario de la FED mostraba en noviembre de 2007. “Mirando hacia adelante… A medida que los mercados de hipotecas se normalicen gradualmente, la venta de casas debería repuntar y los constructores probablemente mejoren al reducir su exceso de inventarios. Con el stock del sector inmobiliario reduciéndose, el crecimiento del empleo y la renta debería repuntar y apoyar mayores aumentos en el consumo”. Todo lo cual, para Kroszner, debería llevar a recuperar la senda del crecimiento sostenible a largo plazo de la economía norteamericana, tras el suave bache de las turbulencias de 2007.
A la luz de estas declaraciones, no resulta fácil creer que esta institución posea una información y recursos privilegiados. Pero así es. Lo cual, alimenta ciertas hipótesis que traten de explicar esto.
Una de ellas es la que expone Mark Thornton: la FED, en realidad, toma parte de un juego en el que trata de ganarse la confianza de los ciudadanos, haciéndoles creer que tiene una capacidad casi plena de manejar la economía y las variables económicas a su antojo.
Optimismo deliberado
Se presentarían así escenarios optimistas de manera deliberada. Los graves problemas y retos futuros se plantearían ante el público como un fácil juego de niños para los expertos de la FED. Nada escaparía al control de estos burócratas académicos. Y todo con tal de mantener la confianza de la gente en un sistema que, precisamente, depende de dicha confianza.
Desde esta óptica, nada habría que temer sobre la estrategia de salida óptima de las medidas monetarias ultraexpansivas de estos dos años. No obstante, Bernanke proveerá.