LD (M. Llamas) La quiebra de Islandia no es sólo histórica, sino que constituye un fenómeno muy significativo acerca del alcance y la profundidad real de la crisis financiera que está sufriendo el planeta.
El gobierno islandés, que hasta 2 años constituía todo un ejemplo de desarrollo para los analistas de la ONU, se ha visto obligado a solicitar créditos de urgencia a diversos organismos internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal de EEUU (Fed). De hecho, ha tenido que pedir ayuda a Rusia e, incluso, a algunos paraísos fiscales como Islas Feroe.
La cuasi suspensión de pagos de este país colocó en graves aprietos a algunos bancos europeos. Sobre todo, a los británicos, que han emprendido acciones judiciales para recuperar parte del dinero invertido en este país, cuyo crecimiento a lo largo de la última década se basó casi exclusivamente en la financiación exterior y la concesión de crédito barato
Así, la banca británica podría haber sufrido unas pérdidas próximas a los 74.000 millones de dólares debido a su elevada exposición crediticia a la economía de este país. En el caso de las entidades alemanas, la factura podría ascender a cerca de 22.000 millones de dólares.
Sin embargo, esta difícil situación amenaza con reproducirse en otros países. Y es que, los inversores temen que la crisis financiera desencadene una crisis monetaria en múltiples países, tal y como avanzó este periódico. El peligro aquí reside en la elevada exposición de la banca europea a las burbujas económicas de los países emergentes.
Sobre todo, en Europa del Este y algunos Estados de Latinoamérica, cuyas economías han crecido durante los últimos 15 años gracias, en gran medida, a la concesión de crédito fácil, que ha sido impulsada por los bancos centrales mediante la aplicación de una laxa política monetaria (mantenimiento arbitrario de tipos de interés muy bajos durante mucho tiempo).
No obstante, crece el número de países que recurren a los créditos de urgencia de los organismo internacionales para tratar de estabilizar sus respectivas monedas, como Hungría, Ucrania o Pakistán, entre otros.
De hecho, el riesgo de la deuda pública se ha disparado en múltiples países, al tiempo que se produce una huída de capitales, tal y como acontece en Rusia. Una señal inequívoca de la creciente incertidumbre que mantienen los inversores sobre la solvencia (capacidad de pagar sus deudas) de determinados Estados y economías nacionales, tal y como adelantó Libertad Digital.
Como muestra de las tensiones que viven los mercados monetarios, la Reserva Federal de EEUU (Fed) tuvo que proporcionar recientemente una línea de financiación de emergencia a México, Brasil, Singapur y Corea del Sur.
Pero ¿se puede cuantificar este riesgo? La respuesta es sí. El crédito exterior (transfronterizo) total en todo el mundo asciende a 37 billones de dólares. Es decir, el dinero que prestan los bancos comerciales para invertir en otros países.
3,5 billones de deuda en los países emergentes
Según un reciente estudio de la compañía financiera Absolute Return Partners LLP, la banca europea (incluida la británica) mantiene una deuda viva (pendiente de cobro) superior a los 3,5 billones de dólares en los mercados emergentes.
Casi tres cuartas partes del crédito total concedido a los mercados en desarrollo de Europa del Este, América Latina y Asia durante el periodo del boom crediticio (4,7 billones de dólares). Y una cifra muy superior a la sangría de pérdidas que ha provocado hasta el momento la crisis financiera a las entidades de medio mundo (2,8 billones de dólares, según los últimos cálculos del Banco de Inglaterra).
Los préstamos transfronterizos que ha concedido la banca europea y británica a los mercados emergentes representa el 21% y el 24% de su PIB, respectivamente. Una cuantía muy superior a la exposición de la banca estadounidense, próxima al 4% de su PIB, o la banca de Japón (5%).
Elevada exposición de la banca de Austria
El país más expuesto a las economías emergentes es Austria, cuyo crédito exterior a estos países (sobre todo Europa del Este) representa casi el 85% de su PIB nacional. Y es que los bancos austriacos han desarrollado una estrategia de inversión "muy agresiva" en estos países, próxima a los 300.000 millones de dólares, según el citado documento, al que ha tenido accedo LD. Una cifra superior al crédito concedido por la banca alemana a este región de Europa.
De hecho, los bancos austriacos son los principales titulares de deuda de Hungría y Ucrania, cuyas economías están atravesando por importantes problemas, hasta el punto de tener que solicitar ayuda financiera al FMI y el BCE.
La debilidad económica de los países del Este se debe, sobre todo, al rápido e intenso crecimiento que han experimentado sus respectivos déficits por cuenta corriente, que en la actualidad asciende casi al 10% del PIB de estas economías (un porcentaje muy similar al de España). El déficit de la balanza por cuenta corriente refleja los ingresos y pagos por operaciones comerciales, servicios (turismo), rentas y transferencias que realizar los agentes económicos de un determinado país respecto al exterior.
Tal indicador muestra la necesidad de financiación externa de una determinada economía, ya que refleja la diferencia entre lo que consume y produce ún país. El déficit exterior de Europa del Este sitúa a esta región en una situación muy vulnerable en el actual contexto de crisis financiera y restricción del crédito. De hecho, su actual situación recuerda al colapso financiero que sufrieron los países asiáticos en los 90, según estos analistas.
Tal y como advierte un reciente informe elaborado en octubre por Morgan Stanley, el deteriorado sector financiero de la OCDE (grupos de países más desarrollados del mundo) se podría ver aún más asfixiado por el enorme volumen de crédito destinado a las economías emergentes.
El informe pone además el acento en algunos países, aparte de la enorme exposición de la banca austriaca. Las entidades de Reino Unido están muy expuestas a los mercados emergentes de Asia y América Latina. Tan sólo Polonia destaca como principal receptor de crédito procedente de Reino Unido en Europa del Este. La economía polaca se está deteriorando con rapidez, pero sus dificultades por el momento son menores que las que presenta Hungría o Ucrania.
Suecia ha prestado 123.000 millones a los países bálticos
Mientras, la banca sueca está muy expuesta a los países bálticos. Así, los tres países bálticos (Letonia, Lituania y Estonia) deben un total 123.000 millones de dólares, 83.000 de los cuales proceden de Suecia.
Los expertos también advierten de los riesgos que corre Italia. Y es que, la deuda pública italiana es una de las más grandes de los países desarrollados del planeta (equivale al 107% de su PIB). Además, la banca italiana también es una gran prestamista de Europa del Este. Una de sus principales entidades, Unicredit, cuenta con una deuda viva (pendiente de cobro) próxima a los 130.000 millones de dólares en estos países.
El crédito de España en América Latina
Por último, destaca la exposición de España a los países de América Latina. En este sentido, el documento señala que la banca nacional posee casi el 30% de la deuda transfronteriza viva en estos países (más de 300.000 millones de dólares), frente al 17% de la banca estadounidense. No obstante, la banca española sufrió fuertes caídas en la bolsa tras la decisión del Gobierno argentino de nacionalizar los fondos de pensiones privados.
Las tensiones en el mercado monetario continúan in crecendo en los mercados emergentes, cuyas divisas sufren cada vez más los efectos que se derivan de la huida de capitales extranjeros y el elevado endeudamiento exterior.
En este sentido, sus monedas nacionales corren el riesgo de sufrir un colapso al estilo de Islandia que, en caso de producirse, afectaría de forma contundente fuerza a la banca europea debido a su elevada exposición crediticia. Muy superior además a la que presenta la banca estadounidense.