La secuencia de los hechos señala una serie de coincidencias absolutamente desafortunadas. En primer lugar, Gabriel Calzada, columnista de Libertad Digital, recibió un paquete sospechoso de una empresa solar.
Al presidente del Instituto Juan de Mariana le resultó extraño que una compañía que recibe subvenciones que él ha criticado le enviase algo. Por eso, llamó a la empresa y preguntó por qué le habían mandado ese sobre. La contestación fue que “era una respuesta a los artículos que publicaba en Expansión”.
La forma del paquete y esta extraña frase preocuparon a Calzada, que decidió aprovechar su visita a los estudios de esRadio para pasar la caja por el escáner antes de abrirla. Su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que lo que había dentro era piezas del motor de un coche desmontadas. En ese momento, todos los que le acompañaban pensaron lo mismo: esto es una amenaza de tomo y lomo.
Todo parecía lógico: Calzada publica artículos críticos con las subvenciones a las renovables; eso hace perder dinero a algunas empresas; alguien decide mandarle un recadito; y cuando llama a la empresa a preguntar qué significa el paquete que tiene entre sus manos le dicen que es la “respuesta a sus artículos”. El malentendido se produjo porque Calzada hablaba de unas piezas del motor de un coche desmontadas y la telefonista de ThermoTechnic pensaba en un simple estudio sobre renovables.
A partir de aquí todo se precipitó. Diversos medios, entre ellos LD, publicaron la historia, tal y como está aquí contada. Pero cuando Pedro Gil, presidente de la compañía afectada, lo leyó, no podía dar crédito. Ni él ni nadie de su empresa haría nunca algo así. Como le dijo al propio Calzada por teléfono: “Soy una persona honrada”. Hay que destacar que desde el principio Calzada aceptó sus disculpas y creyó en sus palabras.
También LD se puso al habla con Gil y éste transmitió desde el primer momento su desolación por el mal rato que hubiera podido pasar Calzada y su preocupación por lo que era una muy mala publicidad para su empresa.
Al final, tras muchas pesquisas, se ha encontrado al responsable. La empresa de mensajería de Thermotechnic, Tourline Express, ha asumido el error. Ellos mandaron al Instituto Juan de Mariana unas piezas de coche desmontadas que debían ir dirigidas a un taller de coches. El resto es una historia de mala suerte, coincidencias desgraciadas y malentendidos.
LD pide disculpas a ThermoTechnic y a Pedro Gil por el error, y espera que no tenga ninguna consecuencia para su empresa. Del mismo modo, LD quiere destacar la amabilidad y corrección con la que Gil respondió a sus respuestas, incluso a pesar de que recibía la llamada de un medio que había publicado una noticia negativa para sus intereses.