LD (L. Ramírez) Un déficit exterior endémico, con una sobrevaloración de los activos inmobiliarios, una baja productividad, un mercado laboral demasiado rígido, mercados intervenidos que no facilitan la libre competencia y un enorme endeudamiento de las familias y las empresas (que ahora será acompañado por una mayor deuda del Estado), son los principales factores que lastrarán el crecimiento del PIB en los próximos años.
Las medidas aprobadas por el Gobierno para inyectar liquidez en los bancos y cajas de ahorros –con un coste total que, de momento, roza el 15% del PIB- sólo solucionarán los problemas financieros en el corto plazo, sin sentar las bases para que la recuperación de la economía real, es decir, la de las familias y las empresas que son, al fin y al cabo, los colectivos de los que depende la bonanza económica.
Así lo expresaron los economistas que participaron este miércoles en la XIV reunión del Observatorio Económico de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que en esta ocasión estuvo centrada en la crisis financiera internacional y sus repercusiones en la economía española.
Esta edición contó con la participación de Juan Velarde, catedrático de Economía y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales; Jaime Requeijo, catedrático de Economía aplicada; Fernando Fernández, rector de la Universidad Antonio de Nebrija; Luis de Guindos, ex secretario de Estado de Economía; y Alberto Recarte; economista y presidente de Libertad Digital.
Búsqueda de rentabilidad sin sentido del riesgo
Requeijo abrió la sesión con una visión de la “creciente complejidad de los mercados financieros” que ha sido distorsionada por “la transferencia de los riesgos en búsqueda de una mayor rentabilidad”. Además, en este sector “se actúa con un elevado apalancamiento”, es decir, financiando con deuda a largo plazo las inversiones a corto. Y la globalización ha provocado que exista un “alto poder de contagio” cuando existen problemas locales.
En este marco, la existencia de un mercado interbancario que sea eficiente es vital, ya que las entidades dependen de otras para poder hacer frente a sus necesidades de liquidez. Esta “tremenda importancia” del interbancario, como señaló Requeijo, es lo que ahora pone en riesgo el sistema con el estallido de la crisis subprime. Los bancos no se fían unos de otros y no hay crédito disponible.
“La búsqueda de la rentabilidad ha erosionado el sentido del riesgo”, señala el profesor, y se recurre al concepto de "azar moral”, es decir, al supuesto que lleva a pensar que una empresa hubiese tomado decisiones diferentes si hubiese sido totalmente consciente del riesgo que conllevaba tal decisión. En la práctica esto genera que tenga que existir un prestamista que, en última instancia, garantice la liquidez, es decir, los bancos centrales y los gobiernos.
Y este problema de liquidez ha llegado a España justo en un momento en el que la burbuja inmobiliaria se ha pinchado, con un “boquete exterior del 10 por ciento del PIB anual” y un endeudamiento privado insostenible desde que los bancos centrales volvieron a subir los tipos de interés, explicó Requeijo.
Los rescates bancarios, un mal menor
El siguiente en plantear su visión fue Luis de Guindos, quien coincidió con el enfoque de Requeijo y añadió al análisis la influencia de las nuevas normas de contabilidad en el proceso. Las últimas reformas obligan a contabilizar los activos en función de su valor de mercado, lo que ha sido fatal para salir de la crisis de las hipotecas basura en EEUU.
Como los activos hipotecarios (créditos y titulaciones) han dejado de comprarse y venderse en el mercado, estos activos no tienen valor, “lo que ha hundido los balances de algunos bancos”, señaló el ex secretario de Estado. Además, citó como otra “causa lejana” la política monetaria de los bancos centrales, que situó el precio del dinero en mínimos históricos favoreciendo el endeudamiento y penalizando el ahorro.
Con todo ello, “la causa próxima de la crisis es la percepción de los mercados de que los bancos no tienen suficiente capital para afrontar sus pérdidas en el balance. Por ello, se han puesto en marcha planes de rescate “basados en dos premisas: que no puede caer ningún banco y que los depósitos de los ciudadanos se garantizan”.
Estos planes se basan así en dos pilares: La inyección de liquidez y la compra de activos “tóxicos” (aquellos que han perdido su valor), así como la entrada del Estado en el accionariado de las entidades. “Cuando tienes gangrena en una pierna o te la cortas o te mueres, pero tienes que ser consciente de que, aunque salves la vida, sólo te queda una pierna”, explicó De Guindos. “El coste de no hacer nada era superior al del coste de los rescates”, apostilló.
Siguiendo con este símil, el ex secretario de Estado manifestó la necesidad de que “todos nos demos cuenta de que con una pierna no vamos a poder bailar la yenka, como hemos hecho hasta ahora”. Es decir, que “entramos en un periodo de recesión, con déficits presupuestarios que podrán alcanzar el 7 por ciento del PIB”.
Por ello es vital, según De Guindos, “abrir un debate sobre la economía de mercado y aclarar que no se trata de un fallo de mercado, sino de Estado”, en referencia a la potestad que tienen los bancos centrales (intervenidos) para decidir el tipo de interés, la variable más importante del sistema financiero.
España no evitará la recesión
Por su parte, Fernando Fernández definió la actual situación como una “crisis de complacencia” en la que los agentes pensaban que el crecimiento era ilimitado y que “los ciclos económicos habían muerto”. Según el rector de la Universidad Antonio de Nebrija con los planes de rescate “hemos evitado el desplome pero no la recesión”.
En España, la crisis inmobiliaria aumenta los problemas, ya que “normalmente un ajuste en este sector tiene una duración de entre 4 y 6 años”, con un “sistema financiero que estará tocado durante mucho tiempo y amenazará la solvencia de algunas entidades”.
Fernández calificó de “ingenuo” pensar que la crisis de EEUU ha sido la causa de la española y aseguró que la debacle financiera tendrá consecuencias sobre la economía real. Por lo tanto, y con el riesgo de que se le califique como “antipatriota” (en referencia a las críticas de Zapatero sobre el patriotismo de aquellos que explican la crisis española) aseguró que “de la crisis económica real aún no hemos visto nada”.
A este respecto, argumentó que España se enfrenta a una etapa larga de estancamiento y/o recesión económica, similar a la italiana o la japonesa que se traduciría en un gráfico con forma de “L”, es decir, caída para mantenerse en el suelo; en contra de la crisis de “V” que defiende el Gobierno, es decir, caída para luego volver a crecer al mismo ritmo de antes de la crisis.
En este punto, Juan Velarde, catedrático de Economía y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, apuntó que lo que él teme realmente es que “nos encontremos en una situación parecida a la de Argentina, donde tras una recesión la crisis sigue ahí”. Velarde hizo de moderador y no participó de la exposición con el resto de economistas.
Los “fantasmas” de la economía española
“No hay ningún plan económico en marcha (..) los fantasmas de la economía española vuelven a aparecerse. Son la brecha de precios con la eurozona, la baja competitividad, el déficit presupuestario y el desequilibrio comercial, así como la baja productividad y el paro (...) negar esto es un acto de ingenuidad que se merece un suspenso”, indicó el rector de la Universidad Antonio de Nebrija.
Las soluciones pasan, según Fernández, por una política activa de empleo que reduzca las cotizaciones sociales y la sustitución de las cuotas a la Seguridad Social por el pago del IVA.
Además, es necesario abaratar los costes de despido para evitar que los trabajadores con poca antigüedad soporten la crisis, mientras que los “protegidos” se salven; promover la unidad de mercado replanteando el modelo económico autonómico; favorecer la competencia y reformar las universidades para aumentar la productividad de los futuros empleados.
Recarte cerró la sesión haciendo una especial critica del “poder omnímodo y total de los bancos centrales sobre las decisiones de política monetaria”. Puso como ejemplo la política de “dinero barato” lanzada tras los atentados terroristas del 11-S en EEUU mediante la puesta en el mercado de “dinero barato”.
El sector financiero es el más intervenido de todos
“El sector financiero no es un sector libre, es intervenido, monopolista y total, arbitrario y discrecional”, señaló Recarte, “y las consecuencias de esto las pagan los ciudadanos”. A este respecto criticó el “populismo” de las decisiones de los gobiernos en materia económica, aunque defendió los planes de rescate, siempre que “el Ejecutivo no le diga a las entidades financieras lo que deben hacer con el capital”.
“En contra de lo que pasa en EEUU, no hay nada oculto en los balances de los bancos españoles. Hay problemas pero no sorpresas”. En cuanto a la situación actual de las entidades en España, Recarte explicó que “la burbuja inmobiliaria española es mucho mayor que la americana” y también los efectos adversos tras el pinchazo, ya que en EEUU un tercio de la riqueza de las familias depende de activos inmobiliarios, frente al 75 por ciento del patrimonio de las familias españolas.
Así, mientras que los fondos propios de los bancos tienen un volumen de 170.000 millones de euros, la deuda derivada de la actividad del ladrillo supera los 1,2 billones, de los que 320.000 millones son préstamos a las promotoras (fundamentalmente para la compra de suelo), 154.000 millones son créditos al sector constructor, 50.000 millones son préstamos a la industria y 630.000 millones son hipotecas de familias.
400.000 millones de créditos de dudoso cobro
De estos 1,2 billones, más de 400.000 millones de euros son créditos de dudoso cobro, por lo que las entidades tendrán que refinanciar los préstamos, los bancos centrales y gobiernos inyectar liquidez y “dejar de construir vivienda durante tres o cuatro años”.
En concreto, el economista estimó que las entidades financieras españolas necesitan una liquidez adicional de 300.000 millones de euros hasta el final de 2009, una cifra a la que esperó que se pueda hacer frente mediante las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo, así como a través de un progresivo auge de los depósitos en detrimento de los créditos y del plan de rescate del Ejecutivo.
Precisamente, en referencia a las medidas emprendidas por el Gobierno, Recarte esperó que, finalmente, no se limiten a utilizar el fondo del Tesoro Público para la compra de activos financieros, sino que se lleve a cabo una "recapitalización pura y dura" de bancos y cajas.
En este sentido, abogó por una modificación en la legislación que convierta a las cajas de ahorro en Sociedades Anónimas. "Sería muchísimo mejor porque tendrían una vía para recapitalizarse", añadió.
(Fotos: David Mudarra - FAES)
(Fotos: David Mudarra - FAES)