(Libertad Digital) Las familias españolas no se fían de los mensajes optimistas que lanza el Gobierno, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Los ciudadanos están reduciendo su consumo como consecuencia de las malas perspectivas económicas, ya que las hipotecas se han disparado con la escalada alcista del Euribor, el mercado laboral destruye empleo y los precios suben más del doble que el objetivo del 2 por ciento que establece el Banco Central Europeo (BCE).
Aunque la crisis está afectando a todos los países de la UE, la confianza de los consumidores españoles cae con más fuerza que en el resto de los Estados miembros y sitúa el indicador en mínimos históricos. Sólo portugueses, húngaros y griegos están más preocupados que los españoles, según la oficina estadística comunitaria, Eurostat, recogidos por el blog Wonkapistas y a los que ha tenido acceso LD.
UE-27: Indicador de confianza del consumidor (sep 2008)
La oficina europea elabora el indicador del consumidor desde 1985 y sirve –además del publicado en España por el Instituto de Crédito Oficial (ICO)- para conocer lo que piensan los ciudadanos sobre la política económica de sus gobernantes y sus sensaciones sobre la evolución de los ingresos y gastos familiares, así como sus previsiones de inversión y ahorro.
Así, según Eurostat, el indicador en España se ha desplomado, con una tasa negativa de 39,2 puntos, la menor de la historia y que refleja el hundimiento de la confianza de las familias que se empezó a producir a principios de año. Entonces, antes de las elecciones, todavía había un buen número de españoles que confiaba en que la economía remontaría el vuelo –y, por lo tanto, mejorarían sus finanzas particulares- pero esto en la actualidad es una quimera.
España y UE-27 (1985-2008): Indicador de confianza del consumidor
(Ajustado estacionalmente)
El anterior mínimo para España fue del de octubre de 1992, con una tasa negativa de 37,4 puntos. Y la situación no es extensible al resto de Europa, ya que en la UE-27 el valor del indicador de confianza se sitúa en una tasa negativa de 18,6. Es decir, que la desconfianza de las familias españolas en la evolución de la economía duplica la media comunitaria.
Además, el indicador del ICO hecho público este jueves, certifica el análisis de Eurostat. El ICC-ICO se redujo en septiembre 1,9 puntos respecto al mes anterior, ya que la variable que mide las expectativas cayó 3,7 puntos. Así, el índice se sitúa en los 49,5 puntos, lo que supone una caída de casi el 50 por ciento en los últimos doce meses.
Las familias no se fían del Gobierno
Por lo tanto, los españoles no creen al Ejecutivo. Aunque el Gobierno siga defendiendo a capa y espada que la economía crecerá un 1,6 por ciento este año, y un 1 por ciento el siguiente, la Comisión Europea avisa de que España ya ha entrado en recesión, y que tendrá, por lo tanto, al menos dos trimestres consecutivos de caídas del Producto Interior Bruto (PIB).
El vicepresidente Solbes recibe estos datos con cautela, y admite que “rozamos el larguero de la recesión” y que es posible que “algún trimestre” la actividad productiva caiga “alguna décima”.
Sin embargo, para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, los datos de la Comisión Europea no son fiables, porque sus técnicos “siempre fallan”, tal como dijo al líder del PP, Mariano Rajoy, recientemente en el Congreso de los Diputados.
Durante su comparecencia defendió la “fortaleza” de la economía española y la “solidez” del sistema financiero nacional, argumentos que volvió a emplear en su reciente visita a Nueva York, donde pretendía convencer a los empresarios de que inviertan en España.
No obstante, no mencionó que el déficit presupuestario de las Administraciones Públicas llegará al 1,9 por ciento del PIB el próximo año y que el Gobierno se ha gastado más de 22.000 millones de euros en lo que va de año, lo que ha dilapidado el superávit y supone un incumplimento de la Ley de Estabilidad. Y la tasa de paro seguirá subiendo, al menos, hasta el 12,4 por ciento en 2009, según Solbes. Con este panorama, es normal que las familias no vean con espíritu positivo el futuro de la economía española.