El académico consideró que tanto EEUU como la UE tendrían que inyectar este año a la economía fondos equivalentes a cerca del 4 por ciento de su PIB, lo que en el caso europeo supone en torno a 385.000 millones de euros, casi el doble de lo acordado por los Veintisiete en su plan de reactivación (200.000 millones). Advirtió de que las dos primeras economías del planeta hacen "exactamente lo mismo" que Japón en su última crisis, al reaccionar de manera "lenta e inadecuada".
Krugman admitió que la respuesta europea a la desaceleración tiene algunas limitaciones, dado que no tiene ni una política fiscal común ni un Gobierno único: "En este momento sería útil que Bruselas tuviera más poderes", señaló.
Pero también apuntó que el hecho de contar con un estado del bienestar más desarrollado que al otro lado del Atlántico ayuda, ya que obliga a aumentar el gasto público de manera automática y se limita la extensión de la miseria.
Desde la Comisión Europea, el titular de Industria, Günter Verheugen, quien compareció junto a Krugman, dejó claro que la UE no va a aprobar nuevas medidas de impulso hasta comprobar el resultado de las ya adoptadas. "El grueso del paquete europeo de reactivación empezará a dar resultados más adelante", vaticinó Verheugen, que se cuestionó además la utilidad de inyectar más dinero a la economía mientras no se restaure la normalidad en el sector financiero.
También el portavoz jefe del Ejecutivo comunitario, Johannes Laitenberger, trató de rebatir las críticas de Krugman y destacó el esfuerzo fiscal "sin precedentes" acometido por la UE para reactivar la economía. Laitenberger insistió en que los Veintisiete van a gastar con ese objetivo fondos equivalentes al 3,3% de su PIB, una cantidad que podría incluso aumentar hasta el 4%.
Según el desglose efectuado por el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, hace un par de semanas, las medidas adoptadas hasta la fecha suponen el 1,1% del PIB comunitario, más un 1,7% adicional del efecto de los estabilizadores automáticos y otro 0,5% de iniciativas que no afectan al presupuesto (como las recapitalizaciones bancarias).
La contabilización del esfuerzo presupuestario de los Veintisiete contra la crisis suscita numerosas críticas, por la inclusión junto a las medidas coyunturales de los llamados estabilizadores automáticos, que miden el gasto derivado directamente de la caída de la actividad, como por ejemplo el aumento de las prestaciones por desempleo.
También suma partidas que ni siquiera han recibido el visto bueno de los Estados miembros, como los 5.000 millones de euros del presupuesto comunitario para proyectos de energía y expansión de internet.
Asimismo, como denuncia la presidenta de la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, la socialista francesa Pervenche Berès, se han incluido inversiones en infraestructuras que ya estaban previstas y en las que simplemente se han adelantado los pagos.