Tal vez sea una de las preguntas más recurrentes que me hacen esta temporada, razón por la cual me he decidido a escribir una serie de tres artículos al respecto, recreando una serie de escenarios basados en experiencias pasadas vividas por otras economías en procesos similares, tales como Argentina durante el "corralito" o las crisis de deuda protagonizadas por los países en vías de desarrollo en los años 80.
Si bien no deja de ser un ejercicio intelectual, nos permite a todos plantearnos cuestiones de aplicación práctica, al respecto de su capacidad para enfrentar estas condiciones. Vaya por delante que el desarrollo futuro de las cosas no está en manos de nadie, ni nadie lo conoce a día de hoy, pero sí podemos asumir que, si se dan las circunstancias descritas, los escenarios planteados no diferirán mucho del real.
La primera pregunta que plantean muchos es la siguiente: ¿qué va a pasar cuando nos intervengan? La respuesta es sencilla, ya nos han intervenido en mayo. El Sol volvió a salir tras ese fin de semana, nuestro planeta sigue girando y España no se ha hundido en las aguas, víctima del sobrepeso del ladrillo. El Gobierno ha perdido su autonomía en la gestión del país y recibe las instrucciones desde Bruselas, todo ello englobado en un proceso de tira y afloja, pues es normal que no le haga ninguna gracia tener que adoptar medidas que saben les acarrea un fuerte coste electoral.
Nuestras emisiones de deuda pública, así como la liquidez de nuestro sistema financiero, dependen totalmente del Banco Central Europeo, así como de la cobertura que en estos momentos realizan los socios fuertes de la Unión. En caso contrario, ya hace tiempo que estaríamos en default (impago de nuestras deudas), como el resto de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, con sus siglas en inglés).
Pues bien, ya estamos intervenidos, ¿y ahora, qué? Aquí comienza la terra incógnita, donde los economistas pueden desarrollar escenarios que van desde un mantenimiento de la situación actual, en espera de una mejora general de la situación macroeconómica en Europa, que tire de nuestra economía a través de una mejora en nuestra balanza de pagos (escenario dulce).
Hasta los escenarios más duros, con un default en cascada de los PIIGS, quiebra de medio sistema financiero europeo, salida descontrolada del euro, crisis de balanza de pagos en dichos países, con depresión económica de caballo de regalo. Los más optimistas pueden extender el escenario hasta los conflictos bélicos y el fin del mundo. Pero dejemos dichos escenarios por el momento, entre otras cosas porque, en caso de producirse, continuaremos ustedes y yo esta charla en un futuro al abrigo de una hoguera, bajo un puente, mientras cenamos chopped de rata.
Centrémonos en un escenario moderado, sostenido por la evolución actual de los agentes que intervienen en esta crisis: Gobierno, Unión Europea y Fondo Monetario Internacional.
La realidad de los hechos es que el Gobierno de Zapatero va tomando las medidas que desde Bruselas se le piden a regañadientes, descafeinadas y dilatando la implantación de las mismas en lo posible. Es lo que tiene ser un diletante rodeado de palmeros. Mientras, la situación sigue empeorando: las empresas continúan cerrando, los resultados de la banca se desploman, el paro sigue creciendo, los ingresos fiscales disminuyen, la morosidad aumenta y la demanda interna se colapsa.
Lo único que nos mantiene enteros es el hecho de que Bruselas nos da soporte mientras discute, negocia y decide los mecanismos de rescate definitivos, junto con el paquete de medidas a exigir como contrapartida. Mientras, llevarán a Portugal al mismo camino seguido ya por Grecia e Irlanda, y luego nos tocará a nosotros, allá por el verano de este año, el otoño a más tardar.
Plan de rescate
El rescate de España marcará el inicio del proceso de reestructuración en serio, que es sobre lo que estamos discutiendo en la actualidad (medidas de ajuste a adoptar, efectividad de las mismas, coste social y económico, cambios inducidos en la economía derivados de las mismas y resultado final, junto con los plazos involucrados en el proceso). Ya nadie que sea mínimamente realista discute la necesidad del rescate, se discute la fecha del mismo y el importe.
El plan de rescate se compondrá de dos elementos diferenciados: línea de liquidez de emergencia y fondo de largo plazo para reestructuración de la deuda. La primera tiene como finalidad atender las necesidades más urgentes de liquidez de los países rescatados, evitando que caigan en un default de sus pagos de deuda, así como para atender el déficit de financiación en sus gastos corrientes. El segundo tiene como misión actuar de soporte y respaldo al mayor concurso de acreedores jamás visto en el planeta. Todo ello a través del EFSF (Fondo de rescate europeo) y, posiblemente, de una línea específica habilitada por el FMI.
Mediante el mismo, se procede a una reestructuración de la deuda pública y privada de los países concursados, mediante los mecanismos de "quita" (descuento en las cantidades debidas) y "espera" (alargamiento del plazo de devolución de las mismas).
Plan de ajuste
Como contrapartida de este macro rescate, Bruselas impondrá, junto con el FMI en caso de participar, un plan de ajuste en cada uno de los países, que supone la implantación de numerosas medidas que, en teoría, corrijan los desequilibrios macroeconómicos de cada una de estas economías, generando las condiciones necesarias para un regreso al crecimiento que les capacite para pagar sus deudas.
Esto es la teoría, la práctica suele arrojar resultados diferentes, pues las experiencias previas con planes de ajuste del FMI no es que hayan resultado muy bien precisamente, comportándose más bien como el caballo de Atila.
En el próximo artículo veremos un breve desglose de las medidas que habitualmente se adoptan en estas circunstancias, tratando de llevarlas a resultados en el ciudadano de a pie.
Mientras tanto, les dejo con una cita que aplica muy bien a este tema:
Llamamos al Estado para que administre la economía de la miseria, pero protestamos cuando quiere intervenir en la economía de la prosperidad.
José María Tallada
Sean buenos... si pueden.