Así lo aseguró hoy el presidente del comité de empresa europeo de Opel, Klaus Franz, al término de la reunión que los representantes sindicales mantuvieron con el consejero delegado interino de General Motors Europa, Nick Reilly.
De confirmarse las cifras avanzadas por el líder sindical, el recorte de puestos de trabajo para la factoría aragonesa sería similar al acordado con Magna, antes de que General Motors revocara sus planes para vender Opel al fabricante canadiense de componentes.
Franz avanzó que el sindicato IG Metall no aceptará las bajas previstas para las factorías alemanas que, según los planes de General Motors, concentrarán entre el 50% y el 60% de los despidos de la reestructuración.
En concreto, la planta alemana que se vería más afectada por el plan de ajuste sería Ruesselsheim, que sufriría 2.500 bajas. Además, General Motors pretende eliminar casi 1.800 empleos en Bochum, 300 en Eisenach y otros 300 en Kaiserslautern. Con ello, en Alemania se producirían 4.900 despidos.
Por lo que respecta a la planta belga de Amberes, la empresa plantea un doble escenario: el cierre de las instalaciones, que conllevaría la eliminación de 2.321 empleos, o la producción de un pequeño todoterreno, que reduciría el ajuste a 750 puestos de trabajo.
Klaus Franz añadió que las fábricas de Hungría y de Austria no sufrirían ningún ajuste de plantilla, como tampoco se producirían reducciones de empleo en las instalaciones británicas de Ellesmere Port ni en la factoría polaca de Gliwice.
Por último, el líder sindical, uno de los impulsores del fallido acuerdo con Magna, anunció que IG Metall pedirá el apoyo del Gobierno alemán, y comentó que Reilly no presentó ninguna propuesta concreta sobre la mayor independencia de Opel respecto a su matriz.