El plan preveía la eliminación de al menos un 90 por ciento de los 27.200 millones de dólares de deuda no asegurada de General Motors a cambio de un 10 por ciento de las acciones de la nueva compañía que surgirá tras la reorganización.
Pero los acreedores y tenedores de bonos del que fuera hasta el año pasado el primer fabricante de automóviles del mundo, consideran que la oferta es un insulto, especialmente comparado con lo que recibirán los trabajadores de General Motors y los acreedores de la deuda asegurada. General Motors reconoció el fracaso de su oferta en un comunicado dado a conocer poco antes de la apertura de Wall Street.
"La cantidad principal de deuda ofrecida fue sustancialmente inferior a la cantidad requerida por GM para satisfacer la reducción exigida en su acuerdo de préstamo con el Departamento del Tesoro" dijo el fabricante a través de un comunicado.
La oferta de canje había expirado a la medianoche del martes. Dado que ninguna de las condiciones se ha cumplido, General Motors ha cancelado la oferta de cambio de deuda por acciones. El canje era uno de los requisitos demandados por el Gobierno estadounidense para que General Motors pueda seguir recibiendo dinero público.
Desde diciembre, Washington ha proporcionado al fabricante 19.400 millones de dólares lo que le ha permitido seguir operando sus factorías en el país. En Canadá, GM también ha tenido que recurrir a préstamos gubernamentales.
Como en el caso de Chrysler, que se encuentra en quiebra desde el 30 de abril, General Motors llegó a acuerdos con sus trabajadores para reducir sus costes laborales y cargas financieras relacionadas con la deuda que la empresa mantiene con ellos. General Motors debe a sus trabajadores unos 20.000 millones de dólares en concepto de aportaciones a un fondo de inversiones que tiene que proporcionar prestaciones sanitarias a empleados y pensionistas.
Sin el acuerdo con los acreedores, General Motors se tendrá que declarar en quiebra a más tardar el próximo 31 de mayo, cuando se cumple el plazo dado por el presidente estadounidense, Barack Obama, para completar su plan de reestructuración. El presidente de GM, Fritz Henderson, ya advirtió hace semanas que no esperaría hasta el 31 de mayo si antes resultaba evidente que la empresa no puede cumplir con los requisitos de la administración Obama.
El periódico The Washington Post dijo el miércoles en su edición digital que la administración Obama ya indicó que "efectivamente nacionalizaría" General Motors y pondría la mayoría de la compañía en manos del sindicato United Auto Workers (UAW).
El rotativo también dijo que Washington estaría preparado para prestar otros 30.000 millones de dólares a GM (que se añadirían a los 19.400 millones ya concedidos). Canadá estaría dispuesto a conceder 9.000 millones de dólares adicionales para mantener su cuota de producción en ese país, alrededor de un 20 por ciento de la producción total norteamericana de GM.
1,3 millones empleos, en riesgo
Según el plan del Departamento del Tesoro, Washington terminaría controlando el 70 por ciento del accionariado de la nueva GM, UAW tendría un 17,5 por ciento, los acreedores un 10 por ciento y el Gobierno canadiense el 2,5 por ciento restante.
Una bancarrota fallida de alguno de los grandes fabricantes de vehículos de Estados Unidos que están atravesando una crisis sin precedentes podría dejar sin empleo a 1,3 millones de personas, según un nuevo informe publicado por un centro de investigación privado.
El Center for Automotive Research advierte en su último estudio de las consecuencias que tendría para la economía estadounidense una bancarrota mal llevada por parte de General Motors o Chrysler, dos de sus tres grandes multinacionales del sector en problemas, informa Europa Press.
"Más de 1,3 millones de trabajos se perderían sólo en el primer año si las bancarrotas resultaran ser un proceso demasiado largo y desordenado", afirman los investigadores del centro, que añaden que el funcionamiento de las dos grandes compañías de Detroit se vería reducido en un 90 por ciento.
El estudio añade que el grupo Ford y los otros fabricantes extranjeros presentes en Estados Unidos perderían también un 50% de su producción en ese primer año por la escasez de componentes de vehículos o por la venta de los inventarios de GM y Chrysler a precios de ganga.
"Las autoridades deberían tener en cuenta estas cifras para asegurar una reestructuración exitosa de GM y Chrysler", afirmó el economista jefe del centro Sean McAlinden. "Si las bancarrotas no tuvieran éxito el Gobierno perdería 37.000 millones de dólares en dos años", advirtió.