LD (Lorenzo Ramírez) El Tesoro Público español sigue inundando el mercado de bonos, letras y obligaciones, es decir, de deuda necesaria para financiar el agujero de las arcas públicas.
Según el presidente del Gobierno, el país tiene margen para aumentar su endeudamiento público porque el peso de esta variable respecto al PIB fue del 39,5% al cierre de 2008 contando a todas las Administraciones Públicas, lejos del límite del 60% que establece la Unión Europea.
Pero es sólo cuestión de tiempo alcanzar este peso del 60%. Sobre todo después de conocerse que el Tesoro ha adjudicado este martes 2.949 millones de euros en una subasta de letras con vencimiento a tres y seis meses.
Se trata de la segunda subasta en pocos días, ya que el pasado 26 de mayo lanzó 7.000 millones en obligaciones del Estado a 10 años, similar a la realizada el 3 de febrero.
En la emisión efectuada este martes el Tesoro ha tenido que elevar los intereses que paga situándola en el entorno del 1%. Esta rentabilidad es bastante alta, tratándose de letras a tres y seis meses. En cuanto a las obligaciones, los intereses alcanzan ya el 4,6%.
A medida que va avanzando el año, las emisiones masivas de deuda soberana de casi todos los países han creado una feroz competencia. Los estados con las finanzas más saneadas y menos necesidad de fondos pagan menos intereses, ya que la posibilidad de impagos es menor que en el caso de países que, como España, incrementen su deuda y déficit de forma desproporcionada.
El Tesoro conoce estos riesgos, por ello, se está dando prisa en apurar el calendario de emisiones. Fuentes del Fisco admiten que “es muy probable que en los próximos meses se encarezca la financiación, por tanto, es el momento de coger buenos precios y por ello se adelanta el calendario”.
La avalancha de papel del Estado es de tal magnitud que en unos meses ha salido al mercado a financiarse por una cantidad similar a la que utilizaba anteriormente para todo el año.
En 2008 las emisiones netas de deuda se dispararon hasta los 51.300 millones de euros, frente a una previsión inicial de cerca de 30.000 millones. La causa, según admite el departamento que dirige Soledad Núñez, se encuentra en “las necesidades de financiación asociadas a las medidas de política económica emprendidas por el Gobierno para hacer frente a las consecuencias de la crisis”.
El derroche de gasto público del Gobierno español anticipa una nueva rebaja de la calidad de la deuda soberana que -junto con las emisiones de las comunidades autónomas- se acercará al 60% del PIB en un año. Los costes por intereses se van a triplicar en 2009. El déficit no sale gratis.