La operación se realizará a través de una 'joint venture' entre las autoridades de Dengfeng, la ciudad donde se encuentra el templo budista, y la compañía pública China Travel Service (CTS), que podría cotizar en los parqués de Hong Kong o Shanghai en 2011, según informa el diario Daily Telegraph, que cita fuentes gubernamentales chinas.
En concreto, la entidad se haría cargo de los ingresos derivados por la venta de entradas al templo, que ascienden a unos 150 millones de yuanes al año (15 millones de euros), así como de la gestión de otros activos bajo la marca, aunque las fuentes consultadas precisaron que el edificio del templo no será incluido entre los activos de la nueva compañía.
El año pasado, más de 1,6 millones de turistas viajaron a la provincia china de Henan para visitar el Templo Saholin y asistir a las exhibiciones de artes marciales de los monjes, quienes también celebran giras por todo el mundo. "La 'joint venture' contribuirá a promocionar el turismo en la región", señalaron las fuestes gubernamentales, que precisaron que "el propio templo y su herencia cultural no formarán parte de la sociedad".
Se prevé que CTS asuma una participación del 51% en la sociedad conjunta mediante una aportación de capital de unos 100 millones de yuanes (algo más de 10 millones de euros), aunque un portavoz de la empresa pública declinó comentar la operación. Sin embargo, el diario chino 'Oriental Morning Post' informa de que ambas partes suscribieron un principio de acuerdo el pasado 21 de octubre por el que la ciudad de Dengfeng inyectará seis millones de yuanes (612.000 euros) en la sociedad.
Esta operación supone un paso más en la estrategia del abad del Templo, Shi Yongxin, en la conversión del Templo Shaolin en una marca de alcance global, para lo que emprendió una agresiva campaña para proteger la utilización de la imagen de la institución y sus monjes, mientras que ha colaborado en la producción de diversas películas sobre artes marciales, una postura que los críticos de su gestión consideran que ha supuesto una excesiva comercialización del Templo Shaolin.
Sus defensores recuerdan que antes de su llegada al cargo, hace más de una década, el centro religioso se encontraba abandonado y prácticamente en ruinas.