LD (Lorenzo Ramírez) Tras la fiebre de la captación de depósitos, ahora llega el turno de las participaciones preferentes.
El incremento de la morosidad obliga a bancos y cajas de ahorros a aumentar su capital y ya quedan pocas opciones en los mercados, sobre todo tras la decisión de los Gobiernos de todo el mundo de emitir deuda para aumentar su gasto público con el objetivo de paliar los efectos de la crisis, aún a costa de aumentar sus agujeros presupuestarios, lo que dificultará la recuperación.
Además, la agencia de calificación financiera Moody´s se prepara para rebajar la calidad de 36 entidades españolas, así como las calificaciones de deuda senior y de depósitos de 34 de ellos, entre los que se encuentran los grandes bancos y la mayoría de las cajas. Esto dificultará aún más la captación de fondos, aunque desde el Gobierno se siga insistiendo en que lo peor de la crisis ya ha pasado.
De hecho, en España los problemas todavía siguen ocultos, porque los mayores impagos que están sufriendo las entidades financieras -los de los créditos los promotores inmobiliarios- no se contabilizan en los balances porque los han refinanciado. Es decir, les han permitido pagar dentro de tres, cinco y hasta siete años, siempre que tengan dinero, en caso contrario quebrarán las promotoras y los bancos se quedarán con el agujero.
Instrumento complejo y con alto riesgo
Para los inversores se trata de un instrumento complejo y de riesgo elevado que puede generar alta rentabilidad, (a partir del 7%) pero también pérdidas dependiendo de la situación del mercado, tal y como advierte la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Las participaciones preferentes refuerzan los ratios de solvencia de las entidades financieras en un momento en que los inversores de las plazas de todo el globo tienen los ojos puestos en referencias como el core capital y el “Tier1” a la hora de tomar decisiones de compra y venta de títulos.
Su retribución está condicionada a la obtención de beneficios distribuibles por parte del emisor o de su grupo, y sólo pueden amortizarse si la entidad lo considera adecuado, lo que suele producirse a partir de los cinco años no da visibilidad a las previsiones de rentabilidad.
Además, a pesar de considerarse preferentes, se sitúan en el orden de recuperación de los créditos por detrás de los acreedores comunes y subordinados, por delante de las acciones ordinarias y en el mismo nivel que el resto de las participaciones emitidas o que pudiera emitir en un futuro al emisor.
La CNMV también recuerda en su información que las participaciones preferentes no cotizan en Bolsa, sino que se negocian en un mercado organizado, y aunque pueden tener un contrato de liquidez ésta es limitada, por lo que no es fácil deshacer la inversión una vez realizada.