El comunicado oficial publicado ayer por los líderes de la UE sobre el plan de rescate griego no descubre todas sus cartas y da una imagen distorsionada de la realidad. El plan, que logró el respaldo de los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona, fue pactado previamente por Francia y Alemania y, en esencia, consiste en la combinación de préstamos bilaterales voluntarios por parte de los países miembros con una aportación "sustancial" del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Preguntado por los detalles del reparto de las contribuciones o de los tipos de interés aplicables, el presidente galo, Nicolas Sarkozy, rechazó hablar de cifras bajo la excusa de que serían "utilizadas de inmediato por la especulación". "El objetivo es decir que Grecia no está sola", recalcó, para después apuntar la "solidaridad" de los países europeos. Las claves anunciadas giran en torno a tres ejes fundamentales:
En primer lugar, se trata de un plan “preventivo” y su objetivo es “no utilizarlo”, según Sarkozy. Pero ¿cómo? La cuestión es que será el FMI el primero en desembarcar en Atenas, aportando la primera tanda de ayudas financieras, siempre y cuando Grecia pida apoyo oficialmente. Es decir, una vez que el Gobierno heleno se declare en quiebra. Algo que es tan sólo cuestión de tiempo, según los analistas de la banca internacional. Si la ayuda del FMI no es suficiente, será entonces cuando se discutirá la aprobación de créditos bilaterales “voluntarios” por parte de los socios comunitarios, tal y como avanzó LD.
En segundo lugar, el plan estará dotado con hasta 25.000 millones de euros. El FMI contribuiría con 10.000 millones de euros, mientras que los préstamos bilaterales voluntarios oscilarían entre los 12.000 y los 15.000 millones de euros. Según las fuentes consultadas, las contribuciones de los países de la eurozona se basarán en sus respectivas cuotas en el capital del Banco Central Europeo (BCE).
La cuota de España en el capital del BCE asciende al 8,3%. No obstante, la contribución final española podría situarse alrededor del 12,5% del total, teniendo en cuenta que los países de fuera de la eurozona, que también aportan capital al Banco, no contribuirán en principio al rescate griego.
Considerando estas variables, las autoridades españolas calculan que aportarán al plan unos 2.000 millones de euros. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aclaró que esta participación computará como deuda y no como déficit al tratarse de préstamos. La cuota de Alemania se sitúa en el 18,9%, la de Francia en el 14,2% y la de Italia en el 12,4%.
Nuevas sanciones
En tercer lugar, se creará un grupo de expertos con representantes de los Gobiernos, la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) para endurecer las sanciones contra los países que superen los límites de déficit y deuda, y evitar así que se repita un nuevo caso como el de Grecia. Las propuestas deberán estar listas antes de que acabe el año. Asimismo, el eurogrupo trabajará para avanzar hacia una gobernanza económica europea, reforzando la cooperación de los socios en esta materia.
Por último, dos medidas adicionales. Los créditos bilaterales no ofrecerán financiación “a los tipos de interés medios de la zona euro”, sino que fijarán “incentivos para volver a la financiación del mercado lo antes posible mediante un precio basado en el riesgo". Es decir, los tipos de interés no incluirán ningún tipo de subvención.
En la actualidad, Grecia paga un interés superior al 6% en su deuda pública a 10 años. Además, el BCE acordó ayer extender más allá de 2010 sus mecanismos de liquidez para seguir aceptando como colateral deuda de baja calidad. De este modo, permitirá seguir usando los bonos helenos como garantía para conceder préstamos, salvando así a las entidades alemanas y francesas y, por extensión, dando aire al sistema financiero griego, que podrá descontar tales bonos en la ventanilla del BCE para lograr liquidez.
Las variables ocultas
Hasta aquí lo que se ve, pero existen otras variables no tan explícitas que se han intentado ocultar. La más importante se refiere al coste real del rescate. El eurogrupo estima que ascenderá a cerca de 25.000 millones de euros, pero esta cuantía tan sólo serviría para cubrir las necesidades de financiación de Grecia hasta mayo. Por ello, según los analistas consultados por la revista británica The Economist, la factura será muy superior. En concreto, 75.000 millones de euros, el triple de lo estimado inicialmente por Bruselas.
El plan tan sólo es una “solución temporal. Se necesitarán años para reparar las finanzas públicas de Grecia, lo que significa un fondo de rescate mucho más grande si se quiere evitar la quiebra”. Atenas deberá recibir asistencia financiera mientras lleva a cabo un ambicioso plan de ajuste fiscal, el mayor de su historia. Y ello, sin poder devaluar su moneda. De ahí que, según los expertos, precisará mucho más tiempo para lograr el ansiado reequilibrio fiscal. En concreto, cinco años para reducir el déficit al 3% del PIB (en la actualidad roza el 13%).
Las proyecciones indican que Grecia precisará un endeudamiento extra de 75.000 millones de euros hasta 2014, con lo que su nivel de deuda escalará hasta el 152% del PIB. “Esta cifra es un indicador aproximado de la cantidad de ayuda financiera que puede requerir Grecia”, indica el semanario.
Expulsión de países
Por otro lado, en el ámbito del endurecimiento de sanciones, los líderes de la UE han rechazado ofrecer detalles. Sin embargo, el acuerdo alcanzado entre Berlín y París, base del plan acordado ayer, incluye la posibilidad de reformar los tratados de la UE para negar el derecho a voto en el seno de la UE a los países que precisen ayuda y sean reiteradamente incumplidores con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (déficit máximo del 3% y deuda del 60% del PIB).
Es más, ambos países acordaron también la expulsión de países de la zona euro, tal y como exigía la canciller alemana, Angela Merkel. Sobre este aspecto, los líderes reunidos ayer tan sólo señalaron que están abiertos a estudiar "todas las opciones", incluida pues la expulsión del euro acordada entre ambas potencias.
Además, la concesión in extermis de los citados préstamos bilaterales voluntarios, en caso de que sea necesario, dependerá en última instancia de la voluntad de Berlín, ya que deberán ser acordados por unanimidad entre los miembros de la zona euro.
Por último, la intervención del FMI no es vista con buenos ojos por el BCE. El presidente de la entidad, Jean-Claude Trichet, señaló ayer en la cadena de televisión francesa Public Senat que el apoyo financiero a Grecia procedente del exterior (FMI) es "muy, muy malo".
Horas después, sin embargo, Trichet negó haber criticado la intervención del Fondo. "Nunca lo he dicho. Siempre he dicho que lo que era importante era preservar la responsabilidad de los gobiernos de la zona euro", aseguró Trichet en rueda de prensa en Bruselas al término de la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. “Estoy contento con el acuerdo".