LD (M. Llamas) El coste inicial de 700.000 millones de euros que contemplaba el Plan Paulson para salvar a la banca de EEUU queda muy lejos, pese a que ha transcurrido menos de un mes desde su aprobación en el Congreso y en el Senado.
En principio, este dinero estaba destinado a comprar la mala deuda crediticia que acumulan en sus balances las entidades estadounidenses. Sin embargo, el Gobierno federal ha optado finalmente por imitar el plan de rescate aplicado por el Ejecutivo británico, consistente en recapitalizar los bancos mediante la compra de acciones por parte del Estado.
Así, poco después de la aprobación del mega-rescate en EEUU, el Gobierno de Bush, con el secretario del Tesoro a la cabeza, Henry Paulson, anunció la adquisición de acciones bancarias por valor de 250.000 millones de dólares. Sin embargo, ese mismo paquete incluía otras partidas de gran relevancia, y cuya aplicación disparará el coste inicial del plan público.
El Estado avala la deuda bancaria
El Gobierno de EEUU pretende cubrir cerca de 1,9 billones de dólares de nueva deuda y depósitos de los bancos estadounidenses. Junto a la compra directa de acciones bancarias por parte del Estado, la presidenta de la Comisión Federal de Seguro de Depósito (FDIC), Sheila Bair, anunció que el Gobierno avalará (mediante la emisión adicional de deuda pública) cerca de 1,5 billones de dólares en deuda no asegurada senior emitida por los bancos y las empresas, y que garantizará 500.000 millones de dólares en cuentas de depósitos para transacciones, que las compañías emplean generalmente para cubrir pagos de salarios y proveedores.
Según Bair, dicho programa "temporal" de garantías de liquidez es una "medida profunda y sin precedentes" que impulsará significativamente la confianza en los mercados de crédito. Es lo "más grande que haya hecho jamás la FDIC, y creo que es solo un signo de los tiempos", según señaló Bair en una conferencia telefónica con periodistas.
Pánico bancario
Bair señaló que la mayor protección es de crucial importancia para las transacciones de las empresas, que generalmente son superiores al límite anterior de seguro de 250.000 dólares. La funcionaria dijo que esas cuentas se habían convertido en "un problema", porque las empresas estaban retirando depósitos de los bancos más pequeños y llevándolos a los bancos más grandes, a los que perciben como más seguros, informa Reuters.
La salida de fondos ha estado causando una crisis de liquidez en los bancos más pequeños, "que de otra manera eran (instituciones) bastante saludables y viables". Las garantías sobre los depósitos, que entrarán en vigencia inmediatamente, se aplican a cuentas de depósitos sin intereses y concluirán a finales del 2009, según admitió.
La garantía de deuda de la FDIC cubre las obligaciones senior no aseguradas emitidas entre el 14 de octubre del 2008 y el 30 de junio del 2009. La garantía sobre esa deuda se extenderá durante tres años. Bair dijo que la agencia será capaz de eliminar las medidas después de que acabe su vigencia debido a que es una solución temporal para un problema temporal. "Estamos lidiando con un problema de confianza, no con un tema de solvencia de capital", indicó.
Los candidatos apoyan la compra de hipotecas impagadas
Pese a ello, las turbulencias financieras están lejos de remitir, según los analistas consultados por Libertad Digital. De hecho, todos los salvavidas lanzados hasta el momento por los bancos centrales desde el estallido de la crisis subprime el pasado año no han servido absolutamente de nada.
Y es que, más allá de una crisis de liquidez, el actual Supercrash deriva de un problema relacionado con la solvencia de las entidades debido a su elevadísimo apalancamiento (endeudarse a muy corto plazo e invertir a largo plazo en proyectos que el tiempo ha demostrado que no son rentables, como por ejemplo el mercado inmobiliario).
Además, a los 250.000 millones de dólares destinados a recapitalizar la banca de EEUU, hay que sumar los 450.000 millones restantes que contempla el Plan Paulson y que, según las últimas filtraciones, no se emplearán finalmente a la compra de los activos tóxicos que acumulan las entidades del país. Dicho volumen de deuda pública podría emeplearse para comprar nuevas acciones bancarias y empresariales e, incluso, adquirir las hipotecas impagadas a los bancos. En este sentido, el Gobierno de EEUU esrudia destinar cerca de 40.000 millones de dólares para la compra de hipotecas que corren el riesgo de ser impagadas (morosas).
En este sentido, los dos candidatos a la Casa Blanca coinciden en atenuar la carga financiera que soportan los ciudadanos de EEUU a través de la adquisición de créditos hipotecarios por parte del Estado o ampliar la moratoria de los embargos de casas.
Los 700.000 millones se quedarán muy cortos
Además, el Gobierno federal tendrá que bombear mucho más dinero que los 700.000 millones inicialmente previstos si pretende que los bancos sobrevivan a la profunda recesión económica que se cierne sobre la primera potencia mundial. El Ejecutivo debe apoyar temporalmente al sistema bancario hasta que los bancos puedan atraer capital procedente de nuevos inversores. Sin embargo, para ello, las entidades tendrán que reconocer primero las cuantiosas pérdidas que se verán obligadas a asumir en los próximos meses.
El problema, según los analistas, consiste en que los bancos no pueden predecir cuántos de sus préstamos resultarán impagados debido a la intensa contracción económica que padecerá el país, informa Reuters . Por ello, es probable que los inversores eviten entrar en el capital de los bancos hasta vislumbrar el alcance de la depreciación de sus activos.
La nueva oleada subprime
En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de elevar su estimación de pérdidas bancarias relacionadas con las crisis de las hipotecas subprime a 1,4 billones de dólares. Sin embargo, este organismo no tiene en cuenta que el tsunami financiero y la recesión económica dispararán los impagos de todo tipo de créditos, tales como deuda municipal y estatal, tarjetas de crédito, préstamos al consumo, o hipotecas de calidad media, entre otros activos, tal y como avanzó LD.
En este sentido, el Gobierno federal acaba de anunciar el respaldo público de los fondos de pensiones con una inyección adicional de dinero público próxima a los 540.000 millones de dólares, tras las pérdidas que han sufrido los planes de jubilación.
De este modo, hasta el momento, el Ejecutivo federal ha comprometido cerca de 3,2 billones de dólares para auxiliar al conjunto del sistema financiero en EEUU. Es decir, casi el 60 por ciento de la actual deuda pública de EEUU (5 billones de dólares).
Sin embargo, la factura final puede ser, incluso muy superior. Y ello, sin tener en cuenta los rescates bancarios concretos aprobados hasta el momento por la Administración Bush, y que afectan a entidades de la talla de Bear Stearns, los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, Indy Mac, la aseguradora AIG, o la inevitable quiebra de las agencias monoline (aseguradoras de bonos crediticios), entre otros bancos también nacionalizados. Algunos analistas coinciden en avanzar cifras astronómicas para evitar nuevas bancarrotas.
Por ello, el coste del rescate financiero amenaza con elevarse a medio plazo a 5 billones de dólares. De hecho, algunos de los analistas financieros consultados por este periódico aumentan esta cifra hasta los 7 billones de dólares a corto y medio plazo.