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Los retos de la economía china a medio y largo plazo

La expansión del crédito y el aumento del gasto público podría materializarse en el estallido de nuevas burbujas en China. La venta de viviendas aumentó un 50% el pasado junio mientras que la bolsa de Shangai ha subido este año más del 90%.

China es muy probable que crezca este año en torno al 8% mientras Japón, EEUU y la Eurozona experimentan una recesión simultánea. Un aterrizaje tan suave se debe fundamentalmente a políticas keynesianas de demanda muy contundentes, planificadas y ejecutadas por el Estado.

Sin embargo, estas medidas tan sólo sirven para sostener el crecimiento económico a corto plazo. El medio-largo plazo exige siempre actuar sobre la oferta agregada. Ningún país del mundo puede aumentar su deuda pública indefinidamente ni ejecutar una política monetaria expansiva siempre que lo desee. Para crecer con continuidad en el tiempo, y sin costosos procesos inflacionistas, hay que aumentar inexorablemente las capacidades productivas de la economía real.

En chino-mandarín, el vocablo crisis significa literalmente riesgos y oportunidades. Dada la coyuntura actual, China cuenta con espacio fiscal y monetario suficiente para emprender reformas económicas que otros países, por razones inconfesables, ahora no están dispuestos a realizar.

El peligro, sin embargo, pasa por vaciar la caja sin haber adaptado la estructura productiva a un nuevo modelo económico menos dependiente de las exportaciones y más orientado al consumo interno. Por el lado de la demanda agregada, esta reforma es imperativa, ya que las exportaciones pueden crecer 10 puntos porcentuales menos hasta 2020 con respecto al periodo 1998-2008 (del 19,7% a tan sólo el 9%).

Además, resulta clave analizar con detenimiento el crecimiento potencial a largo plazo que marca la curva de oferta agregada. Y es aquí donde conviene rescatar la última proyección econométrica del Banco Mundial sobre dicha variable. Como se puede observar en el siguiente gráfico, la renta o PIB potencial chino descenderá dos puntos porcentuales durante los próximos 5 años.

Ello podría deberse a una menor acumulación de capital, que aumentaría al ritmo del 10% (bastante menos en comparación con el 13.3% medio del último lustro).

El propio Banco Mundial prevé un crecimiento para China del 7,2% este año. Sin embargo, seis puntos porcentuales de dicha variación responderían única y exclusivamente a la inversión promovida desde las administraciones públicas. O dicho de otro modo, sin la intervención estatal, ahora estaríamos considerando una hipótesis inasumible de estancamiento y deflación con un PIB insuficiente que apenas superaría el 1%.

China necesita crecer anualmente como mínimo un 7% u 8% anual para poder absorber a la nueva masa laboral y evitar estallidos sociales de consecuencias imprevisibles.

Ahora bien. Si los componentes dinamizadores de la oferta (inversión privada, consumo y exportaciones) permanecen eclipsados por el gasto público durante mucho más tiempo, a largo plazo, sólo podemos esperar un escenario estanflacionista (inflación y estancamiento económico). Llegados a este punto, el problema sería idéntico aunque con un problema añadido: la oferta es siempre de más difícil ajuste.

Riesgo de burbuja a corto plazo

El déficit fiscal chino ascenderá este año al 5% del PIB. Los estímulos fiscales aprobados el pasado noviembre están presupuestados en 585.000 millones de dólares, dinero que se gastará entre 2009 y 2010. Pero, como ya se ha indicado, los riesgos de sustituir inversión privada por pública a medio-largo plazo: descenso del crecimiento potencial.

China también tiene entre sus objetivos incrementar la masa monetaria M2 el 19%, un punto más que en 2008 -sus reservas han superado ya los 2 billones, con b, de dólares-. La última bajada de tipos (más de 100 puntos básicos en noviembre, hasta el 5,58%) ha conducido además a una expansión histórica del crédito bancario (superando hasta junio el billón -doce ceros- de dólares). Pero la pregunta del millón es si el dinero está destinándose o no a inversión productiva.

Algunos economistas aseguran que un 15% de los créditos totales está yendo directamente a la bolsa. La bolsa de Shanghai ha subido este año más del 90%. Es, después de Perú, el índice más rentable del año a nivel mundial.

Con todo, el ratio precio de cotización-beneficios ya publicados equivale a 37,7 (Europa y EEUU no superan los 20 enteros). La excesiva liquidez está generando una burbuja que puede estallar en cualquier momento. Shanghai ya se desplomó un 5% el pasado miércoles 29 por miedo a una desaceleración futura de los nuevos préstamos.

Otra parte importante del dinero está fluyendo al sector inmobiliario, que representa el 20% de la fuerza laboral china. El pasado junio, la venta de viviendas residenciales aumentó un 50%. Ese mismo mes, repuntaba también el inicio de nuevas construcciones por primera vez en 11 meses. Y para cerrar este segundo apartado, habrá un segundo globo si la oferta inmobiliaria evoluciona mucho más rápido que su demanda.

Riesgos y oportunidades

Los países asiáticos en general, y China en particular, están muy bien armados para superar con garantías esta crisis. Corea del Sur, sin ir más lejos, será el primer país industrializado en hacerlo, según la OCDE.

Sin embargo, China corre el riesgo de que los estímulos fiscales y monetarios no sirvan para garantizar un crecimiento económico sostenido a medio-largo plazo. Sobre el consumo privado, las expectativas son moderadamente optimistas. Los ingresos reales están subiendo gracias al plan fiscal del Gobierno comunista y a una menor inflación.

Pese a ello, la confianza del consumidor chino continúa en mínimos y el ahorro aumenta. En cuanto a la inversión privada, las dudas se ciernen sobre el sector inmobiliario y los riesgos derivados de una liquidez excesiva. Las inversiones en capital fijo vienen repuntando, sí, aunque no por el lado de aquellos sectores orientados a la exportación.

Pese a que el índice PMI manufacturero de julio alcanzó su mayor nivel en 12 meses, las exportaciones contribuirán negativamente al PIB este año. El gasto público es quien realmente justificará la práctica totalidad del crecimiento chino en 2009. Pero no podrá hacerlo indefinidamente y está por ver aún si logra resucitar a las demás variables para seguir incrementando la oferta agregada en el largo plazo.

Por el momento, China puede sufrir con esta crisis una reducción del crecimiento potencial que se consolidaría en los próximos 5 años. Revertir esta situación, y que no estallen las burbujas tanto bursátil como inmobiliaria, son tareas ineludibles para un régimen dictatorial cuya parte del contrato con los ciudadanos pasa por garantizar cada año espectaculares tasas de crecimiento económico.

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