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REDUCCIÓN EN LAS EMISIONES DE CO2

El paro y la recesión son muy ecológicos

El único modo de cumplir los requisitos de Kioto es renunciar al crecimiento económico. La crisis ha reducido de un modo espectacular las emisiones de CO2. Buenas noticias para los “ecologistas”, malas para la economía.

Aun al coste de cinco millones de desempleados y una recesión que ha puesto al Estado al borde de la bancarrota, España ha conseguido por vez primera en veinte años reducir durante dos años seguidos sus emisiones de CO2.

Desde que las emisiones de lo que los calentólogos llaman “gases de efecto invernadero” se miden para controlar la convergencia con los límites fijados en el Protocolo éstas sólo se habían reducido en tres ocasiones. En 1993, en 1996 y en 2006, en los tres años bajadas muy tímidas a las que sucedieron grandes incrementos.

El Protocolo de Kioto fija que las emisiones de CO2 no puedan superar un 115% de lo que el país en cuestión emitía en el año 1990. Ese límite lo superó España en 1998, en plena primera legislatura de Aznar. Desde entonces los incrementos han sido exponenciales. En 2004 ya emitíamos un 140% más que en 1990 y en el punto álgido de la fase expansiva, el año 2007, el incremento de emisiones era superior al 150%.

A partir de entonces, tal y como era previsible, ha descendido debido a la menor actividad económica. La peculiaridad de España es que ese descenso ha sido brutal. El año pasado volvimos a niveles de 1999 y, si la curva sigue idéntica tónica de descenso, volveremos a cumplir con los criterios de Kioto este mismo ejercicio. Una gran noticia para los fundamentalistas carbónicos que inspiraron Protocolo de Kioto, una pésima noticia para la economía y el empleo.

En la siguiente gráfica, elaborada por CCOO a partir de los datos proporcionados por la revista World Watch, se aprecia perfectamente una bajada de emisiones que rompe la tendencia alcista de las últimas dos décadas.

Las emisiones base en 1990 eran de 289,8 millones de toneladas de CO2 equivalentes, el año pasado, tras el severo recorte, con 370,4 millones de toneladas, nos quedamos muy cerca, en torno a las 80 millones de toneladas.

Teniendo en cuenta que la generación eléctrica emite muchísimo menos CO2 que en el año 90, que el parque móvil ha crecido desmesuradamente hasta alcanzar los 30 millones de vehículos cuyo consumo y emisiones por unidad han disminuido, que la industria es mucho más eficiente que hace 20 años, o que la población se ha incrementado en seis millones de habitantes, a día de hoy no es arriesgado afirmar que el incremento de CO2 ha sido muy ligero, apenas 10 puntos por encima de lo establecido como máximo en Kioto.

Los responsables del gran desplome son la energía eléctrica y el transporte por carretera. La primera ha caído un 8,2% en 2009, el segundo un 5,2%. Sin necesidad de recurrir a las renovables tal y como se ha apresurado a hacer la industria del ramo, estos dos factores explican el 8,7% de reducción de emisiones con respecto al año anterior en el que también se redujeron las emisiones de CO2.

Y no tiene nada de extraño, cada vez que el PIB desciende lo hacen las emisiones. En esta gráfica se ve a la perfección como las dos curvas descienden a la vez desde 2008. Luego, al final, se ha verificado sobre la realidad lo que algunos anunciaron hace ya años, que el único modo de cumplir Kioto es a costa del crecimiento económico, de desempleo crónico y de conflictividad social. 

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