LD (Lorenzo Ramírez) El Gobierno busca nuevas vías para elevar los ingresos del Estado. La caída de la construcción, la pérdida de vigor de la industria y el aumento del desempleo está reduciendo los ingresos tributarios previstos para 2008, especialmente en lo referente al Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).
Los últimos datos disponibles revelan un descenso del 21 por ciento en la recaudación de este gravamen, afectado por los menores pagos de las pymes del sector constructor en el primer trimestre. El hundimiento de la actividad inmobiliaria en los últimos meses pinta un panorama bastante negro en lo que a recaudación se refiere.
Y el vicepresidente Solbes tiene obligación de aumentar los recursos estatales. De momento, ha anunciado que cederá el 50 por ciento de la recaudación en IPRF, IVA y los Impuestos Especiales a las comunidades autónomas y ha prometido que ninguna región perderá fondos con el nuevo reparto.
Además, el compromiso de elevar el gasto público el próximo año hace necesario incrementar los ingresos, ya que la deuda española -la otra vía, además de la fiscal, para incrementar los fondos- no es atractiva en el exterior por el mal estado de las cuentas públicas y el lamentable escenario macroeconómico nacional.
De momento, el Gobierno salva la gestión del Fisco mediante las retenciones del trabajo, el Impuesto de Sociedades y los tributos especiales, que, gracias al incremento de los precios energéticos, y al estable consumo de tabaco y alcohol, arrojan saldos positivos.
Financiación CCAA y PGE
Pero la nueva financiación autonómica y la negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2009 anticipan subidas de impuestos, sobre todo si se tiene en cuenta que el superávit de las cuentas se ha convertido en déficit tras comprometer un gasto de 10.000 millones de euros en seis meses.
Y es que el PSOE empleó el dinero de todos los contribuyentes para aprobar medidas electoralistas –como la devolución de 400 euros a algunos trabajadores o el cheque bebé, entre otras- que sirvieron al inquilino de Moncloa para renovar el mandato hipotecando la economía nacional..
Y, ¿de dónde saldrá el dinero? Pues, como casi siempre, de los ciudadanos y las empresas, que son los colectivos que generan la actividad económica en un sistema de mercado a pesar de los gobiernos. La receta socialista de elevar los impuestos para incrementar el gasto asoma por el horizonte, a tenor de lo vivido en los últimos años, centrando los esfuerzos en IRPF y
Sociedades.
IRPF y Sociedades
Estos impuestos sobre los rendimientos de la actividad económica son precisamente los más perjudiciales para el crecimiento del PIB, pues reducen los incentivos a la inversión, al ahorro y la oferta de trabajo, al mismo tiempo que disminuyen la disposición de los individuos y empresas a tomar riesgos y emprender actividades empresariales o profesionales.
Aunque los tipos impositivos del IRPF se han reducido (igual que se redujeron en los ocho años de Gobierno del PP) y el Impuesto sobre Sociedades ha pasado del 35 al 30 por ciento (del 30 al 25 por ciento para las pymes), esto no implica una reducción de la presión fiscal.
Como señala el profesor del Insituto de Empresa Rafael Pampillón, "en época de bonanza se recauda más porque la economía sigue creciendo y con ella las rentas, el empleo y las cotizaciones a la Seguridad Social".
Bajan los tipos impositivos, pero sube la presión fiscal
A este respecto, añade que "las rebajas fiscales que se produjeron en España en 1999 y 2003 han ampliado las bases sobre las que se aplican los tipos impositivos y por eso aumenta la recaudación". Pero las tornas han cambiado.
En España el aumento de la presión fiscal, sin incremento de tipos fiscales, indicaba que la economía seguía creciendo -y con ella el empleo y las cotizaciones a la Seguridad Social-, lo que podría permitir una reducción de los impuestos sin lesionar la capacidad recaudatoria. Pero ahora es demasiado tarde.
Como muestra un botón: la presión fiscal ha pasado del 34,5 por ciento del PIB en 2004 al 37,1 por ciento en 2007, según un informe de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), debido fundamentalmente a los impuestos directos.
Y el futuro depara nuevos tributos, como los impuestos “ecológicos” que promueve la Generalidad catalana, con nuevas tasas que gravarán la electricidad, el combustible, los residuos industriales y de la construcción y la contaminación atmosférica. Todo un nuevo abanico de tributos bajo la marca: “fiscalidad verde”.
España no es atractiva
El vicepresidente Solbes insinuó hace ya un año el resultado real de las reformas de impuestos estrenadas en 2007 por el Gobierno con las que se pretendía hacer frente a la “desaceleración” de la economía. “Puedo aceptar que la reforma fiscal es insuficiente”, afirmó entonces el vicepresidente. Y los estudios de los expertos confirman que incluso el vaticinio de Solbes se quedó corto.
Tras esas reformas, que afectaron al IRPF y al Impuesto sobre Sociedades, lo cierto es que el atractivo fiscal de España ante el resto del mundo no sólo no ha mejorado sino que ha empeorado, como se desprende de las conclusiones del estudio internacional realizado por Ernst & Young Abogados.
Tras esas reformas, que afectaron al IRPF y al Impuesto sobre Sociedades, lo cierto es que el atractivo fiscal de España ante el resto del mundo no sólo no ha mejorado sino que ha empeorado, como se desprende de las conclusiones del estudio internacional realizado por Ernst & Young Abogados.
España es el país donde más han crecido los ingresos fiscales en los últimos 30 años (como indica la primera barra de la izquierda. La barra amarilla es la media de la OCDE):
Así, nuestro país se sitúa en estos momentos por encima de la media de tributación tanto en el principal gravamen de las empresas, el de Sociedades, como en el IRPF. Así, según el estudio, tomando como muestra los 29 países de la OCDE, España se encarama a la posición séptima entre los países con mayor pago en Sociedades. Con un tipo del 30 por ciento es, de hecho, el tercer país de la UE con mayor gravamen.
En cuanto al IRPF, el tipo máximo del gravamen, fijado en el 43 por ciento, supera en 4,3 puntos porcentuales a la media de la Unión Europea, que se sitúa en el 38,7 por ciento, según la oficina estadística comunitaria, Eurostat, recogidos por el Instituto de Estudios Económicos.
Bajar impuestos es la clave
El economista norteamericano Arthur Laffer expresó en un simple dibujo la teoría que defiende las ventajas macroeconómicas de las rebajas de impuestos, y sobre la que se ha apoyado la revolución fiscal de los últimos treinta años:
El catedrático del CEU Juan Corona asegura que Laffer "sigue siendo cierto", porque su planteamiento es "absolutamente lógico". "No hizo más que poner de forma científica lo que todos conocíamos: que hay un momento a partir del cual el incremento de los tipos supone una caída de la recaudación, y a la inversa, y que es un hecho incontrovertible", agrega.
Sobre este aspecto insiste el director de Análisis del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo: "La Curva de Laffer siempre es aplicable, pero más en determinadas realidades o momentos como los actuales". El responsable del IEE cree que hay que apostar por suavizar la presión de los impuestos sobre los ciudadanos y los agentes económicos.
Sobre este aspecto insiste el director de Análisis del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo: "La Curva de Laffer siempre es aplicable, pero más en determinadas realidades o momentos como los actuales". El responsable del IEE cree que hay que apostar por suavizar la presión de los impuestos sobre los ciudadanos y los agentes económicos.
"El elemento desincentivador de los elevados impuestos puede paralizar la actividad económica. Por eso, cuando los tipos son más bajos, la vida económica no se ve distorsionada por los impuestos, y el fraude encuentra menos estímulos", explica Izquierdo.
Más gasto público
Pero, como advierte ya el portavoz de Economía del PP, Cristóbal Montoro, el Ejecutivo socialista huirá de la fórmula de la austeridad del gasto público, con menos presión fiscal y bajada de las cotizaciones sociales para volver a la espiral intervencionista en materia fiscal en los próximos años.
Para el presidente del Gobierno lo único que está claro es que mantendrá –o incluso elevará- los fondos destinados a la protección social. ¿A qué precio?, pues al que le permita el trabajo de las familias y empresas españolas que, además de afrontar la crisis personal de no llegar a fin de mes, tendrán que dar más dinero al Estado para que lo reparta entre quienes crea conveniente.
Esta disminución de poder adquisitivo se está sumando al puramente económico, la inflación, y eso significa que los más perjudicados serán las rentas más bajas. ¿Qué mejor momento para bajar impuestos? dicen los populares... a lo que responden los socialistas: ¿Laffer? No, gracias.