Aún así, otros como el anterior presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, según se dice uno de los mayores responsables de la proliferación de los derivados, alabaron a estos productos como generadores de importantes beneficios para la economía estadounidense, amortiguando los riesgos y haciendo de las instituciones financieras y el sistema en su conjunto menos vulnerable. Al menos, esto es lo que pensaba antes de las turbulencias de 2007.
Dentro del mercado de derivados, destacan los credit default swaps (CDS), que actúan como un seguro que adquieren los inversores para protegerse del posible impago de todo tipo de deuda, tanto privada (bonos corporativos e hipotecarios o emisión de deuda bancaria) como pública (letras del Tesoro).
No es nada de extrañar la crítica a los derivados. El volumen de dinero que hay invertido y depende de estos productos es enorme, y pocos lo saben con certeza. Algunas estimaciones apuntan a 600 billones de dólares. De hecho, una debacle en el mercado de derivados tendría consecuencias casi inimaginables, y son una de las causas que llevaron a la quiebra a gigantescas instituciones financieras, como Lehman Brothers o Bear Stearns.
Otra razón para la animadversión hacia los derivados es que prácticamente nadie los entiende al detalle; durante los años de boom los inversores obtenían pingües beneficios gracias a ellos, como si de niños jugando con explosivos se tratara. Cuando las malas inversiones salieron a relucir, las pérdidas y las críticas a estos productos afloraron con intensidad.
Así, el gurú inversor Warren Buffet los calificó como “armas de destrucción masiva”, y el también inversor y especulador George Soros hizo un llamamiento para la prohibición de cierto tipo de derivados, debido a su perversa naturaleza y sus destructivos efectos, tal y como informó LD.
Un año atrás, Robert Reich, antiguo Secretario de Trabajo y profesor de economía de la Universidad de Berkeley, describía el problema básico de la situación económica no como un problema de liquidez, sino de la pérdida de “toda noción de valor auténtico” causada por la innovación financiera de los años recientes, en referencia a la proliferación de todo tipo de derivados: CDS, CDO, etc.
"Armas de destrucción masiva"
En LD nos hicimos eco de la opinión de algunos analistas sobre la siguiente cuestión: ¿debería el gobierno y las agencias gubernamentales regular y controlar exhaustivamente el mercado de derivados? A esta cuestión, precisamente, responde el analista Robert P. Murphy, en un nuevo artículo publicado por este periódico.
Independientemente de lo que se debería o no hacer, reguladores y políticos están comenzando a tomarse en serio la posibilidad de regular e intervenir en el mercado de derivados. Así apuntan las distintas reuniones del G20, las declaraciones de importantes personalidades del mundo financiero y político, encaminadas hacia una reforma del sistema financiero con una mayor presencia de la regulación e intervención pública. Esta tendencia también se observa en el caso español, donde hemos sabido que España defiende una regulación más estricta para los hedge funds.
Como han informado los medios recientemente, quince grandes bancos que dominan la operativa en derivados a nivel mundial -incluyendo Bank of America, Citigroup, Deutsche Bank, Goldman Sachs o JP Morgan- se han comprometido a una mayor transparencia, en un mercado donde los reguladores afirman que necesita una supervisión más estricta con el fin de proteger el sistema financiero global.
Los bancos también se pusieron de acuerdo en informar acerca de una serie de datos adicionales para que los reguladores puedan vigilar más eficazmente, persiguiéndose reducir el riesgo sistémico en estos mercados.
Más regulación financiera
Asimismo, el Congreso estadounidense está sopesando una propuesta legislativa de la Administración Obama, como parte de su iniciativa de revisión del sistema financiero. Esta propuesta haría que los bancos que operan con derivados estén sujetos a nuevos requerimientos de capital y otras reglas, y que además establezcan una nueva red de cámaras de compensación para proporcionar una mayor transparencia a las operaciones.
Además, la Securities and Exchange Commission (SEC) -similar a la Comisión del Mercado (CNMV) de valores en España- y la comisión que se encarga de regular la operativa en futuros de commodities (Commodity Futures Trading Commission) han comenzado a coordinar sus reglas con el fin de eliminar diferencias que pudieran ocasionar confusiones y problemas para los inversores de derivados y otros complejos productos financieros.
El G20 avanza hacia la nueva regulación del mercado de derivados
Los derivados siguen generando quebraderos de cabeza a la comunidad financiera y reguladora. La innovación financiera que dio lugar a este tipo de productos, de lo más complejos y sofisticados, ha sido criticada duramente desde el inicio de la crisis.
En Libre Mercado
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