El G20, en este semestre bajo la presidencia de Corea del Sur, se marcó como objetivo aprobar un paquete de medidas que permitan reducir las distorsiones que existen en la economía mundial, el desequilibrio en la balanza por cuenta corriente entre grandes potencias exportadoras como China y EEUU, que consume mucho y exporta poco.
Sin embargo, la elaboración de la Declaración final, que ha obligado a realizar sesiones maratonianas, pone en evidencia las tensiones que existen entre los dos bloques, que en los últimos días se han lanzado duras acusaciones cruzadas.
Y es que, la Cumbre del G20 ha concluido sin acuerdo. Los principales líderes del planeta han decidido posponer a 2011 un acuerdo internacional sólido que ponga fin a la guerra de divisas que se ha desatado en los últimos meses, tras la devaluación del dólar puesta en marcha por la Reserva Federal de EEUU (FED). El comunicado oficial de la Cumbre del G-20, celebrada el jueves y el viernes en Seúl, apenas incluye un listado de principios difusos, generalistas y sin contenido relevante que, por ello, se convierte de facto en un mero papel mojado.
De este modo, la guerra de divisas, que no es otra cosa que un tipo de proteccionismo comercial de carácter indirecto (el debilitamiento de la moneda abarata las exportaciones y encarece las importaciones), sigue en pie y amenaza con materializarse en una guerra comercial directa mediante el establecimiento de aranceles, barreras proteccionistas y control de capitales. De hecho, el G-20 deja entrever dichos riesgos de división global en su comunicado:
En las últimas cuatro Cumbres hemos trabajado con una cooperación sin precedentes para romper la dramática caída de la economía global, así como para establecer las bases para la recuperación del crecimiento económico.
Pero, al mismo tiempo, advierte lo siguiente:
Riesgos persistentes. Algunos de nosotros estamos experimentando un fuerte crecimiento, mientras que otros se enfrentan a altos niveles de desempleo y lenta recuperación. El distinto ritmo de crecimiento y la ampliación de los desequilibrios por cuenta corriente [mercado exterior] están alimentando la tentación de apartarse de soluciones coordinadas a nivel global. Sin embargo, una política de acciones descoordinadas tan sólo conducirá a peores resultados para todos.
He aquí la evidencia de que persiste el riesgo de descoordinación global, una creciente tendencia a adoptar una estrategia de sálvese quien pueda que, a lo largo de los últimos meses, se ha materializado en un proceso de "devaluación competitiva" (guerra de divisas) y aumento del proteccionismo a nivel mundial, tal y como pone de manifiesto el último Global Trade Alert, avalado por el Banco Mundial.
La tensión comercial entre grandes potencias ha seguido una pauta ascendente en 2010: el Gobierno de EEUU ha elaborado (aunque todavía no ha sido aprobada definitivamente) toda una batería de medidas proteccionistas a través de la denominada H.R. 2378 Currency Reform for Fair Trade Act.
Se trata de una norma destinada a imponer altos aranceles a todas los productos provenientes de aquellos países que hayan manipulado a la baja sus divisas, en una clara e inequívoca referencia al yuan chino. Y ello, basándose ni más ni menos que en la histórica Tariff Act of 1930, más conocida como la Smoot-Hawley Tariff, surgida poco después del crack del 29.
China, por su parte, ha restringido la exportación de las denominadas "tierras raras", una materia prima básica para el desarrollo de alta teconolgía (sobre todo, en defensa); mientras, algunos países emergentes han optado por el control de capitales para contrarrestar la caída del dólar.
Listado de buenas intenciones
Aunque el G-20 se compromete, nuevamente, a evitar el proteccionismo, el comunicado tan sólo recoge una mera declaración de buenas intenciones, al igual que aconteció en cumbres pasadas respecto a impedir la devaluación de monedas -y que, a la luz de los recientes acontecimientos se ha incumplido por completo-. El último ejemplo a este respecto ha tenido lugar en la propia Cumbre de Seúl, en donde EEUU y Corea del Sur no han sido capaces de llegar a un acuerdo sobre un tratado de libre comercio bilateral.
Así pues, persiste la amenaza para la globalización. Richard Portes, presidente del Center for Economic Policy Research en Londres, señala que el débil comunicado del G-20 es "muy peligroso para la economía mundial. La guerra monetaria y los desequilibrios globales podría conducir a un grave proteccionismo comercial durante el próximo año".
Por el contrario, las declaraciones políticas de los principales líderes son positivas respecto a las conclusiones de la reunión. Así, "ésta es la primera cumbre de la segunda fase del G20", explicó este viernes el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn. "En las primeras cumbres, había que tomar decisiones obligadas para afrontar la crisis, pero ahora se apela a la voluntariedad de los países, a la cooperación, y eso es mucho más difícil".
Los líderes han acordado algunos puntos básicos, al tiempo que difusos e inconcretos:
1. Avanzar hacia sistemas de tipos de cambio más determinados por los mercados, "mejorando la flexibilidad de la tasa de cambio, para que refleje los fundamentos económicos subyacentes, y evitando la devaluación competitiva de las divisas". Las economías avanzadas, incluidas aquellas con reservas de divisas, deben estar "vigilantes para evitar una excesiva volatilidad y movimientos desordenados en el tipo de cambio. Estas acciones ayudarán a mitigar el riesgo de una excesiva volatilidad en los flujos de capital a la que se enfrentan los países emergentes".
2. Mejorar el denominado Proceso de Evaluación Mutua, para lo que fortalecerán la cooperación multilateral con el objetivo de promover la sostenibilidad externa y poner en marcha un conjunto de políticas que permitan reducir los desequilibrios excesivos y mantener los desequilibrios por cuenta corriente en niveles sostenibles. Para ello, el G-20 establecerá una serie de "guías indicativas", compuestas por una serie de indicadores que servirán como mecanismo para facilitar la identificación a tiempo de los grandes desequilibrios que requieran medidas "preventivas y correctivas".
3. El Plan de Acción de Seúl también insta a implementar un rango de reformas estructurales que impulsen y sostengan la demanda global, fomente la creación de empleo e incrementen el potencial para el crecimiento económico.
4. Los países asumen el nuevo marco de regulación financiera establecido por el acuerdo Basilea III, que incluye nuevos requisitos de capital y liquidez para las entidades financieras, ya que ayudará a crear un sistema financiero más resistente, que frene los excesos del pasado y sirva mejor a las necesidades de las economías.
5. Acuerdo para reformar el FMI, para que refleje mejor los cambios en la economía mundial y de más presencia a los países emergentes. En su opinión, con esta modificación se mejorará la legitimidad, la credibilidad y la eficacia del Fondo.
6. Trabajar para alcanzar una conclusión exitosa y equilibrada de la Ronda de Desarrollo de Doha, al tiempo que presentan un plan de acción de Desarrollo dirigido especialmente a los países de baja renta para avanzar hacia el reequilibrio mundial.
7. El Consenso de Seúl para un crecimiento compartido incluye un plan de acción para potenciar varios sectores de los países menos desarrollados, entre ellos el de las infraestructuras, el comercio, la seguridad alimentaria y la creación de empleo. En el ámbito comercial, el G20 se compromete a trabajar para potenciar el acceso de los países pobres a los mercados, así como a reforzar el papel del sector privado en ese desarrollo y a fortalecer el papel de la cooperación comercial Sur-Sur, entre otras cosas.