La subida de impuestos sobre la gasolina en España ha llevado al litro de combustible a alcanzar los 1,285 euros, lo que supuso el pasado 20 de enero un incremento del 1,6% en apenas una semana y un récord histórico.
De hecho, en la actualidad, más del 50% del precio de la gasolina son impuestos que ingresa íntegramente el Estado. Por eso es un error pensar que con la última subida del precio de los carburantes son las petroleras las principales beneficiadas del encarecimiento de la gasolina. Lo que ocurre es que la presión fiscal se ha convertido en un factor decisivo en el precio final del producto que, actualmente, se sitúa en una media del 1,286 euros por litro para la gasolina y en 1,217 euros por litro para el gasóleo.
La formación del precio de los carburantes depende de tres factores: los impuestos, otros márgenes y el precio de la materia prima. El crudo como materia prima no tiene un coste elevado. Hay que tener en cuenta que para su utilización es necesario un tratamiento para transformarlo porque el producto que se extrae de los yacimientos petrolíferos no tiene aplicación práctica alguna si no pasa previamente por las refinerías.
Por ello, son principalmente los impuestos y la cotización internacional los factores que hacen que los carburantes vean multiplicado su precio. Aún así, la cotización de la gasolina en los mercados internacionales ha disminuido 6,5 cts €/litro y la del gasoil 17,5.
La diferencia entre el precio antes de impuestos y la cotización internacional (que incluye los costes de incorporación, biocombustibles, almacenamiento, transporte, mantenimiento de existencias mínimas de seguridad, comercialización, amortización, remuneraciones de minoristas y mayoristas) ha aumentado 1,9 cts €/litro respecto a 2008 en el caso de la gasolina y 2,7 cts €/litro en el caso del gasoil.
Los costes de incorporación de los biocombustibles aumentaron en 2009 debido a que la obligación de asumirlos es cada vez mayor, también la caída del consumo y el aumento de los costes financieros por el mantenimiento de las existencias mínimas de seguridad han provocado que este diferencial se encarezca. El margen de los operadores mayoristas no supera el 1% del precio final, por lo que su capacidad de maniobra es muy limitada.
La semana del pasado 17 de enero el precio de la gasolina se situó en 1,286 euros/ litro, alcanzando así un record histórico tras superar los 1,276 euros/litro de julio de 2008, dos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers. En ese periodo los precios de los combustibles se situaban al alza debido al encarecimiento del crudo, que marcó su precio máximo a mediados de ese año (147 dólares/barril).
Lo que llama la atención es que, aunque el precio del barril Brent superó los 98 dólares por barril el pasado enero -casi 50 dólares menos que a mediados de 2008-, el precio de la gasolina es hoy ligeramente superior al de entonces.
Esta situación tiene dos explicaciones: por un lado, el aumento de la presión fiscal y, por otro, la relación del tipo de cambio euro/dólar, ya que en el mercado mayorista el barril de crudo se negocia en dólares, por lo que la posición del euro frente al dólar repercute directamente en el precio final del producto.
Tras el desplome del mercado de la vivienda y la delicada situación financiera de EEUU, la depreciación del dólar respecto al euro llegó a situar el tipo de cambio en 1,6 dólares en julio de 2008. En la actualidad, sin embargo, el dólar se ha apreciado un 16% situando el cambio en 1,35 dólares de media el pasado enero, encareciendo el petróleo que abastece a España en esa misma proporción.
Los impuestos sobre hidrocarburos son una fuente imprescindible de financiación tributaria. En el precio final de la gasolina repercuten tres tipos de gravamen: el Impuesto Especial, el Impuesto Estatal y Autonómico y el correspondiente IVA que se aplica sobre el total.
En cuanto a la presión fiscal, el sistemático aumento de los impuestos sobre los hidrocarburos, cuya demanda es poco sensible a las variaciones de precio debido a su importancia capital en toda economía, ha tenido una importante repercusión en el coste de los carburantes. Tanto es así que, tal y como revela la AOP (Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos), desde 2008 los impuestos han encarecido el litro de gasolina en 5,5 céntimos y el del gasóleo en 3,6.
En concreto, el Gobierno ha aplicado tres subidas fiscales importantes en los últimos dos años:
1) 13 de junio de 2009: el Gobierno sube los tipos impositivos de los Impuestos Especiales y el Impuesto de Hidrocarburos en 2,9 céntimos por litro para la gasolina, con y sin plomo, y el gasóleo para automoción. A esta cantidad se le aplicó el 16 % de IVA (en total, aumento de 3,4 cts €/litro).
2) 1 de julio de 2010: incremento del tipo general de IVA, que pasa a ser del 18%.
3) 1 de enero de 2011: otra nueva subida, en este caso del tramo autonómico (Impuesto especial sobre ventas minoristas), repercute sobre el precio de la gasolina en Andalucía, Extremadura y Murcia. A este impuesto se le conoce también como el "céntimo sanitario" porque afecta a la cobertura de los gastos en materia de sanidad y las Comunidades Autónomas lo usan como fuente de financiación.
Aun teniendo en cuenta el nivel de presión fiscal al que están sometidos los carburantes, España es uno de los países de la UE-27 que menos grava este producto. La lista es liderada por Reino Unido y Holanda en el caso de la gasolina, y Reino Unido y Alemania en el del gasóleo.
Los estadounidenses pagan la mitad por llenar el depósito
Pero si se compara la situación de España con la de EEUU la situación toma otro cariz, ya que se puede observar claramente el fuerte impacto que ejercen los impuestos en el precio final del combustible.
Asi, el precio medio de la gasolina en EEUU es de 2,75 dólares el galón (3,79 litros), mientras que la carga impositiva alcanza un promedio de 12 céntimos/litro para la gasolina y de 13,4 céntimos para el gasoil. Es decir, los consumidores estadounidenses llenan sus depósitos aproximadamente a la mitad de precio que en España.
Todo ello demuestra que, al contrario de lo que comúnmente se piensa, los combustibles son hoy más caros que en 2008 debido a las subidas fiscales aprobadas desde entonces por el Gobierno.
De hecho, el Estado podría abaratar hasta en un 50% el precio de la gasolina si eliminara los impuestos que gravan este producto esencial, tanto para el día a día del individuo de a pie como para la actividad económica de todo un país. Bajar el precio de la gasolina no es algo imposible: el Gobierno tan sólo tendría que reducir su fiscalidad.