LD (Europa Press) El primer ministro, Gordon Brown, detalló este lunes junto a su titular de Hacienda, Alistair Darling, la concreción del plan de rescate financiero que presentó la semana pasada bajo la forma de una nacionalización parcial de la banca británica por la que el Estado toma parte de las entidades, como principal accionista en casos como el de RBS.
En todo caso, con la aceptación de las compañías y sin contar con voz en los consejos de administración o derecho a voto en las juntas de accionistas, que mantendrán su participación, a diferencia de precedentes como el de Northern Rock o Bradford & Bingley.
Tras un fin de semana de intensas negociaciones entre las autoridades financieras y los dirigentes de los principales bancos del país, RBS ampliará su capital en 20.000 millones de libras y HBOS y Lloyds, en 17.000 más, gracias a la ayuda del Gobierno, que finalmente no realizará ninguna aportación a Barclays, que ha decidido incrementarlo en 6.500 millones a partir de la intervención de inversores privados en lugar de la participación pública.
De esta manera, el Estado pasará a ostentar el 60 por ciento de RBS y el 43,5 de la fusión resultante de Lloyds y HBOS, al tiempo que los altos dirigentes de las entidades con una “peor actuación” abandonarán sus puestos.
Afecta a los máximos responsables de RBS, empezando por su presidente, sir Tom McKillop, y su jefe ejecutivo, Fred Goodwin, quien se marchará sin indemnización alguna; y la propia HBOS, salvada de la nacionalización integral, precisamente, por la entrada de Lloyds tras una operación en la que medió personalmente Gordon Brown.
Condiciones del rescate
No obstante, otra de las conscuencias aparejadas a un plan que, según el primer ministro, será copiado por otros estados europeos para evitar el colapso del sistema, será la propia operación de Lloyds sobre HBOS, que sigue en pie, pero en renegociación, ya que el número de las acciones de la primera que recibirán los accionistas de la otra se verá recortado. Además, el director ejecutivo de HBOS, Andy Hornby, y el presidente, lord Dennis Stevenson, dejarán la entidad.
Asimismo, RBS y Lloyds y HBOS tendrán que recuperar los niveles de préstamo hipotecario y para los pequeños negocios que ofrecían en 2007, lo que supone incrementar sensiblemente los que prestan en la actualidad.
El índice de referencia de la bolsa de Londres, el FTSE 100 se elevó en torno a un 6 por ciento como reacción al plan y los propios protagonistas de la operación dada a conocer hoy figuraron entre los principales beneficiarios.
No obstante, el primer ministro advirtió de que pese al carácter "sin precedentes" del plan, el Gobierno "no será un inversor permanente" en los bancos de Reino Unido, ya que las partidas promovidas intentan desbloquear el colapso de los mercados y, en consecuencia, funcionan como activos, "no sólo como dinero inyectado".
"Su intención, pasado el tiempo, es disponer de todas las inversiones que actualmente se están realizando como parte de este sistema de una manera ordenada", explicó.
Reforzar el capital bancario
En este sentido, el objetivo prioritario de Ejecutivo es reforzar el capital de la banca en un momento de extrema vulnerabilidad debido a la crisis de crédito, garantizar la liquidez de los activos sanos que actualmente no encuentran salida por la desconfianza generada entre las propias entidades y asegurar la financiación para reavivar el sector con el aval de un Estado que respalda las inversiones.
Además, el plan conllevará un cambio en las prácticas retributivas y en el reparto de dividendos para poner fin a la cultura de la "recompensa por el fracaso", de modo que este año los principales dirigentes no disfrutarán de los habituales bonos en efectivo y, en el futuro, su concesión de pagará en forma de acciones. Con el objetivo de vincular directamente a las direcciones con la evolución misma de las empresas y favorecer decisiones que prioricen el largo plazo.
Aparte, el reparto de dividendos entre los accionistas sufrirá también un sensible recorte, que será integral este ejercicio en el caso de RBS y Lloyds, con posibilidad de que la medida se mantenga en los próximos años y, además de no abonar bonos, han decidido permitir al Gobierno nombrar un número notable de miembros de sus juntas directivas.
Una decisión "apropiada", según el ministro de Hacienda, que añadió, no obstante, que ambos continuarán operando comercialmente de forma independiente de la Administración: "Los ministros no van a estar implicados en la gestión diaria".
Igualmente, el Ejecutivo prevé asumir incluso paquetes accionariales ordinarios, en lugar de únicamente valores preferentes, en los casos en los que un banco sea incapaz de dar con inversores privados, como podría acontecer en el caso de RBS, en el que Hacienda tomará 5.000 millones de libras en acciones preferentes a las que se podría sumar 15.000 más en concepto de títulos ordinarios.
Una revolución “sin precedentes”
El objetivo de esta revolución "sin precedentes" en la relación entre el poder político y el económico es, según Gordon Brown, erigir un "pilar de estabilidad" para garantizar la supervivencia ante el riesgo de hundimiento, mientras que Alistair Darling, quien pasó el fin de semana en Washington evaluando soluciones con sus colegas del G-7, justificó el alcance de la intervención ante "circunstancias extraordinarias".
"Estoy dispuesto a hacer todo lo que podamos para estabilizar nuestro sistema bancario y fortalecerlo", declaró el ministro, quien si bien advirtió: "Pero como contrapartida, por supuesto, habrá restricciones en lo que pasa en las juntas de dirección y garantizaremos que aumenta el nivel de préstamo para empresarios e hipotecas".
Por su parte, Brown dio su "más cálida bienvenida" al hecho de que otros países de la eurozona, como Francia y Alemania, estén adoptando acciones similares para asegurar la posición de sus bancos, ya que "sólo con acciones globales se podrá plenamente recuperar la confianza". Además, se mostró convencido de que el plan funcionará y las inversiones realizadas ahora "darán paso a rendimiento en el futuro".