Una de las palabras claves que se asocian a cualquier unión monetaria es “credibilidad”. Tener una moneda en común obliga a los estados miembros a cumplir con unas normas que transmitan confianza a los mercados y aporten equilibrio a toda la zona. Por eso, cuando se creó el euro, todos los países se comprometieron con un Pacto de Estabilidad con estrictos límites sobre el déficit (3% del PIB) y la deuda pública (60% del PIB).
Desde este jueves, cuando publicó su Boletín de marzo, sabemos que el Banco Central Europeo (BCE), el encargado de fijar la política monetaria adecuada en función de las necesidades de la eurozona, no confía en que ninguno de los países sobre los que tiene que velar cumpla con sus obligaciones al menos en los próximos 3 años. Es más, en sus últimas previsiones, pronostica que el déficit del conjunto de la eurozona se situará en el 5,6% en 2011 (casi el doble de lo permitido) y en el 3,9% en 2012, cinco años después de iniciada la crisis. La deuda, por su parte, llegará al 87,3% en 2012.
El problema es que, además, ningún país cumplirá con el criterio del déficit exigido por el BCE. Es más, lo que antes parecía un límite inflexible, ahora se ve como una simple meta a alcanzar según las necesidades de cada país. De hecho, el propio informe reconoce que la deuda volverá a caer por debajo de su nivel “recomendable”, al menos “dos décadas”.
La institución presidida por Jean-Claude Trichet no parece que esté muy tranquila con esta situación, y alerta de las “amenazas a la sostenibilidad de las finanzas públicas”; al reflejo que estos incumplimientos tendrán en un posible alza de la inflación; y a la subida en el precio que los mercados exigirán a los gobiernos para seguir comprando su deuda pública (y este incremento en los tipos también lastrará a empresas y hogares).
España, en el vagón de cola
Pero además de hacer el análisis en conjunto, el BCE también se detiene en las cifras de cada país. En este aspecto, España sale muy malparada en la foto. Su déficit público estará en 2012 en el 5,3% (7,5% un año antes) si se cumplen los pronósticos de los chicos de Trichet, lo que la sitúa en el segundo puesto de este dudoso podio de endeudamiento público, sólo superada como Irlanda.
Viendo estas cifras, no es extraño que el economista jefe del BCE, Jürgen Stark, alertase hace unos días sobre la posible creación de un Fondo Monetario Europeo que salvase a los países con dificultades en sus finanzas públicas. Algunos economistas lo ven como una posible escapatoria para los gobiernos menos responsables. Y viendo lo que han hecho hasta ahora, teniendo unas normas supuestamente estrictas y sin una red de seguridad, es lógico que Stark y su jefe teman lo que pudiera ocurrir en ese caso.
En una de sus conclusiones, el boletín alerta de que “el éxito del ajuste” dependerá no sólo de lo que hagan los gobiernos, sino también de su fiabilidad ante los mercados. Y teniendo en cuenta que ni siquiera el BCE prevé que ninguno cumpla antes de 2012, ¿qué pensarán los inversores?