LD (L. Ramírez) Aunque el Gobierno se empeñe en negarlo, los informes de organismos nacionales e internacionales ya avisaban hace más de dos años del cambio de ciclo de la economía española y de los riesgos del elevado endeudamiento de familias y empresas como consecuencia de la expansión inmobiliaria.
De hecho, el vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, ya sabía con mucha antelación la existencia de la crisis en España. Tal como adelantó LD, a principios de 2007 sus propios datos así lo constataban.
Y el director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, lo recordó en una conferencia reciente que dio en Madrid, donde señaló que los datos macroeconómicos –especialmente los relativos al sector del ladrillo- ya estaban dando síntomas de agotamiento en el cuarto trimestre de 2006.
Su presentación se basaba en un “documento ocasional” elaborado conjuntamente por ángel Estrada y Juan Francisco Jimenoque pone de manifiesto los tremendos desajustes en los que ha incurrido la economía española desde la entrada en el área de la divisa comunitaria.
Malo de molina explicó que “el desigual avance del gasto y de la eficiencia de la economía se manifestó en la aparición de un conjunto de desequilibrios:
- Diferenciales de inflación con el área del euro, apreciación del tipo de cambio real y elevada dependencia de la financiación exterior
- Expansión excesiva del sector inmobiliario
- Aumento del endeudamiento de hogares y del sector privado
A juicio del director del Servicio de Estudios, “estos desequilibrios fueron socavando paulatinamente las posibilidades de expansión económica y determinaron el inicio del necesario ajuste macroeconómico, justo antes de que explotara la crisis financiera internacional”.
Estas manifestaciones no resultan sorprendentes si se analizan los informes que efectúan cada mes los técnicos del Banco de España. El Servicio de Estudios lleva años advirtiendo de los problemas de la economía española, aunque su último gobernador, el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez permaneciera callado e impasible ante la crisis debido a la necesidad de garantizar que José Luis Rodríguez Zapatero volviera a repetir mandato tras las elecciones de marzo de 2008.
Los técnicos emiten informes que se cuelgan en la página web del organismo y que pueden ser consultados por todos los ciudadanos, en los que desde hace años se reclama una reforma laboral, eliminar las rigideces de otros mercados como el de los servicios, y donde se alerta de la insostenibilidad del patrón de crecimiento español, aunque ni el gobernador del Banco de España ni el vicepresidente Solbes se hayan dado por aludidos.
Este miércoles, Malo de Molina participó en la conferencia "La economía española en la actual crisis financiera" que ofreció en el marco del II Foro-Exposición Internacional de Productos y Servicios Financieros, Inversiones, Seguros y Soluciones para el Sector (Forinvest 2009), que se celebra desde hoy hasta el 27 de marzo en Feria de Valencia.
El déficit público escalará al 7,6% este año
El director del Servicio de Estudios señaló que España pasó de gozar de un superávit de las cuentas públicas del 2,2% del PIB en 2007 a alcanzar un déficit del 3,8% en 2008, al tiempo que auguró que esta cifra "se puede llegar a doblar" en 2009. Es decir, que el déficit podría alcanzar el 7,6% del PIB, frente al 5,8% que estimó Solbes en su última revisión del cuadro macroeconómico realizada el pasado enero.
Además, consideró "inaplazables" las medidas para reformar el mercado laboral, puesto que la tasa de desempleo en España aumenta "exponencialmente" respecto a la zona euro y, además, sus efectos son mayores debido al endeudamiento de las familias.
El responsable del Banco de España señaló que el aumento del déficit refleja la "alta sensibilidad de los ingresos públicos al sector inmobiliario y al ciclo económico, así como la importancia que el aumento del desempleo y las prestaciones asociadas al mismo está teniendo en el comportamiento del sector público".
Por ello, resaltó que se debe "utilizar las políticas de estímulo dentro de los márgenes disponibles en las acciones de expansión de la demanda". En este sentido, considera un "peligro" que el "rápido deterioro de las cuentas públicas" conlleve a la "adopción de medidas con efectos contractivos cuando la economía todavía no ha salido de la situación de recesión".
Así, se refirió a los retos que debe adoptar la economía española para afrontar la situación, entre los que destacó la necesidad de "contener la intensidad del ajuste a través del empleo". Al respecto, explicó que existen características en el mercado de trabajo que "intensifican la destrucción de empleo en las fases recesivas".
Reforma laboral: Combinar flexibilidad y seguridad
"Los sistemas vigentes de contratación obstaculizan la adecuada respuesta en forma de efectividad salarial y tienden a desplazar la mayor parte del ajuste al empleo", aseveró Malo de Molina, quien consideró "necesaria una reforma que mejore la relación entre flexibilidad y seguridad, que en la actualidad no es satisfactoria, ya que en algunos sectores genera fuertes pérdidas de trabajo y reduce los incentivos a la contratación".
Otro de los retos, dijo, es evitar el peligro de que los desajustes de competitividad agudicen la contracción de la actividad y del empleo, de forma que el cambio en el sistema, dado que no se puede buscar un equilibrio monetario, se base en un aumento de la eficiencia y en la reducción de costes relativos.
Asimismo, instó a promover el relevo de la actividad productiva mediante las reformas estructurales y el fomento de la productividad, de forma que se lleve a cabo una "reasignación de recursos" para que otros sectores tomen el relevo al inmobiliario.
"No sabemos la duración de la crisis ni los efectos de la misma", pero "el desafío propio --de España-- más importante es preservar la solidez de los flujos financieros y asegurar una buena posición para cuando se produzca la salida de la crisis", afirmó.
En cuanto a las causas de la crisis, resaltó que todo el mundo "compartía un pecado común", en referencia a la expansión del gasto y el endeudamiento excesivo. En España, destacó el aumento de la demanda, el gasto por encima de los recursos, la tendencia al endeudamiento y el bajo crecimiento de la productividad, que coexistía con salarios y márgenes más alcistas que en Europa.
El "desequilibrio" en el que se encontraba España tras la etapa de expansión abocaba -aseguró- a un proceso de ajuste que se habría producido aunque no se hubiera iniciado la crisis mundial. De hecho, apuntó que comenzó en 2006. Sin embargo, el mercado financiero mundial entra en una "crisis a la que nadie puede sustraerse y sobre la que nadie tiene control", que es lo que, a su juicio, lleva finalmente "a una recesión".
Los datos del Banco de España no dejan lugar a dudas. Todos sabían que el fin del ciclo económico tocaba a su fin al cierre de 2006, aunque desde el Ejecutivo se siga defendiendo que nadie podía saber que en España se podía producir una crisis económica: