LD (Ángel Martín) Algunas personalidades de la arena política ya ven pronta la fase de recuperación y el fin de la crisis económica. Sirvan los ejemplos del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, quien afirmó que el fin de la crisis podría darse a finales de este año, y de nuestro presidente, Zapatero, quien auguró que la cumbre del G-20 marcaría el inicio de la recuperación.
Si no fuera por los escasísimos, por no decir nulos, aciertos en sus previsiones económicas, convendría tomar en serio sus palabras y contrastarlas con la de otros expertos, que por el contrario, vaticinan un panorama muy negro para los próximos años.
Uno de estos expertos es el profesor Antal Fekete, cuya perspectiva dista mucho de ser compartida por los actuales dirigentes del sistema político y económico internacional. En esta ocasión presentamos su último artículo, destinado a argumentar por qué el plan de estímulo de Obama, consistente en rescates bancarios y planes de estímulo basados en nueva deuda, está condenado al fracaso.
Para apoyar teóricamente su crítica, explica el concepto de la productividad marginal de la deuda (PMD), que toma del especialista en teoría monetaria Melchior Palyi. A pesar de ser un concepto ignorado por la economía convencional, cuya visión suele estar nublada por indicadores meramente cuantitativos y excesivamente agregados (como la cantidad de deuda por PIB), es de extrema importancia para nuestro autor. La PMD expresa la relación existente entre los incrementos de deuda adicional y los incrementos del PIB (producción nacional de bienes y servicios, tal y como es medido por la contabilidad nacional). Expresado como un cociente:
PMD = $ producción adicional / $ deuda adicional
En principio, los agentes económicos contraen deudas con el objetivo de aumentar en el presente el grado en que satisfacen sus fines. Así, un empresario pide créditos (endeudándose) para poder acometer proyectos de inversión que estima le darán una rentabilidad futura que compense los costes de la deuda. O un inversor pide un crédito para comprar acciones que espera que se revaloricen, con vistas a obtener una rentabilidad por capital invertido superior a la que hubiera conseguido sin endeudarse.
Por tanto, el concepto de productividad marginal de la deuda es una medida de la calidad de la deuda que poseen los agentes económicos, y en términos macroeconómicos (del PIB), expresa la calidad de la deuda de un país.
Evidentemente, cuanto mayor sea la calidad de la deuda, más provechoso será el endeudamiento. Si, por ejemplo, nuestro indicador fuera de 3, esto es, que por cada dólar adicional de deuda, el PIB se incrementase en 3 dólares, incurrir en mayores deudas podría resultar beneficioso. Por el contrario, si el ratio fuera inferior a 1, esto significaría que para aumentar la producción en 1 dólar, haría falta más de 1 dólar adicional de deuda, con lo que la justificación económica de la deuda habría desaparecido.
¿Y qué tiene todo esto que ver con la realidad actual, y en particular, con la crítica al plan de Obama? Pues bien, la evolución del ratio de la PMD, pasando de 3 a ser inferior a 1, no es un mero juego teórico, sino un fenómeno real. En efecto, en la década de 1950, la PMD era 3 ó superior. Dos décadas más tarde, cuando Nixon rompió en 1971 con el sistema de pseudo patrón-oro, donde el oro todavía jugaba un papel importante en el sistema monetario internacional, la PMD había caído por debajo de 1.
A mayor deuda, mayor recesión y paro
Y por si esto no fuera poco, el año 2006 marcó un año de inflexión, que según apunta Fekete en su artículo, fue la señal inequívoca de que se venía un terremoto económico de grandes proporciones: la productividad marginal de la deuda entraba por primera vez en la historia reciente en un escenario negativo. Esto quiere decir que la generación de nueva deuda no sólo es que tenga impactos positivos minúsculos sobre los incrementos de la producción, sino que ¡tiene efectos negativos!. Dicho de otra manera, que a mayor deuda adicional, la contracción de la producción es mayor.
Y aquí es cuando los efectos de las políticas expansivas que se están aplicando en EEUU, entre otros muchos países, se revelan completamente contraproducentes. Al estar basadas en programas de rescate y estímulo fiscal, lo que significa un endeudamiento adicional desorbitado, las consecuencias negativas pueden ser devastadoras, debido principalmente a que la PMD es negativa. Por tanto, no es que el plan de Obama no vaya a ayudar a la recuperación económica, sino que puede contribuir a convertir una recesión en un absoluto desastre, vía mayor contracción económica.
Hiperdeflación
No obstante, esto no es todo, ya que según el profesor Fekete, lo que ya estamos experimentando es una espiral deflacionista con visos de convertirse en una hiperdeflación. Pero, ¿cómo puede ser posible que exista hiperdeflación cuando los Bancos Centrales están creando dinero como locos?.
Aquí el teórico monetario se desmarca de la Teoría Cuantitativa del Dinero, que dice que cuanto mayor es la cantidad de dinero de la economía, mayores serán los precios. Si bien es indudable que Bernanke y la Fed están haciendo grandes esfuerzos para evitar la deflación mediante creación de nuevo dinero y todo tipo de nuevos instrumentos, Fekete argumenta que ellos pueden crear dinero, pero no pueden hacerlo circular a través de los agentes económicos: de bancos a empresas, de empresas a familias, de familias a empresas, etc.
Esto en parte se debe, como señala el teórico, a que el nuevo dinero ha ido a parar a rescatar a entidades financieras y pagar los inflados bonus de banqueros, como los de AIG. Asimismo, el reducido poder adquisitivo de los consumidores está siendo usado para pagar sus deudas con el fin de huir del default (impago).
Así, se está reduciendo inevitablemente el consumo, lo que lleva a una contracción de la actividad de comerciantes y la necesidad de éstos a bajar precios, y ello a mayor paro. A su vez, el creciente desempleo genera menores rentas, y así se inicia un círculo vicioso: una espiral deflacionista. Aun así, según el profesor Fekete, los precios de productos primarios como el petróleo y los alimentos, podrían subir en un primer momento, pero tales subidas no serían sostenibles, por las razones ya señaladas.
Previsiones catastróficas
Así pues, las perspectivas futuras son muy negativas. De hecho, hay quienes ya están aconsejando abiertamente a la gente que retire su dinero de los depósitos y atesore, haciendo caso omiso al seguro de depósitos de la FDIC, debido a su precaria situación de solvencia. Los hay también, que como el bloguero de The Market Ticker, Karl Denningen, prevén una tasa de desempleo en EEUU del 20%.
En este contexto de medidas políticas alocadas y excesivamente onerosas para el contribuyente, y de consecuencias probables nefastas, Fekete acaba su artículo ofreciendo un panorama que pone los pelos de punta: profetiza el colapso total de la economía, como si del pinchazo de un globo se tratara, pero no en forma de hiperinflación y destrucción del dólar, sino de hiperdeflación y destrucción de la economía.
No obstante, no entiende esta crisis como un fenómeno casual, sino como “parte de la progresiva desintegración de la civilización occidental, que empezó con el sabotaje gubernamental del patrón oro en la primera parte del siglo XX”. A estas alturas, Ben Bernanke podría llegar a “tener el honor de administrar el golpe de gracia a nuestra civilización”, concluye.
La economía de EEUU se enfrenta a la "hiperdeflación" y al "colapso"
Bernanke está asestando el "golpe de gracia a nuestra civilización”, según advierte el economista Antal E. Fekete. En su último análisis, traducido por LD, Fekete alerta del riesgo de hiperdeflación y colapso económico en EEUU debido al incremento de la deuda.
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