El paro laboral de más de un millón de empleados paralizó al país helénico durante gran parte del día, una jornada marcada por grandes protestas y algunos incidentes violentos entre manifestantes y la policía antidisturbios.
Unos 150 radicales encapuchados rompieron cristales de algunas tiendas al paso de una de las manifestaciones y la policía antidisturbios lanzó gases lacrimógenos para dispersarlos.
Todas las oficinas públicas, hospitales, universidades y gran parte del transporte público urbano no funcionaron hoy en Grecia, mientras que todos los servicios de trenes y aviones fueron suspendidos.
En los hospitales públicos los médicos sólo atendieron los casos de máxima emergencia, mientras que las cadenas de televisión y las radios no emitieron noticieros. Eso sí, en el sector turístico no hubo huelga mientras que algunos supermercados y otras tiendas sí abrieron.
Los sindicatos se mostraron hoy satisfechos ante la "muy alta participación" en la huelga, aseguraron a Efe fuentes sindicales. Los representantes sindicales anunciaron más protestas contra las medidas del Gobierno para las próximas semanas.
El objetivo es que el Gobierno "comprenda que no puede suprimir los derechos laborales", dijo a Efe Stathis Anestis, portavoz del sindicato GSEE, que aglutina a los trabajadores del sector privado.
Dos grandes manifestaciones llenaron el centro de Atenas, con especial fuerza de los trabajadores comunistas que no dan tregua al gobierno del primer Giorgios Papandreu.
Una pancarta del ADEDY leía "Decimos NO a la austeridad y al desempleo", que roza el 10 por ciento y puede subir al 20 por ciento, según reconoce el propio ejecutivo socialista.
En otras se pudieron leer lemas como "no seremos nosotros quienes paguemos por la crisis de los ricos" o "el pueblo y sus necesidades son más importantes que los mercados".
Giorgos Peros, portavoz del sindicato comunista PAME, afirmó que "el pueblo tiene ganas de seguir luchando por sus derechos y no habrá cohesión con el gobierno sobre las políticas antipopulares".
La policía griega calcula que la participación en las manifestaciones de Atenas fue en torno a unas 20.000 personas, cuando los sindicatos lo elevaban hasta al menos el doble.
La huelga, convocada por GSEE y ADEDY, se dirige contra las estrictas medidas de austeridad, impuestas a Grecia por la Unión Europea (UE) por su desbordante endeudamiento.
Papandreu, electo en octubre pasado, quiere recortar los sueldos de los funcionarios públicos, reducir el gasto social en un 10 por ciento y aumentar algunos impuestos para reducir el déficit público en 4 puntos porcentuales este año.
Ante la huelga, el primer ministro había expresado su comprensión por el malestar popular aunque recordó al mismo tiempo que el Estado griego simplemente "no tiene más dinero".
La deuda pública griega supera el 110 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) y Atenas debe refinanciar este año unos 53.000 millones de euros de su deuda.
Los sindicatos aseguran que el Gobierno ahorra en los lugares equivocados y exige que el ahorro se reparta de forma más justa para que empleados y jubilados no sean lo que pagan por los efectos de la crisis, la más severa en décadas.
Disturbios en Grecia: los sindicatos paralizan el país contra el plan de ajuste
Los sindicatos de Grecia han paralizado el país con una huelga general, secundada por un 80% de los empleados del sector público y privado, en protesta contra las medidas anticrisis anunciadas por el Gobierno socialista.
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