Señor Presidente,
Señorías
A grandes males, grandes remedios, dice el refrán español. Grandes males son los que aquejan al sistema financiero y excepcionales, muy excepcionales, las medidas cuya convalidación solicita el Gobierno. En esto podemos estar todos de acuerdo.
Es un asunto este que nos ocupa de difícil explicación a los ciudadanos, que miran con asombro cómo sus gobiernos les instan a poner encima de la mesa enormes cantidades de dinero, actuando como inversores y avalistas de entidades de crédito.
Se diría que es el mundo al revés: los ciudadanos prestándole dinero a los bancos. En el caso de España el asunto resulta especialmente paradójico ya que el presidente del gobierno se jactaba hace tan sólo unos días en Nueva York de que contábamos con el mejor sistema financiero del mundo.
Señor presidente, también nos dijo usted en agosto de 2007 que la crisis financiera provocada por las hipotecas subprime no iba afectar a España y luego añadió que nuestra economía era la mejor preparada para afrontar la crisis.
Lo cierto, señor Rodríguez Zapatero, es que ha ocurrido justo lo contrario; la crisis nos afecta y más que a nadie porque el endeudamiento de nuestras familias y nuestras empresas y el altísimo déficit exterior de nuestro país nos convierten, en contra de lo que usted se harta de repetir, en uno de los países más vulnerables al estrangulamiento financiero internacional.
Todo el mundo puede entender lo que estoy diciendo: si nuestra economía funciona en gran medida gracias al dinero que pedimos fuera, cuando ese grifo se cierra y resulta más difícil acceder al crédito exterior, nuestro sistema productivo se resiente más que ningún otro.
Es muy importante que tengamos claro lo que está pasando porque sería un gravísimo error por su parte no contar toda la verdad de este asunto, sus implicaciones y riesgos a los ciudadanos.
Estamos ante una crisis financiera que nos afecta más que a nadie y que se superpone a una crisis de la economía real a la que más tarde haré referencia.
La crisis financiera, cuyo detonante fueron las hipotecas subprime de Estados Unidos, ha acabado infectando a todo el sistema mundial de pagos y cobros. Se trata, básicamente de una crisis de liquidez, aunque en el caso de algunas instituciones, también de una crisis de solvencia.
Es importante que distingamos los dos elementos: La falta de solvencia de algunos bancos ha provocado una situación de desconfianza generalizada en el sistema y ha estrangulado la liquidez del mismo.
Así en todo el mundo hemos visto medidas para sanear los casos de insolvencia y medidas para devolver la confianza al sistema en su conjunto.
Dicho esto señorías, ¿qué votamos hoy?
· Votamos la creación de un Fondo de hasta 50.000 millones de euros para comprar activos financieros y así inyectar liquidez a los bancos y las cajas de ahorros.
· Votamos también facultar al Gobierno para proporcionar avales del Estado a las operaciones de financiación nueva que realicen las entidades de crédito españolas hasta un importe de 100.000 millones de euros.
· Y por último votamos la autorización al Ministerio de Economía y Hacienda para adquirir títulos de las entidades de crédito que así lo soliciten para reforzar su base de capital, o sea, su solvencia.
Lo primero que hay que decir es que nos trae usted un plan europeo, un plan que viene avalado por la fuerza del Eurogrupo.
Eso es bueno. Lo peor hubiera sido mantener la política del sálvese quien pueda que imperó en los primeros momentos. Una crisis global como esta requiere soluciones globales, por eso mi partido entiende y valora este elemento esencial de las medidas que nos ha traído el gobierno.
Por eso en su día apoyamos sin reparos la propuesta de garantizar los depósitos de los ahorradores hasta 100.000 euros como hicieron otros países europeos. Más aún, fuimos los primeros en pedir garantías para los depósitos.
Más debate merecen las medidas que nos ha traído usted aquí esta tarde. Empezaré por el fondo de 50.000 millones para la compra de activos a los bancos y cajas y los avales por 100.000 millones, sólo para este año.
Se trata de medidas absolutamente excepcionales que sólo se justifican por la imperiosa necesidad de dotar de liquidez a nuestro sistema financiero.
Señoría, las cifras marean. Estamos hablando de 150.000 millones de euros, el 15% de la renta nacional. Una cifra equivalente a todo el gasto de la Administración General del Estado previsto para el año 2009. En las viejas pesetas estaríamos hablando de 25 billones.
Jamás un gobierno en España ha tenido en su mano semejante poder económico y semejante capacidad de decisión.
Señorías, estamos hablando de enormes cantidades de dinero público. Es obligado por tanto, clarificar qué criterios se van a utilizar para materializar esta operación. Por eso el desarrollo reglamentario de estos decretos debe dar respuesta a algunas cuestiones que son fundamentales.
¿Qué se va a comprar?, ¿a quién se va a comprar?, ¿a qué precio?, ¿cómo se van a recuperar esos recursos? Señorías, ¿a quién se va a avalar y a quién no? Son multitud de preguntas las que se plantean y que vienen a delimitar una exigencia puramente democrática. De lo que se trata es de garantizar que el dinero se distribuya entre las entidades con criterios de transparencia y equidad.
Pero además, señorías, necesitamos eficacia. Tenemos que garantizar que el dinero circule por donde tiene que circular y que llegue a atender las necesidades de crédito de nuestras familias y nuestras empresas, especialmente, las pequeñas y las medianas. Es preciso que la liquidez que pretendemos inyectar penetre en todo el sistema productivo y que los ciudadanos noten sus efectos benéficos, de otra manera los españoles jamás sentirán este plan como suyo.
Esta recomendación, no sólo se la planteo yo, también se la hace el Eurogrupo, los mismos que han aprobado el paquete que usted nos trae aquí.
Señorías, los decretos también contemplan una última medida; me refiero a la posibilidad de que el gobierno adquiera títulos de entidades de crédito para reforzar su capital. Esto, señoría, no es una medida pensada para atajar problemas de liquidez, sino de solvencia.
Esta medida prevé la intervención del Estado para el caso de que fuera necesario rescatar alguna entidad; es decir, salvarla de la quiebra. Son ustedes los que han considerado necesario incluirla.
Señorías, esta autorización, sin límite alguno de cantidad, rodeada de la más absoluta discrecionalidad exige, aparte de una mayor concreción, los mecanismos de supervisión, verificación y control que eviten que la discrecionalidad pudiera convertirse en arbitrariedad o en una actuación puramente política.
Pues bien, en estas circunstancias cualquiera puede entender que el desarrollo reglamentario de estos reales Decretos tenga una importancia vital. Por ello pedimos concreción y herramientas de control y de transparencia mucho más importantes que las que se contemplan en los decreto-leyes.
Señor Presidente, usted ya conoce nuestra posición. Hemos hecho algunas aportaciones en las últimas horas con el objeto de que todos los españoles tengan la tranquilidad absoluta sobre el buen uso de su dinero. Le recuerdo algunas de las que considero más importantes:
Es imprescindible que se favorezca en la aplicación de estas medidas, y de forma muy evidente, a las entidades financieras que más créditos estén concediendo a los hogares y a las empresas, por ejemplo con ventajas en los procedimientos de subastas.
También y para que estemos seguros de que lo que se compra es de calidad y precio adecuados, sería necesario que se apliquen los mismos procedimientos y requisitos que aplica el Banco Central Europeo para sus operaciones de financiación.
Además se necesita más control institucional. El Consejo Rector que el Decreto-ley contempla es, si se me permite la expresión, una mesa camilla que se podría reunir en casa del señor Solbes, porque sólo lo componen cinco subordinados suyos. Ese mecanismo tiene que reforzarse, a través del desarrollo reglamentario, entre otras cosas, con una presencia importante del Banco de España.
Esta institución ha de tener un papel relevante en el proceso de toma de decisiones y en la tarea supervisora sobre su ejecución, en especial para evaluar las condiciones financieras en las que se desarrollan las operaciones. De esa forma será más fácil decidir hasta qué punto es necesario ralentizar o suspender las mismas en caso de inestabilidad excesiva en los mercados.
También es necesario, señorías, reforzar las garantías de control parlamentario sobre la ejecución de estas medidas. El primer Decreto-ley que comentamos prevé la remisión de un informe cuatrimestral de la gestión del Fondo, lo que resulta, a todas luces insuficiente. No se trata de “parlamentarizar” la gestión del Fondo, pero sí de tener acceso a una explicación puntual y sistemática de sus decisiones, que permita una valoración más inmediata de su aplicación.
Señor presidente, usted anunció el pasado miércoles en esta Cámara respondiendo a mi solicitud que se comprometía a que estos Decretos Leyes “tengan las mayores garantías: que el Banco de España juegue un papel determinante, que haya más control parlamentario del que hemos planteado y, por supuesto, que acordemos toda la letra pequeña del desarrollo reglamentario que exige la puesta en práctica de esta medida”.
Pues bien, señoría, con su compromiso de aceptar “la letra pequeña” que acabo de enumerar para el desarrollo reglamentario de los decretos puede contar con nuestro voto afirmativo. Estamos dispuestos a apoyar estos decretos si de esta cámara sale un compromiso formal para contemplar las mejoras previstas. Son medidas excepcionales, para una circunstancia excepcional y exigen controles también excepcionales.
Estamos dispuestos a convalidar los decretos por responsabilidad, porque son medidas que se enmarcan en una acción global de la Unión Europea y sería impensable quedarnos fuera de esa acción global. Se trata, como he dicho, de aplicar en España las medidas coordinadas entre Reino Unido y el Eurogrupo para dar una respuesta común a esta crisis.
Y estamos dispuestos a hacerlo por el interés general de los españoles. Creemos que, con todos los reparos planteados, son hasta el momento el único mecanismo diseñado para paliar los problemas de liquidez – y en su caso de solvencia- de nuestro sistema financiero. Esperemos que den los resultados buscados.
Ahora bien señorías, no quiero que nadie se llame a engaño; estamos hablando de una operación excepcional y urgente para restablecer la normalidad de funcionamiento del sistema financiero, pero sólo del sistema financiero.
Si lo consiguiéramos, habríamos aliviado la crisis de liquidez pero ello no sería suficiente para plantar cara a la grave crisis económica que atraviesa nuestro país. Es decir, estamos aprobando unas medidas necesarias pero no suficientes para atajar los problemas de los españoles. Pudiera ocurrir que la liquidez volviera al sistema financiero pero la economía real siguiera estancada y arrojando miles de españoles al paro diariamente.
Señorías, me han oído decir en más de una ocasión en esta Cámara que, “con subprime o sin subprime, con el barril de petróleo a 80 o a 140 dólares, estaríamos en una profunda crisis económica”. Es cierto que esos factores hacían más difícil la situación. Pero no nos engañemos. Aquí tenemos una crisis previa, muy profunda y si no se toman medidas pronto y en la dirección correcta se puede agravar y prolongar en el tiempo.
Señorías, el ruido ensordecedor que ha provocado en las últimas semanas la crisis financiera ha disimulado la profundidad de la crisis de la economía productiva, cuya expresión más dramática es el acelerado incremento del paro, aunque también podría citarles los problemas de competitividad, el déficit público, el déficit exterior, la subidas de los precios y las hipotecas o la grave crisis de nuestros sectores productivos, en especial, la industria y la construcción.
Señor Rodríguez Zapatero, lo peor que podría hacer usted hoy es utilizar la situación internacional como parapeto para seguir eludiendo sus responsabilidades ante los problemas que ha contribuido a generar.
Lo peor que podría hacer es decirles a los españoles que estas medidas son la solución definitiva a sus problemas porque no es así. El gigantesco esfuerzo económico que hoy le planteamos a los ciudadanos quedará en nada, si no va acompañado de otras reformas que se necesitan urgentemente. Más aún, si la economía real tarda en recuperarse y aumenta en exceso la morosidad, el sistema financiero seguirá teniendo dificultades.
Voy terminando. Cuenta usted con nuestra ayuda para apoyar a nuestras entidades financieras pero apuntalar con dinero público al sistema financiero no significa olvidarse de exigir responsabilidades por los posibles errores de gestión o los excesos cometidos.
Termino ya
Las familias y las pequeñas empresas españolas también están esperando un plan de rescate. Lo esperan los trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo, los jóvenes que no logran acceder a una vivienda, las familias asfixiadas por la hipoteca… todos necesitan un plan de rescate y hasta ahora el gobierno se ha olvidado de ellos.