El nuevo límite de velocidad se aplicará en un total de catorce mil kilómetros, que son los que están a disposición de los conductores españoles repartidos entre autovías libres de peaje y autopistas de pago.
Situar en esas infraestructuras un límite de velocidad de 110 kilómetros por hora las convierte de hecho en carreteras nacionales o comarcales, con lo que las cuantiosas inversiones en infraestructuras tendrían poca o ninguna justificación. Uno de los propósitos de autovías y autopistas es mejorar las conexiones. No se trata reducir la velocidad sino el tiempo de desplazamiento gracias al doble carril y los márgenes de seguridad.