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Bush logra que el Senado saque adelante el plan de rescate, tras ser revisado

El presidente George W. Bush ha logrado que los senadores de EEUU aprueben el nuevo plan de rescate financiero, tras el rechazo del Congreso. El Senado ha dado luz verde al proyecto, después de que los líderes de la Cámara acordaran añadir a la propuesta inicial una serie de rebajas fiscales a familias hipotecadas y empresas, así como más protección para los depósitos bancarios. Además de los 700.000 millones de dólares para salvar Wall Street, el Gobierno tendrá un coste tributario extra de 150.000 millones de dólares.

Consulte el texto del plan (en inglés)
El presidente George W. Bush ha logrado que los senadores de EEUU aprueben el nuevo plan de rescate financiero, tras el rechazo del Congreso. El Senado ha dado luz verde al proyecto, después de que los líderes de la Cámara acordaran añadir a la propuesta inicial una serie de rebajas fiscales a familias hipotecadas y empresas, así como más protección para los depósitos bancarios. Además de los 700.000 millones de dólares para salvar Wall Street, el Gobierno tendrá un coste tributario extra de 150.000 millones de dólares.
LD (L. Ramírez) Finalmente, el plan de rescate revisado, presentado por el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y el máximo responsable de la minoría republicana Mitch McConnell, fue aprobado por la mayoría de la Cámara Alta (74 a favor y 25 en contra), lo que presiona al Congreso para que siga su ejemplo y envíe la iniciativa a la Casa Blanca para su firma final, tal como espera ahora la Administración de EEUU.
 
Los dos partidos políticos han acordado la incorporación de un paquete de medidas fiscales y de política de gasto público que reducirá la presión fiscal a las familias hipotecadas y empresas. El coste –en términos de menores ingresos tributarios- rondaría los 151.000 millones de dólares.
 
De esta forma, se completa la propuesta inicial (ya había pasado por otra revisión el pasado domingo) que permite al secretario del Tesoro, Henry Paulson, disponer de 700.000 millones de dólares para adquirir –mediante estructuras financieras públicas- la deuda de mala calidad de las entidades financieras, es decir, la afectada por la crisis de las hipotecas basura (subprime), tal como avanzó LD.
 
Eso sí, el plan de rescate deberá ser ratificado por el Congreso, probablemente el próximo viernes, según señala The New York Times.
 
George W. Bush, en las horas previas al debate, manifestó su confianza en la aprobación y trató de alcanzar el consenso con algunos de los senadores más importantes dentro de sus formaciones políticas. Además, los candidatos presidenciales, tanto el demócrata Barack Obama como el republicano John McCain, pidieron la aprobación del plan para sacar a Wall Street del recrudecimiento de la crisis que sufre desde hace semanas.
 
Dos enmiendas agregadas a la iniciativa -una serie de recortes fiscales a las empresas y una legislación para prevenir que más de 20 millones de contribuyentes de clase media sientan el aliento del Fisco, así como un aumento de la seguridad de los depósitos-  son los pilares con los que el secretario de Estado, Henry Paulson, ha resucitado su plan de rescate, conquistando así el apoyo de los republicanos y demócratas que rechazaron la propuesta el pasado lunes en el Congreso.
 
Asegurar los depósitos
 
La iniciativa que aprobó el Senado incluye una propuesta que ha recibido el mayor apoyo de las últimas modificaciones realizadas: elevar el límite del depósito federal del seguro (el equivalente al Fondo de Garantía de Depósitos español) al dinero que los clientes tienen en sus cuentas bancarias, que era de 100.000 dólares por depósito, hasta los 250.000 dólares.
 
Además de las novedades, el proyecto salió adelante por los contactos previos de la Administración. El presidente Bush se reunió con los senadores estadounidenses antes de la votación para recabar apoyos en favor de su plan de rescate. "Es vital que aprobemos el plan esta semana y limitemos un daño adicional a nuestra economía", afirmaba Tony Fratto, portavoz de la Casa Blanca.
 
Por otro lado, aseguraba que la industria financiera del país “sabrá reponerse y reconstruirse” cuando pase la actual crisis. "Creo que seremos capaces de sobreponernos, que volverán las empresas a utilizar el gran talento que todavía existe, y que podremos recuperarnos", subrayaba el portavoz presidencial.
 
Los índices de Wall Street cerraron la sesión antes de que se produjera la votación y lo hicieron a la baja. El Dow Jones de Industriales de la Bolsa de Nueva York perdió el 0,18 por ciento; mientras que el tecnológico Nasdaq cedió un 1,07 por ciento y el S&P 500 se dejó un 0,45 por ciento.
 
Y es que, además de la cuestión del plan de rescate, los datos macroeconómicos no son nada halagüeños. El Instituto de Gestión de Suministros (ISM) informó de que la actividad del sector manufacturero en Estados Unidos se contrajo en septiembre más de lo que se preveía y se situó en el nivel más bajo de los últimos siete años.
 
Miedo a la recesión
 
Aunque los analistas, y el propio presidente de EEUU, no esperan que el plan solucione totalmente los problemas, tal como indicó a Europa Press el director de asuntos económicos de la revista  The Economist, Edward Carr.
 
"La idea no es que este paquete de medidas salve a la economía de la recesión, probablemente no pueda, pero en cambio podría romper el ciclo de pánico y pesimismo que convierte a una recesión normal en una devastadora", señaló.
 
En este sentido, Carr pronosticó que la economía de EEUU se encamina hacia un periodo de crecimiento lento y apuntó que el precio de la vivienda tiene que volver a niveles "asequibles", mientras que el sistema financiero, que se "sobredimensionó" durante la burbuja, “necesita volver a un tamaño apropiado”.
 
"El plan de Paulson no lo puede detener, ni debe, pero puede ayudar a prevenir una situación peor", dijo Carr. No obstante, advirtió del riesgo de que se produzca una escalada proteccionista, especialmente tras el plan de ayudas para la industria del automóvil de EEUU, que, en su opinión, fue confeccionado para que los tres grandes constructores estadounidenses sean beneficiados, mientras que las empresas extranjeras con presencia en EEUU no entran en el reparto.
 
Por otro lado, Carr admitió que EEUU "ha perdido mucha autoridad moral", aunque precisó que el riesgo moral a corto plazo es "pequeño", especialmente en comparación con "el riesgo y el coste de un pánico financiero en toda regla".

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