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ABRÓCHENSE LOS CINTURONES

El PSOE anticipa el fin de la clase media y la banca española se enfrenta al abismo

Los barones socialistas taparán su derroche con subidas de impuestos a las clases medias que, además, deberán pagar una parte de las indemnizaciones por despido de las empresas. Las familias se ahogan, pero la banca también ¿de dónde van a sacan 125.000 millones de euros?

Los barones socialistas taparán su  derroche con subidas de impuestos a las clases medias que, además,  deberán pagar una parte de las indemnizaciones por despido de las  empresas. Las familias se ahogan, pero la banca también ¿de  dónde van a sacan 125.000 millones de euros?



Los políticos se han quitado la careta. Abren fuego los socialistas, pero los populares serán los próximos en subir todo tipo de impuestos y tasas para tapar los despilfarros realizados durante la etapa de bonanza económica, cuando recalificar terrenos era el mejor negocio del mundo, montar promotoras inmobiliarias con amiguetes era el deporte preferido en España y repartir las migajas al pueblo era la mejor manera de ganar elecciones.

Todo eso se ha terminado y, tras unos meses de mentiras, los políticos admiten sin tapujos que van a clavar a los trabajadores. Eso sí, ellos dicen que, en realidad, los que pagan son los ricos. Falso, ya que ellos son, precisamente, los que menos impuestos abonan, los que tienen una jubilación de oro y los que viven de la teta pública hasta que se mueren, si así lo consideran conveniente. Ustedes (nosotros) pagan.

Las comunidades gobernadas por el PSOE toman la delantera. Lejos quedan los tiempos en los que Zapatero defendía que bajar impuestos “es de izquierdas”. El socialismo siempre acaba igual, con una clase política que vive ajena a la realidad, que goza de unas prebendas propias de dirigentes de países totalitarios, y con una clase media que se empobrece hasta desaparecer y configurar un pueblo llano que debe trabajar a destajo para llegar a duras penas a fin de mes. Es la mejor manera de controlarlos. Y me refiero al socialismo de izquierdas y al de derechas, como decía Hayek.

Y los demagogos que creen que todos los males se solucionarán apretando las tuercas al sector financiero es que, o no se enteran de la película, o directamente no tienen ningún interés es conocer la realidad. A los bancos y cajas no les presta dinero ninguna entidad extranjera porque temen que los cadáveres inmobiliarios que tienen en sus armarios comiencen a oler. Y porque el Gobierno está desnortado, perjudicando la credibilidad de las finanzas públicas españoles y, por lo tanto, lastrando la calidad de una deuda que, oh sorpresa, han comprado estos bancos y cajas en apuros.

Este es el sombrío panorama que pintan los diarios económicos, unos temas a los que hay que sumar la intención del Gobierno de aprobar una reforma laboral ante la falta de acuerdo entre sindicatos y patronal. Menos mal. Como ya he explicado en alguna ocasión una reforma firmada por los mercenarios de CCOO y UGT es perjudicial para la economía, por definición.

Como señala la prensa extranjera, estos sindicatos forman una aristocracia laboral que defiende a un solo tipo de trabajador: el fijo no productivo. En todas las empresas hay alguno, son esos que suelen llegar tarde, irse antes, navegar todo el día por Internet, tocarle las narices a la mayoría del personal y, encima, cobrar un sueldo mayor a la media de la empresa. ¿Les suena?

De momento, como dice Cinco Días, lo único claro es que “Trabajo quiere subvencionar parte del coste de los despidos sin abaratarlos”, de forma que “un fondo especial financiaría ocho días de indemnización”. Pero ¿quién es el Estado?, pues todos nosotros. Es decir, que los contribuyentes son los que pagarán, como siempre.

Y no sólo los despidos, ya que el diario de Prisa dice que “Extremadura y Andalucía suben también el IRPF a las rentas altas”. Clavarán a los trabajadores que tengan nóminas y que sean superiores a 60.000 euros. Las grandes fortunas seguirán pagando como mileuristas. Bien, ¿no?

Expansión acierta cuando titula: “los barones del PSOE se ceban con la clase media”, que son los que, de verdad, pagan impuestos como bestias. “Andalucía y Extremadura, tras Cataluña, Baleares y Asturias, suben el IRPF a las rentas altas de trabajo”.

En su primera página incluye otra cuestión relevante: “Nuevo test para la fiabilidad de España: emite hoy hasta 4.000 millones de euros”. No hay ni un euro en la caja pública y hay que sacar dinero para pagar a los inversores (23.000 millones hasta el fin de julio). ¿Saben quienes van a comprar estos papelitos de deuda? Los bancos españoles presionados por el Gobierno. Al menos eso dicen “los expertos” que cita el diario.

Pero volvamos a Cinco Días, ya que su principal noticia tiene precisamente que ver con el sector financiero: "la banca afronta vencimientos de deuda de 125.000 millones en 2010 y 2011”. Pero esta deuda no es pública, sino privada. Como siempre yo se lo explico para que no acaben con un gorro de papel en la cabeza y creyéndose Napoleón por los pasillos de sus casas.

Los bancos tienen un agujero derivado de créditos al ladrillo de unos 100.000 millones de euros impagados que el Gobierno permite que oculten a través de ingeniería contable (alterando el valor de mercado de los pisos y el suelo que tienen anotados en sus libros). Para mantener su actividad las entidades financieras han acudido a bancos extranjeros y al BCE, pidiendo préstamos que ahora deben pagar. Al mismo tiempo, han dedicado el dinero de estos créditos extranjeros a la compra de deuda pública española que ahora pierde calidad y, por lo tanto, perjudica a la solvencia de la banca española. Es una trampa mortal de la que nos tendrá que sacar Europa con la ayuda del FMI, no hay vuelta de hoja.

No quiero terminar sin citar la mención que hace el diario El Economista al plan de Fomento para reducir el gasto, que pretende rescindir contratos ya concedidos, en una muestra más de la inseguridad jurídica que hay en España. “Las obras que Blanco estudia parar: Fomento echará el freno en 3.000 obras licitadas e incluso iniciadas”, señala el periódico que, en páginas interiores, desglosa con precisión los proyectos afectados. Llegados a este punto me pregunto: ¿Vivimos en España o Venezuela?

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