Altadis, una de las principales tabaqueras del mundo, está barajando cambiar su estrategia de mercado. Lo que antes más temían -la guerra de precios entre marcas de referencia y low cost similar a la de 2005- se ha convertido en su principal objetivo, entrando de lleno en la batalla que registra el sector.
Después de que BAT decidiera a comienzos de septiembre fijar el precio del Pall Mall blando en los 2,95 euros, la incógnita era si se produciría algún movimiento más en el mercado y qué tabaquera sería la segunda en mover ficha. Todo apunta a que será la hispano-francesa Altadis la que volverá a reducir sus precios y, además, esta nueva bajada se sucederá en muy pocos días.
Seún fuentes del sector consultadas por Libertad Digital, Altadis estudia rebajar algunas de sus marcas de referencia: Fortuna -que ha subido dos veces en lo que va de año- y John Player -la marca barata de Altadis por excelencia-. En el lado de BAT, muchos apuntan que Pall Mall puede volver a sufrir modificaciones a la baja.
Desde el sector estanquero confirman que la inminente bajada de precios de Altadis está "en boca de todos". Los propietarios de los estancos tendrán que realizar sus pedidos este viernes y piensan reducir la cantidad demandada de productos por temor a que la rebaja se produzca este fin de semana. Y es que, tal y como explican, si Altadis "baja los precios después de haber abonado el pedido, la diferencia no nos la devuelve nadie y tenemos que hacernos cargo del gasto nosotros mismos", aseguran.
Altadis y BAT ni confirman ni desmienten está información. "No hablamos de nuestra política de precios", declaran fuentes de ambas compañías preguntadas sobre esta cuestión.
En teoría esta situación puede parecer lógica en un sistema de libre mercado donde los precios y la competitividad son las herramientas fundamentales que garantizan la subsistencia de las empresas. Pero en el caso del sector tabaquero la libre competencia es prácticamente inexistente. De hecho, las grandes marcas son las principales interesadas en que el Gobierno suba impuestos para borrar a la competencia. Por ello, esta previsible bajada de precios responde únicamente a un objetivo: presionar al Ejecutivo para subir el impuesto mínimo sobre el tabaco, que afectaría a todas las marcas, incluidas las low cost.
Con la subida del IVA las marcas baratas ganaron cuota de mercado en detrimento de las grandes compañías. La única estrategia que les funciona a las marcas conocidas para asfixiar a las low cost consiste en una nueva subida del impuesto mínimo para que las marcas de bajo coste se vean obligadas a subir el precio de sus cajetillas, reduciéndose así el diferencial de precios y sus respectivas cuotas de mercado.
Este impuesto no es un problema para las grandes debido a que pueden permitirse absorberlo para no repercutirlo al consumidor y así reducir el diferencial de precios entre ambas marcas (conocidas y menos conocidas). Si la horquilla de precios entre una u otra se reduce, el consumidor tenderá a comprar la marca más conocida, mientras que las marcas baratas no tendrán opción a competir en el sector.
Una guerra de precios provocará que las cajetillas se abaraten aún más y tabaco barato es lo que no quiere el Gobierno, en primer lugar porque disminuye la recaudación y, en segundo lugar, porque se hace más accesible a los consumidores y esto es un inconveniente de cara a la opinión pública.
La condición para que las grandes marcas vuelvan a competir con su precio habitual será que el Gobierno suba el impuesto mínimo cerca de los 100 euros por cada 1.000 cigarrillos, lo que supondrá pérdidas irreversibles para las marcas baratas.