Ante la posibilidad, que cada vez más medios y analistas dan por segura, de que España necesite un rescate, se ha comenzado a discutir cómo se podría dominar una situación muy peligrosa. Todos los expertos coinciden en que España es demasiado grande para caer (porque provocaría una crisis en toda Europa de imprevisibles consecuencias), pero tampoco puede ser rescatada (porque el dinero necesario pondría en problemas las finanzas públicas del resto de países de la eurozona).
Por eso, en las últimas jornadas se ha comenzado a hablar de la posibilidad de poner en marcha un Plan B. En este escenario alternativo, habría varias opciones: ampliar el Fondo, préstamos bilaterales o monetizar deuda pública. Y puede ser urgente decidir cómo se hará. Este mismo viernes, Citigroup afirmaba que Portugal se verá forzado a pedir ayuda "antes de fin de año" y que España tendrá que seguir el mismo camino "poco después", según informa EFE.
El Fondo está compuesto por 750.000 millones: 440.000 millones los aportan los estados miembros de la zona euro; 60.000 millones, la Comisión Europea y 250.000 millones el FMI. Si, tras Irlanda, caen Portugal y España, la parte de los países quedaría reducida a unos 300.000 millones. Citigroup considera que esto permitiría cubrir las necesidades de financiación de Irlanda y Portugal durante tres años, pero que no sería suficiente para cubrir las necesidades españolas.
Por eso, desde Bruselas, la Comisión Europea ha pedido que los países amplíen su aportación hasta los 880.000 millones (el doble de la cantidad actual), para así tranquilizar a los mercados sobre la capacidad del Fondo de hacer frente a una hipotética caída española, según informa The Wall Street Journal. El problema es que según este mismo diario, Alemania "ha rechazado" la idea.
Este mismo viernes, el ministro de Finanzas germano, Wolfang Scheauble confirmaba que su país no era favorable, "en absoluto", a la opción de poner más dinero en este Fondo, asegurando que no era una alternativa que se estuviera manejando en estos momentos, según informa Reuters. En los últimos días, Angela Merkel también se había mostrado poco favorable a la opción de seguir poniendo dinero de los contribuyentes germanos para rescatar a los países periféricos europeos.
El problema es que si no se amplía el Fondo y no hay préstamos bilaterales, sólo queda una salida, precisamente la que más gusta a Angela Merkel: un plan de quiebras ordenadas que se traduciría en que los acreedores de los países en bancarrota (los que tengan bonos y letras de dichos estados) tendrían que aceptar pérdidas (quitas). Es decir, que no se les devolvería todo el dinero.
Precisamente, The Irish Times aseguraba este viernes que el rescate de los bancos irlandeses no será completo, sino que la UE y el FMI están casi decididos a que los acreedores de las entidades en problemas soporten parte del coste de su quiebra. Es decir, que no sólo sean los contribuyentes europeos los que tengan que poner dinero para sanear sus cuentas. Hace unos días, los acreedores del Anglo Irish Bank dieron su aprobación a la oferta de la directiva de la entidad de intercambiar deuda por acciones (sólo se les devolverá un 20% del valor de los activos en su poder).