Rafa Nadal ha vuelto. Por mucho que a él no le guste hablar de su estado físico y recuerde siempre que le preguntan que no se termina de fiar de su rodilla, el tenista español ha demostrado esta semana en Madrid que su mejor tenis ha regresado.
Porque al mallorquín se le consideraba favorito para esta final. Wawrinka no era el rival más temible. Cierto. Pero lo que hizo no fue ganar. Fue arrasar. En dos sets, 6-2 y 6-4. Recuperando algunos de sus mejores golpes. Aquellos que le llevaron a lo más alto y que no ha perdido a pesar de su larga travesía por el desierto en forma de lesión.
Un gran saque, la clave
No contento con eso, Rafa Nadal mostró hoy uno de sus mejores servicios que se le recuerda. Durante todo el partido, el de Manacor jugó cómodo gracias sobre todo a su saque, incontestable para un Wawrinka que ya tenía suficiente con llegar hasta aquí.
Pero ojo, si el suizo llegó hasta la final, fue por méritos propios. Nadie le había regalado nada. Que nadie piense que era un obsequio de la organización del torneo a Rafa. Ni mucho menos. Pero hoy no pudo con un Nadal estratosférico.
Se vio ya nada más empezar el partido. Cuatro juegos consecutivos para el mallorquín, con dos roturas incluidas. Y de todos los colores. Fue un inicio arrollador, que terminó por desesperar a Wawrinka, quien llegó incluso a mostrar algunos síntomas de molestias musculares.
Tras cerrar la exhibición de la primera manga (6-2), el segundo set se igualó más. El suizo mejoró su juego cuando se despojó de los nervios de su segunda final importante en su carrera, y fue capaz de mostrar el nivel que le había llevado hasta la final.
Así, el partido fue avanzando con cada uno ganando su saque y con grandes puntos de ambos tenistas, hasta que se llegó a la hora de la verdad. Con 3-3 en el marcador y tanto en juego, sólo los más grandes resisten psicológicamente. Y ahí, a Rafa no le gana nadie.
El mallorquín logró su primera y única rotura del segundo set, y acto seguido lo confirmó con un gran servicio. Era el 5-3, demasiado para Wawrinka, que tuvo suficiente con ganar su siguiente saque y ver cómo Nadal se adjudicaba el partido y la final a las primeras de cambio.
Un 6-4 incontestable que proclama a Rafa como nuevo vencedor del Mutua Madrid Open, tercero que consigue en su carrera, y quinto título en lo que llevamos de año. Ahora llega Roma, donde el español luchará por estar entre los cuatro primeros en Roland Garros y, una vez ahí, cualquier cosa puede pasar. Incluso volver a ser campeón. Porque Rafa Nadal ha vuelto.