Novak Djokovic ha vuelto a hacer gala de su fortaleza mental, la misma que le ha devuelto a la cima del tenis mundial en este final de curso, para doblegar a un Roger Federer que lo tuvo de cara, pero acabó rindiéndose al mayor empuje del serbio, y acabar conquistando su segunda Copa Masters sobre la pista azul del londinense O2 Arena. El serbio estuvo contra las cuerdas al inicio del primer set y al final del segundo, pero se agarró a la pista para asestar sendos zarpazos al suizo que le han permitido reeditar el título conquistado cuatro años atrás, entonces en Shanghái como escenario y con el ruso Nikolay Davydenko como rival.
Nole ha derrotado a Roger por tercera vez este curso –y por decimotercera vez en su carrera tras 29 enfrentamientos–, después una lucha sin cuartel entre dos auténticos titanes, leyendas vivas del deporte de la raqueta. El de Belgrado cierra el año como número uno del mundo por segunda vez consecutiva y, de paso, priva al helvético de la posibilidad de batir su propio récord de seis Masters.
Y eso que el talentoso jugador de Basilea saltó como un ciclón a la pista y a los diez minutos ya mandaba por 3-0 en el marcador después de hacerle un break al belgradense. El número dos mundial, muy sólido al servicio, alternaba grandes golpes de derecha con reveses cruzados que hacían mucho daño a su aturdido adversario. Tardó Djokovic en enterarse de la película, pero cuando lo hizo fue con una respuesta de auténtico campeón. Le devolvió la moneda Nole a su oponente, al que buscó las cosquillas con profundos reveses cruzados, y en un santiamén se ponía con 5-4 en el marcador y saque, dejando a Federer contra las cuerdas.
Sin embargo, apareció el helvético para firmar un nuevo break e igualar la contienda, antes de que el jugador de Belgrado tuviera que ser atendido por una herida en el codo derecho. Pero esto no afectó a Djokovic. Ambos tenistas cumplieron con su saque –primero el serbio y luego el suizo– y acabaron mandando la resolución de este intenso primer set al tie-break. Apretó Novak en la recta final de ese desempate, que dejó un grandísimo intercambio de golpes para hacer las delicias de los 20.000 espectadores que abarrotaron las gradas del O2 Arena, y acabó llevándose el primer parcial después de una hora y doce minutos.
Al igual que en el primer set, el segundo también arrancó con un break de Federer después de un primer juego muy largo. Falló en las tres primeras oportunidades que dispuso, pero no así a la cuarta. Los dos tenistas empezaban a acusar el cansancio, pagando el titánico esfuerzo de la primera manga, y comenzaban a alternar grandes golpes ganadores con errores no forzados –más Federer en este último apartado que Djokovic–. Se llegaba a las dos horas de partido, cuando el de Basilea estaba con ventaja en el marcador: 5-4 y 40-15, disponiendo así de dos bolas de set.
Parecía muerto Djokovic. Craso error. Nunca se puede dar por muerto a un jugador como el número uno mundial. Si algo le caracteriza es su fortaleza mental, la de un jugador que no da un solo punto por perdido. Así, Novak sacó su casta para empatar el parcial a cinco juegos y neutralizar la ventaja de Federer.
Fue el punto de inflexión del choque. El de Basilea pareció venirse abajo, viendo impotente cómo Djokovic volvía a neutralizar su ventaja, y acabó claudicando ante la garra del serbio, que cerró la contienda con una derecha ganadora –otra más– tras dos horas y cuarto de lucha. Así era como el actual número uno del mundo conquistaba su segunda Copa Masters, emulando a otras leyendas vivas del tenis como el estadounidense Andre Agassi y el sueco Stefan Edberg.