A partir del 2006, el fútbol italiano entra en un declive del que todavía no ha conseguido salir. En ese año levantan su cuarto Mundial, en Alemania, y, en la Champions 2006-2007, el Milan se proclama campeón tras vengarse del Liverpool. Sin embargo, el Moggigate –amaño de árbitros-, la crisis económica por falsear cuentas, sospechas de dopaje y una falta evidente de talento han sido las principales causas de los fiascos deportivos. Sólo el Inter, campeón el año pasado y único equipo superviviente este año en Europa, salvan el honor italiano en las competiciones del Viejo Continente.
El Moggigate
En julio de 2006, Italia levantaba su cuarta Copa del Mundo tras vencer a la Francia de Zidane en la tanda de penaltis del Mundial de Alemania. El fútbol italiano llegaba sumido en una dura crisis tras el estallido del Moggigate o calciopoli. Luciano Moggi, director general de la Juventus, era la cabeza de una trama consistente en sobornar árbitros y amañar partidos. Las consecuencias del escándalo fueron duras para la Juventus, dominadora del fútbol italiano, el Milan, la Lazio, la Fiorentina y la Reggina.
De esta forma, la Juventus, el mejor equipo italiano en la última década quedó herida de muerte por el Moggigate y sus mejores jugadores abandonaron la disciplina turinesa. El fútbol italiano no ha logrado todavía sobreponerse al shock que produjo saber que su campeonato estaba amañado.
La crisis económica y fraude
Si bien los tres grandes equipos del fútbol italiano –Milan, Juventus e Inter- mantienen, más o menos, unas cuentas aceptables y son capaces de fichar grandes estrellas todavía, los equipos de la zona media han sufrido duros golpes económicos por la inconsciencia de algunos de sus dirigentes que llegaron a falsificar las cuentas y acabaron por hundir al club.
Los mejores ejemplos de ello son el Parma y la Lazio. El primero sorprendió a Europa ganando la final de la Copa de la UEFA en 1999 al Olympique de Marsella con un auténtico equipazo. Parmalat, importante empresa de lácteos, estaba detrás del éxito del pequeño club de una ciudad mediana del centro-norte de Italia. La quiebra en 2003 de la importante empresa acabó por hundir al equipo, que llegó a descender a la Serie B.
Un caso similar ocurrió en la Lazio de Sergio Cragnotti. El directivo fue arrestado en 2004 por un megafraude de su empresa, también de lácteos, Cirio. El equipo, después envuelto en el Moggigate, se hundió económicamente después de contar en su equipo con estrellas como Verón, Piojo López o Crespo, llegando a disputar la final del 98 de la Copa de la UEFA, que perdió con el Inter.
El Inter, único que salva los muebles
Si bien la competición liguera está siendo más entretenida e igualada que otras como la española, la verdadera medida de un campeonato se da en las competiciones europeas. Y los resultados de los últimos años sonrojan a cualquier tifoso. Desde que el Milan ganara la Champions en 2007, sólo el Inter de Mourinho ha salvado el honor de los transalpinos levantando el trofeo en la pasada edición.
Y, de todos los equipos que han participado, en los últimos cuatro años, sólo la Roma consiguió avanzar a cuartos, en 2008, tras eliminar al Real Madrid. El resto -Fiorentina, Milan, Juventus, Sampdoria y Lazio- no han superado ni siquiera los octavos de final. Este año, con su épica victoria de ayer, únicamente queda el Inter como superviviente en la gran competición.
En la UEFA no dan la cara
Pero si en la máxima competición continental sólo triunfa el Inter, en la Europa League –antes UEFA-, no llega ningún equipo italiano a la final desde 1998, cuando la ganó el Parma. Este dato deja bien a las claras la pérdida de potencial del equipo medio italiano, ya que, en esta competición, los equipos menos grandes son los que tienen la oportunidad de lucirse.
Si desde 1998, ningún equipo italiano ha sido capaz de llegar a una sola final de UEFA, en el decenio posterior, los italianos eran los claros dominadores del continente. En el espacio desde 1988-1998, han llegado a la final Juventus (3 ocasiones), Nápoles, Parma, Roma, Fiorentina, Inter (4 veces), Torino y Lazio. Desde entonces, fracaso tras fracaso. Este año, sólo el Nápoles fue capaz de pasar el primer turno y, en dieciseisavos de final, fue eliminado por el Villarreal. Sampdoria, Palermo y Juventus no superaron la primera fase.
La selección, espejo de un país
La azzurra vive momentos de profundo cambio y búsqueda de señas de identidad tras el estrepitoso fracaso del Mundial de Sudáfrica en la vuelta de Marcello Lippi. El veterano técnico, avalado por el Mundial de Alemania, quería dar un nuevo impulso a la nazionale tras la eliminación en la Eurocopa del equipo dirigido por Donadoni a manos de España. Sin embargo, Italia hizo el ridículo y fue eliminada en la Primera Fase encuadrado en el grupo más fácil junto a Paraguay, Nueva Zelanda y Eslovaquia.
Ahora, Cesare Prandelli, que cosechó éxitos con la Fiorentina, busca darle un nuevo impulso a la selección con jugadores jóvenes –Ranocchia, Bonucci, Balotelli-, con otros jugadores más experimentados como Cassano, Amauri o Borriello. El resultado, de momento, no es malo, pero se hace evidente la falta de talento en un país donde han dado más importancia al aspecto físico y táctico que a la calidad y el talento.