Hace tres décadas, Enrique Castro Quini vivió uno de los acontecimientos más duros de su vida cuando. Tras ganar al Hércules en el Nou Camp y marcar dos goles, el asturiano se dirigía de vuelta a su casa cuando fue secuestrado por unos individuos, a punta de pistola.
Quini fue secuestrado durante 25 largos días en un taller mecánico situado en Zaragoza que tuvieron en vilo a todo un país. Fueron jornadas de dramatismo y angustia para sus familiares, amigos. Incluso para sus compañeros de vestuario, que sufrieron un bajón anímico y acabaron cediendo la Liga. De los últimos seis partidos, el equipo sólo sacó un punto.
Este suceso marcó la vida del delantero. Ese 1 de marzo se vivieron momentos de confusión y no fue hasta el día siguiente cuando la noticia corrió como la pólvora. El Barça solicitó no jugar ante el Atlético, aunque la federación impidió cambiar el calendario. No fue hasta el tercer día cuando los secuestradores se pusieron en contacto con Mari Nieves, mujer de Quini, para poner una cifra a la liberación del jugador, concretamente 350 millones de pesetas.
El vicepresidente del Barça, Nicolás Casaus, dijo que estaba dispuesto a dar su vida por él. La policía liberó finalmente a Quini, visiblemente agotado pero con buen estado de salud, y fue recibido a la madrugada siguiente en Barcelona por una multitud de aficionados. Los tres acusados del secuestro, dos electricistas y un mecánico, fueron condenados a diez años de prisión y a indemnizar con cinco millones de pesetas al jugador, dinero al que éste renunció. Actualmente, ejerce funciones de delegado en el Sporting de Gijón.