Las autoescuelas españolas atraviesan tiempos difíciles, como tantas empresas de nuestro país, pero el máximo responsable de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), José Miguel Báez, cree que, ahora más que nunca, desempeñan un papel crucial en la seguridad vial, y anima a los padres de los jóvenes aspirantes a conductores a que procuren que sus hijos reciban una buena formación vial.
¿Qué le diría a un padre que está pensando mandar a su hijo a la autoescuela?
Que busque una de toda confianza, no la que le ofrezca el carné tirado de precio, porque un buen aprendizaje de la conducción previene los accidentes y tiene un coste, pero ese coste es una inversión que nos va a deparar a corto, medio y largo plazo beneficios tangibles.
Es la vida de nuestros hijos y la nuestra propia lo que está en juego. Sabemos que la crisis nos está obligando a mirar por cada euro que gastamos, pero si un joven necesita cinco o seis clases prácticas más, negárselas equivale a desprotegerlo, y las consecuencias de algo así pueden ser funestas.
Y si no tiene dinero de momento, es preferible que espere un par de meses a matricularse, porque si suspende a causa de una preparación insuficiente tendrá que abonar la tasa de Tráfico que cuesta más que dos clases prácticas.
¿A qué atribuye el boom de la seguridad vial?
Pocas cosas más estratégicas para un país que la movilidad segura y sostenible. Se trata de evitar el drama de la gente que muere o que sobrevive con terribles secuelas, el sufrimiento de las víctimas y el de sus familiares, junto con el fabuloso coste económico de los accidentes, que soporta la sociedad entera.
Pero también es importante ahorrar en combustible y contaminar menos. Necesitamos conductores más seguros y eficientes. Es así de simple.
¿Mano dura o formación?
Todas las medidas son necesarias, pero la educación y la formación vial van todavía por detrás. Hay que hacer un esfuerzo. Tenemos un buen Código Penal, tenemos el permiso por puntos, tenemos una excelente policía de carreteras, con la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil al frente, tenemos las campañas de la DGT, la labor de los medios de Comunicación y de las Asociaciones de Víctimas...
Nos hace falta trabajar más con los niños y adolescentes y con los aspirantes a conductores. La prevención de los accidentes es oro.
¿No me dirá que las autoescuelas preparan mal a sus alumnos?
No, qué va; de hecho, los conductores noveles, los que llevan un año o menos con el permiso, tienen muchos menos accidentes, pero la seguridad vial está recibiendo continuamente los aportes de la ciencia. Cada vez sabemos más de las causas y factores que provocan o agravan los siniestros viales. Además, es el sino de los tiempos, los jóvenes de hoy prefieren hacer test en casa a ir a la escuela de conductores.
Ahora la DGT está incrementando su banco de preguntas para la prueba teórica, lo que obligará a los alumnos a aprender de verdad el porqué de las normas, pues memorizar diez o doce mil respuestas es imposible. Hemos de conseguir que los aspirantes a conductores vuelvan a las aulas.