Vallecas es uno de esos campos en los que tradicionalmente la historia se ha escrito con partidos de ida y vuelta, callejeros, de esos en los que todo puede pasar. Y el Real Madrid se encontró con un partido que creyó sentenciado en la primera mitad y vio peligrar en la segunda (2-3). Apurados ante el Rayo Vallecano, los madridistas acabaron desarbolados por un rival que nunca bajó los brazos, a pesar de llegar a ir perdiendo por una diferencia de tres goles.
Carlo Ancelotti decidió salir con uno de sus planteamientos más ofensivos. Xabi Alonso volvía a la titularidad, flanqueado por Modric y Di María en el centro del campo, con Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y Benzema se ocupaban del ataque. Y el plan no salió mal en los primeros 45 minutos. El Real Madrid aprovechó la temeridad defensiva de su rival y Cristiano tardó tres minutos en recibir un balón franco en la banda izquierda, superar a Gálvez con un extraordinario regate y definir ante Rubén para marcar el primer tanto del partido.
El Real Madrid estaba cómodo sobre el campo, mientras el Rayo trataba de tener la posesión con su habitual planteamiento ofensivo. Los rayistas presionaban arriba y se acercaban sobre la meta de Diego López, pero sus espacios defensivos fueron presa fácil para su rival. Un error en la salida del balón de los vallecanos permitió el robo de balón. Bale superó a Nacho con demasiada facilidad y puso un centro perfecto para que el cabezazo de Benzema subiese el segundo al marcador.
La segunda mitad no pudo comenzar mejor para los madridistas. Otro error del equipo local permitió a Bale llegar hasta la línea de fondo y servir en bandeja el tercer tanto a Cristiano Ronaldo. El encuentro parecía cerrado y los visitantes podían empezar a pensar en el choque de Liga de Campeones ante la Juventus, pero el factor Vallecas y la excesiva relajación de los blancos abrió un choque que parecía finiquitado.
Relajación
En cuestión de dos minutos la tónica del partido cambió por completo. Dos penaltis claros en un minuto de Pepe sobre Viera y Marcelo sobre Bueno, permitieron al propio Viera recortar distancias. El Real Madrid creía tener cerrado el encuentro y se encontró con el empuje de un Rayo que nunca bajó los brazos. La presión sobre la salida de balón blanca ahogó al equipo de Ancelotti, que se echó unos metros atrás. Y el partido que creía finiquitado se tornó en una pesadilla que estuvo a punto de costarle cara.
La relajación dio paso a los nervios ante un rival que creyó en la remontada. El conjunto blanco perdió el rumbo, se quedó sin el control del balón, y dio alas a un Rayo que estuvo a punto de lograr el empate. Porque la última media hora del choque se convirtió en un monólogo franjirrojo. Lass fue un continuo dolor de cabeza para Coentrao, primero, y luego Marcelo (el portugués se marchó lesionado). Con la sensación de no tener nada que perder, los vallecanos se volcaron sobre la meta rival y siempre creyeron en que el pequeño podía superar al grande.
Diego López envió al palo un disparo de Bueno en la mejor ocasión local y el pánico atenazó a los blancos que, sumidos en el desorden, se disolvieron en manos de la intensidad de su oponente. El Rayo creyó hasta que las fuerzas le abandonaron. El Real Madrid resucitó las dudas e inquietudes del principio de temporada, después de superar con apuros el susto de jugar en Vallecas.