La guerra fría no ha terminado. Ha regresado y está en Madrid. Y como sucediera hace ya 50 años, está enfrentando a dos potencias importantes. Dos personas que han conseguido dividir a la afición madridista. Sergio Ramos, segundo capitán, y José Mourinho, primer mánager general y entrenador en la historia del Real Madrid. Desde hace ya más de un año, la relación entre ambos es tensa y exclusivamente profesional. Aludiendo a la propia frase de Sergio Ramos en Vallecas, las cosas de familia no se están resolviendo de puertas para dentro. Y esto preocupa y mucho al Real Madrid.
La guerra fría tiene movimientos en la sombra. Acciones inesperadas que sorprenden a tus enemigos. Actitudes improvisadas e imprevistas como que un jugador se ponga la camiseta de un compañero que previamente ha sido señalado por su entrenador. Sergio Ramos ha explicado que lo hizo porque quería dedicarle su gol a Ozil. Desde luego, el momento no era el más idóneo para ello. Su buena acción es fácil de malinterpretarse y empeora unas relaciones que están en cuestión. ¿Qué hubiera pensado José Mourinho al ver a Ramos levantarse la camiseta y ver la de Özil? "Menos mal que no marcó gol. Ahora es tiempo de silencio", dicen en el Real Madrid.
Solo hubo dos cambios en el once titular ante el Manchester City respecto a la derrota en Sevilla que tanto dolió a Mourinho. Esos dos jugadores fueron Sergio Ramos y Mesut Ozil, protagonistas de esta última historia que añade al alemán como tercer miembro de una historia que comienza a expandirse. José Mourinho es especialista en moverse entre el fuego pero ha sido incapaz de apagar el de Sergio Ramos.
El alemán es introvertido, callado, pero Sergio Ramos no. En el Real Madrid saben qué plan tiene el sevillano. Cada vez que se sienta aludido, hablará ante los medios de comunicación. En Vallecas dijo "no sé si era un castigo o no. Si eran cuestiones técnicas". Ante el Deportivo de la Coruña: "Supuestamente era una decisión técnica. Nadie puede dudar de mi trabajo".
Hace dos semanas, había cierta tranquilidad en el Real Madrid con todo este asunto. Esperaban que se solucionara con una reunión, pero, lejos de ello, todo ha ido a peor. En vez de acercar posturas, ambos han utilizado los medios de comunicación para lanzarse mensajes. Y las palabras han dado paso a los hechos. Veremos si Mourinho responde, le resta importancia y frena una guerra fria que tuvo en la parada de Aranzubia, el misil de Ramos que nunca se lanzó.