Ni siquiera las necesidades primarias pueden salvar a un deportista de sufrir una surrealista sanción. Eso fue lo que le sucedió a la tenista serbia ana Ivanovic durante su encuentro del abierto de Linz que le medía a la checa Barbora Zahlavova.
Recién finalizado el primer juego del partido, la ex número uno del mundo solicitó al árbitro si podía detener el encuentro, pues necesitaba ir al servicio. Éste le negó el permiso, y la tenista continuó exigiéndolo hasta que, ante la incredulidad de su rival, del colegiado y del público asistente, tomó el camino hacia los vestuarios.
A su regreso, la jugadora serbia vio cómo le habían sancionado con cuatro puntos, uno por cada veinte segundos que invirtió en el baño. Pese a ello, la tenista volvió a desplegar su mejor tenis, y acabó logrando la victoria en dos sets (6-3 y 6-2). Eso sí, Ivanovic pidió disculpas por lo sucedido y, avergonzada, aseguró que intentaría no volver a repetir suceder.